miércoles, 15 de mayo de 2013

CRISTAL SONORO




Se publicó en "Primeran.com"
En recuerdo de María de los Ángeles Herranz

Dejó el doblaje por cuestiones muy personales y, a pesar de ni haber fumado nunca, su permanencia de muchas horas diarias en estudios de doblaje donde se permitía fumar como en un garito, le envenenaron con un cáncer de pulmón.
Bochornosamente olvidada por su profesión que ni le conocen, salvo en el País Vasco donde se le recuerda en su trabajo realizado aquí, fue inmensa y me parece justo destacarlo y denunciable su olvido. 
Maria de los Ángeles Herranz, la actriz de doblaje que se nos ha ido, era una señora educadísima y muy cercana. Tenía grandísimos reflejos  y un sentido milimétrico del ritmo. Tenía swing y versatilidad. Y como persona, daba aprecio a todos y a todo, muy modesta, como “los grandes” de cualquier profesión y se ha ido en silencio, como eran de claustrofóbicas las actrices del doblaje en aquellos años en los que comenzó a trabajar siguiendo las labiales de enormes actrices del cinematógrafo. Es absolutamente  injusto su olvido.
Cuando era un estudiante en Madrid, le conocí. Llamaba la atención lo agradable de su voz, no sólo en el cine, sino en lo coloquial. Tenía un atractivo especial. Refinada en el carácter y cálida en el timbre. Te hacía sentirte como alguno de su familia, embrujándote sin posibilidad de no caer hipnótico en la conversación.
Tenía una voz bellamente cristalina que  nunca llegó a recrear hasta  un irritante sonido empalagoso, una voz que no se deterioró con el discurrir de las décadas y nos dejó unos buenísimos doblajes de actrices con exacerbadas pulsiones gestuales corpóreas, aventureras sentimentales y que escoraban hacia un gran tremendismo siendo enormemente sentimentales.
Comenzó jovencísima de voz hacia finales de los 40, en Fono España. A principios de los 50, en Sevilla Films, con Donarelli y Paco Sánchez  y casi por la puerta grande, sin mucha experiencia salvo pequeños papeles en Fono España, sustituyó  a Irene Guerrero de Luna en “Las rayas de la mano”, con Marlene. ¡Casi nada!.
Joan Collins, Sophia Loren, Joan Crawford, Bárbara Stanwyck o Bette Davis hablaron diafánamente en el  Estado a través de su Voz. Lo hacía tan bien que se solía decir que bien habla Ava Gardner el castellano en “Mogambo”.
Una voz excelentemente centrada en las historias que seguía con la interpretación.
Pertenece a aquel plantel de voces ya irrecuperables. Nadie es ya como ellas. Como la simpatiquísima Mercedes Mireya (Joan Fontaine), magistral y primera dama de los estudios de doblaje en Madrid que transformaba todo en mítico. Tal cual Carmen Morando (Liz Taylor), mujer exquisita  y existencial que poseía el don de la transmitir muchísima dulzura con la garganta. Conjuntamente con la familiar Ana Díaz Plana( Margaret Rutherford), la evanescente Maite Santamarina ( Kim Novak), la madura y catódica Irene Guerrero de Luna (Marlene), la eficaz María Luisa Rubio (Deneuve en “Tristana”) o la sensual Maria Massip (Bergman en “Casabanca”).
María de los Ángeles se ha ido en silencio, como todas estas citadas. Sin embargo, dentro de décadas, cuando se siga viendo la exuberante fotogenia de  Ava Gardner en “Mogambo”, la voz de María de los Ángeles acompasará a su belleza. O cuando generaciones admiren y continúen haciendo pleitesía a Bárbara Stanwyck, en “Perdición”, la voz de María de los Ángeles dará el ritmo a su fatalidad emblemática.
Fue una Brigitte Bardot pero que muy adecuada porque, aunque mucho más anónimamente, la voz de la actriz desaparecida, también arropaba mucha sensualidad, en “Las petroleras”.
Magnífica actriz para darla el embrujo adecuado  a los ojos de la  hechizante Bette Davis, en aquel excelso film de Joseph  Mankiewicz: “Eva al desnudo”, desenvolviendo con credibilidad sonora  su muy intensa y profunda silueta.
Más de 700 doblajes. Perteneció a una época en la cual, las actrices de doblaje, no se prodigaban en los medios, su rostro era invisible y su nombre resultaba desconocido pero resultaban increíbles. Lo hacían muy bien y no se notaba que doblaban filmes. Casi, aún escuchándoseles, pertenecían a la no-existencia.
