miércoles, 25 de abril de 2018

EL PSICÓPATA CAZADO. EL PELIGRO DE CONOCER LA VERDAD


ACTORES:

JACOBO DICENTA, VÍCTOR CLAVIJO, JUAN FERNÁNDEZ, FERNANDO CAYO, OLIVIA MOLINA, PAULA BLANCO, JORGE USÓN Y MARIONA RIBAS.


Tarde de Francis Ford Coppola. Una perfecta recreación del testigo mudo que inmortaliza para siempre una conversación, una reflexión, unas palabras; se graban sonidos y se trasladan a la posteridad haciéndolos inmortales y enormemente indiscretos.


Enigmática secuencia, casi de Thriller pero es algo más. Muy poco diálogo como en Coppola pero si muestra la sorpresa en el interior de los personajes. De repente todo cobra luz; desde lo recóndito se aclaran las tres palabras que parecían un arcano, se desvela el caso, y todo encaja perfectamente. Bella secuencia muy intrigante y emocionante a la vez. Es el triunfo de la razón deductiva gracias a una grabación que eterniza algo que queda rotundamente atestiguado. Muy del cine de los 70, secuencia construida entre sopor, café, sueño, silencios, vacíos y escucha de conversaciones que fueron registradas y ahora testigos indiscretos de un hecho maligno; de una clave.  


En esas grabaciones anida el maleficio de la mente de un enfermo. Psicópata neurótico y paranoico. Son en realidad una clarificación pero suponen otra pesadilla. “Ortega”, y se ha visto en la secuencia de cuando husmeaba entre los papeles de “Durán”, es que comienza a sentir que algo se está desintegrando, por ello es una real amenaza, el enemigo de todos y de sí mismo que finge y conspira desde la sombra de una ficticia amnesia para, desde una personalidad reinventada,  destruir a todos sus enemigos y tapar su corrupción. 


Gran periodista “Durán”. Profesional excelso, minucioso, meticuloso y genial, que viene demostrando a todos que lo que parece de locura, coincidencias sin importancia, casualidades sin pruebas o base de denuncia, son verdad y para él  para él cuestiones de vida o muerte. También esto es de Coppola; el pasado terrible que nos amenaza y que buscamos desde el presente una explicación. Nada de refugiarse en la ignorancia o la abulia, el pasotismo. Y descubre esta tarde sobre el peligro de saber la verdad, un arma arrojadiza muy peligrosa. El conocimiento, ahora, le puede ya matar inexorablemente si descubre “Ortega” que está a punto de entrar en su Sancta Sanctórum de la “Pensión Luna”.



Me ha gustado mucho la secuencia final. Con la compañía de sus dos cómplices mujeres, colaborando por desentrañar qué esconde “Ortega”. Secuencia muy bien resuelta de enorme intriga. Tarde para periodistas de raza que disfrutan encontrando el terror en la vida real, ese que pasa desapercibido para la mayoría de la gente. Tarde para escuchar grabaciones, de rebobinados, compartir con “Duran” el amor al trabajo y la obsesión por la verdad, viajando por su traumática sensación de que mataron a su padre y que, él mismo, puede morir. Tarde de pesadillas, angustia, de tremenda y taxativa revelación de un secreto. 




Jacobo Dicenta, "Carvajal",  es el personaje más periodista de la serie. Es el mejor actor de la serie. De casta le viene al galgo. Hijo del enorme actor y catedrático Manuel Dicenta pertenece a una saga de actores de raigambre teatral y casi británica, actores que reflejaban inquietud y drama y que han hecho de todo. Como su hermano Daniel, hermano de Jacobo,  enorme actor de doblaje. Actores de lujo que inmortalizan cualquier texto, como ocurre con “Carvajal”. Hoy ha estado soberbio; en ese reto a “Tuñón”, que parece estar expuesto como una batalla de “Ricardo III”; ese pacto contra un lobo que ha firmado con “Marta”, y ese escrito testimonio de un profundo arrepentimiento de una acción reprobable que, obligado, tuvo que cometer en el pasado, que es toda una declaración de honestidad, valentía y sentido dramático sobre la gran verdad moral que debe transmitir el periodismo. Ya quisieran esta basura de muchos directores de prensa actuales, ser como era “Carvajal”.



Es un personaje amargo pero de hondo corazón, de enorme convicción para transmitir algo a través del periodismo. Tiene una visión escéptica y sombría de todo, casi cínica. Cáustico muestra lo que yo entiendo por ser periodista que tanta sangre hace: nunca falsear la realidad para ganar dinero; periodista de raza con código ético; que huye de lo que puede ser manipulador y que despiste en contenidos amarillos para seguir la senda honesta de la verdad. Él muestra en su comportamiento un ácido juicio de las trabas, censuras y persecución que padecen los profesionales del periodismo, ayer y trasladado al hoy. Nunca aprobaría noticias delirantes o distorsionadas, usando de la mezquindad como moneda de cambio, para que otros sean crucificados por venganza o interés. Y luego se encuentra tras la costra, el "Carvajal" que ama a una chica alcohólica con toda su alma y la defiende de todo sin dejarla jamás de lado. Esa sí que es una bella historia de amor.




¡Bueno! Ya vale con las grabadoras de Cassette. Se vendían en Madrid y en San Sebastián ya en los finales de 1.968. Se compraban se pagaban y ya está. No hacía falta ir a Prado del Rey para nada. Como aportación a los guionistas les doy una referencia: en López de Hoyos, en Madrid, cerca de Francisco Silvela, las vendían a 1.975 pesetas, unos Sanyo, en 1.970. Y las cassettes costaban, las de mayor duración, casi 250 pesetas. En Galerías Central de San Sebastián costaban 1.900 pesetas e incluían una funda, las Sanyo. Y que no me vengan diciendo que si la ficción admite estas licencias, que son agujeros negros de ignorancia sobre un tiempo que se desea, al menos yo, se retrate y ambiente lo más fidedignamente posible.




Seguimos cautivados por la secuencia de mañana de entrar en la sórdida habitación mortuoria de un psicópata. Allí está en la pared impreso el rostro del miedo que procura un impacto perturbador en "Vicky" y "Durán". Allí se encuentran las imágenes que roban el alma de los que allí se encuentran fotografiados o manifestados.





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