Diana desapareció en la madrugada de un 22 de agosto del 2016 sobre las
4 de la mañana. Fue vista sobre las 02:30 andando por el paseo marítimo de A
Pobra. Según la investigación, el último WhatsApp que envió fue a un amigo suyo
de Madrid a las 02:43. El 19 de abril del 2017, el juez instructor Félix Isaac
Alonso levanta el secreto y acuerda el archivo provisional de la causa. La
causa era que no se podía abrir procedimiento contra alguien en concreto. Y lo
más sorprendente es que alta jefatura de la Guardia Civil manda parar el caso, aunque
un año después, los que investigaban, regresan al punto en el que se perdió la
pista de Diana para tratar de reconstruir sus últimas horas. Sólo tienen una
certeza: es que ha sido un acto planificado por terceras personas en un terreno
conocido para ellas.
Así olvidado, en diciembre del 2017 apareció el cadáver. Fue detenido
el principal sospechoso, el vividor y e vidorra vagancia, José Enrique Abuín, que jamás declaró de los cargos que
se le imputaban: Detención ilegal, homicidio o asesinato y contra la libertad
sexual. Y el 1 de enero de este año la autopsia fue, como se acaba de demostrar,
no solo un sino algo manipulado que sería preciso llamar al juzgado a declarar
a los tres forenses. No se pudo determinar si fue o no violada, por el tiempo
en el cual el cadáver estuvo en el agua, sí que hubo estrangulamiento con
posiblemente una brida de las que seguían atando al cadáver que encontraron
aquel nefasto 31 de diciembre en lo profundo de un aljibe de una nave
abandonada de Rianxo. Los tres forenses, de todos modos, no se pusieron de
acuerdo.
Lo más grave es que tres eminencias dejaron pasar por alto,
incomprensible y que yo no me lo puedo creer, como ser ha demostrado ahora en
otra autopsia, sobre la existencia de una herida traumática en la espalda del
cadáver. Lo cual no es que siembre dudas es que casi ya nos está conduciendo a
una “manada” que actuó en grupo, al estilo de las niñas de Alcàsser y de la
cual el vago de Abuín sería el tonto del pueblo. La Audiencia, ahora, ha ordenado
un estudio en profundidad de la documentación, fotografías, vídeos e informes,
para que todas las evidencias lleguen claras al juicio. Un caso de pasteleo
increíble. Alguien se pegó un susto cuando Diana apareció y es que los muertos
y la sangre siempre dejan rastro. Y el profesional forense Pampín y a través de
una fotografía del cadáver, en julio, realizó otro estudio forense.
Y resulta que la foto que refleja lo que los tres forenses no
contemplaron, una herida traumática en la espalda del cadáver que pudo ser
anterior a la inmersión del cuerpo de Diana Quer en el pozo. Si estos
sospechosos forenses hubieran mostrado esta evidencia, hubiéramos avanzado algo
más sobre las circunstancias en las que se produjo la muerte de Diana. Pero es que,
además, los forenses hacían constar, sobre las muestras biológicas recogidas en
el cuerpo de la víctima, así como una brida para buscar ADN y otros elementos
con el objetivo de investigar si hubo agresión sexual, que el resultado inicial
era negativo. Y sobre todo olvidadizos estos picarones dejan de lado esa herida
que sí puede llevarnos a la agresión, al sado y a la violación. Estaban tapando
una trama, no me cabe duda. De haber sido el “El Chicle” no hubieran esquivado
la evidente herida que muestra la foto. Es más, en su informe forense,
confirmaron que no existía ninguna herida relevante. Suficiente para ser
detenidos hoy mismo.
Estos tres caraduras sabían muy bien que insistir en la herida, cuando un
cuerpo sumergido en agua durante tanto tiempo, que sólo podemos certificar que
los indicios de agresión sexual se alteran en un cuerpo sumergido en agua y que
se borran muchas pruebas, , salvo que estos fuesen de carácter traumático y ahí
entramos en la herida que estos cegatos no quisieron ver. Han transcurrido algo
más de dos años de este terrible suceso, el “Chicle” no habla, nadie le presiona
y todavía existen dudas sobre las causas de la muerte de Diana y tenemos a unos
forenses que no se creen nada de lo que, incluso pelándose entre ellos, dictaminaron.
Huele a Manada de viciosos y pervertidos, con la colaboración, como en muchos
casos (Marta del Castillo, Niñas de Alcàsser, Casta Castrillo y… otros). La actitud de la Guardia Civil, los
forenses, los jueces y ahora el propio Abuín que no cuenta nada, nos indican
que alguien muy grueso anda metido ahí. ¿Pagó alguien o algunos a Abuín para
que se callara?
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