Fue la Voz de bella romana en muchísimos “peplums” de finales de los 50 y sesenta. Ahí queda la estimulante Rossanna  Schiaffino en “El rapto de Elena” o Jacqueline Sassard en “Los Titanes”, Ana María Peluffo en “Esclavas de Cartago” o Silvana Mangano en “Ulises”. Así como haciendo de alcoholizada a aquella Ángela Lansbury, escritora de novelas eróticas en  “Muerte en el Nilo”. Siendo aquella mujer temperamental y de gran registro dramático en aquella “Viena”, la superestrella de Joan Crawford de “Johnny Guitar. Y aquella inolvidable Deborah Kerr, muy rica en matices emocionales de “El Rey y yo”.
Hay papeles en María de los Ángeles difíciles de olvidar, por la buena vocalización  ala apariencia y voluptuosidad de Elke Sommer, en “El nuevo caso del inspector Clouseau”. Así como el de la desaparecida Sharon Tate, tímida y carente de confianza en “¿Cual de las 13?”.  Del mismo modo que  registros imborrables: para el físico y la capacidad expresiva de Natalie Wood, en “la pícara soltera”. Jane Wyman, para una actriz versátil, en “Pánico en la escena”. Amy Wright, en “El turista accidental”.
En los 60, la Voz de muchísimos filmes de terror españoles, Rosanna Yanni en “El jorobado de la Morgue” o filmes de James Bond, Margaret Nolan en “Goldfinger” o Michel Mok en “Dr. NO”, con Simón Ramírez como Connery,  así como de chicas o señoras inmiscuidas en filmes de agentes  especiales vía Estambul.
El spaghetti western tenían su heroína silenciosa y acosada, Gina Rovere en “Sugar colt” o Janice Rule en “Invitación a un pistolero”. Y las actrices españoles tenían su Voz de repuesto. Serena Vergano en “Digan lo que digan” o Teresa Gimpera, en “Tuset Street” o “Las secretarias”. Elisa Ramírez en “La familia y uno más”. Licia Calderón en “Tres de la Cruz Roja”
¡Grandes!. Aquella perversa Simone Signoret, en “La diabóliocas” y la secundaria de lujo, Gloria Grahame, en “Hombre rico hombre pobre”. Ava Gardner,  majestuosa, en “Las nieves del Kilimanjaro”. Una fuerte e independiente, Diane Keaton, en “El padrino”, doblaje que co-dirigió con Berlanga. Piper Laurie, la llamativa y de poca cabeza protagonista de “El buscavidas”. Una sensual Katy Jurado, en “Trapecio”.
Fue la mejor Voz que pudieron ponerle  a una gran trágica helena, Irene Papas, para “”Zorba”. Y la inteligencia y agudeza, más que el físico exuberante  de la Loren, estuvo muy bien interpretada por María de los Ángeles en “La ladrona, su padre y el taxista”. Sin olvidar un memorable contrapunto de  Miran Loy, esperando a su marido que volviera de la guerra, Fredric March, en “Los mejores años de nuestra vida”.
Durmió (Claudette Colbert) con Clark Gable en “Sucedió una noche”. Con Fred Astaire (Ginger Rogers) bailó el “Continental”, en “La alegre divorciada”. Habló con marcado acento ruso en Faldas de acero”, con la Hepburn. Creó una vampiresa intrigante (Anjelica Huston) con el galán Manuel Cano (Nicholson),  en “El honor de los Prizzi. Y estuvo de matrícula de honor con Eleanor Parker en un magnífico y denso drama carcelario: “Sin remisión”.
En los 80 redobló actrices y films, Bette Davis en “Como ella sola” y puso su acento en seriales de televisión como “Arriba y abajo”, “Falcon Crest”, donde era nada menos que Lana Turner o “Trece”, donde representaba sonoramente a una malísima Ursula Andrés. A finales de la década, esta inmensa actriz vino a trabajar en el País Vasco donde dobló algunos filmes y seriales.
Quedarán siempre en nuestra memoria  aquellas frases  pronunciadas por ella, María de los Ángeles Herranz, con su sugerente voz a Stanwyck, cuando  le dice con máxima perversidad a Fred MacMurray, en uno de los mejores doblajes realizados en España, "Perdición": "No te preocupes, Walter. Será totalmente perfecto. Vamos a por todas". Resuena aquella Bette, en Eva al desnudo”, con su “ Señoras y señores, apriétense todos los cinturones, esta noche vamos a tener tormenta”.





José Ignacio Salazar


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