sábado, 25 de mayo de 2013

RAJOY Y LOS 20.000 ASESORES




En aquel día de la batalla de las Termópilas, 480 a. C., donde Leónidas intentaba parar el avance hacia Grecia de Jerjes. 300 espartanos contra más de 100.000 soldados persas que les lanzaban tantas flechas que  el cielo se obscurecía casi en noche cerrada.
Sabían que iban a perder, como nosotros ya sabemos desde este pasado viernes 26 que España quebrará; que no tenemos gobierno sino para llenar los bolsillos del oligopolio del Estado de Partidos, repartiéndose la última “pasta” que queda. Aunque hemos sido generosos en el sacrificio para que le cuadren las cuentas de los dineros para pagar los “rotos” de su banca y de su reparto del poder, a pesar de todas las angustia vividas traducidas en estrecheces; cuando nos invade la impotencia a pesar de nuestra batalla por sacar adelante el país; sabemos que caminamos a l quiebra total y que moriremos en la brecha.
Aceptamos una lenta agonía, la nuestra y la de nuestros seres queridos. Unos fascistas nos han tirado por la borda más de cuarenta años de trabajo. Unos sinvergüenzas que nos han exprimido para vender, ellos, nuestro subsuelo con el que han enriquecido a su casta política y que, ahora, nos comunican letalmente que, desde su mayoría absoluta así en confianza otorgada, no pueden hacer nada sino rendirse, seguir cobrando unos emolumentos de órdago, ellos y sus “pesebreros”, subirnos los impuestos para costear sus despilfarros y que les soportemos sus infamias mientras no permitirán protestas ni exaltaciones de posibles delitos contra la Nación.
¡Intolerable!. El que den por hecho que el número de parados se disparará y que, incumpliendo todas las promesas, no van a hacer nada para adelgazar la administración, al contrario, incrementar el déficit público a los manirrotos de los autonómicos, otros cuentistas que tal.
A día de hoy domingo 28 de abril, el clamor contra Rajoy es inconmensurable. Enardecido por la noticia de los 20.000 asesores que se llevan 1 millón de euros, cadena de transmisión de gentuza agregada por los caciques de cada tundra entre la  consanguinidad familiar o ideológica de sus afines.
No va a  hacer nada Rajoy porque sería enfrentarse a sus barones y a la financiación de su propio partido o a  la de otros que, aun sin necesitarlos, nunca está de más tener amigos hasta con Arturo Mas. Por ello los recortes brillan en su ausencia. Sólo se carga el fardo a las espaldas de los más indefensos y la ineludible reforma de la Administración Pública ni se la planteará.
El grave problema de la partotocrácia española, de ahí radica el meollo de su corrupción, es que sólo gobierna para sus jefes de partido y su virtud del consenso, al margen de las necesidades de los ciudadanos y de sus propios votantes. Ahora toca financiar lo perdido con la “burbuja”, entre ello  a los partidos políticos y se asfixia  a la clase media y baja, arruinando el Estado mediante la presión impositiva.
La austeridad es para los demás, para las víctimas de las subidas tributarias. Mientras no se cumple con el déficit y la deuda pública puede alcanzar, en el 2016, el 100%. 700.000 parados ha generado la apatía de Rajoy. Y sólo se entreve entre la negrura del futuro, continuidad con el IRPF, así como una mayor subida de impuestos para todos, incluida la del Impuesto de Sociedades castigando la inversión y barrenando el que se puedan reducir los niveles de desempleo hasta en muchísimos años.
España está sobredimensionada y es una Estado burocrático ineficaz  con una autonomías que, por una Ley Electoral que es preciso cambiar urgentemente, hacen y deshacen a su antojo a aún en peligro de quebrar la economía nacional.
Mariano y el PP han traicionado a toda la población. A los unos porque les votaron y a todos porque ha incumplido todas sus promesas. No ha organizado unas cuentas públicas que nos llevan al precipicio; no ha encarrilado nuestra economía por la vereda verde de la prosperidad y al Estado de Partidos, a los sindicatos  y a la Banca ha premiado con el sudor de los mejores: los trabajadores del Estado.
Carecen de contundencia y determinación salvo sólo para amenazar a la prensa.
La pregunta surge de inmediato ante lo expuesto. Si sólo se piensa en cerrar la boca  a la prensa y a sectores protesta en la calle; si sólo desease calmar las voracidades de las autonomías y  de sus inmorales ansias de chantajear con sus independentismos de opereta, que son un freno además para los imprescindibles cambios en  la organización territorial y el sistema impositivo: ¿Para qué queremos a este gobierno y a este sistema de partidos?. 
Si ya no nos queda sino pagar más impuestos sin contraprestación, tirar el dinero entre atorrantes políticos, seguir financiando con nuevas tasas a los depósitos bancarios o medioambientales,  seguir trabajando para pagar los Impuestos Especiales o el IRPF e IVA... esperando a ser totalmente desvalijados y lamentando que nadie nos va a gestionar la recuperación, sólo nos queda pedir a Europa que: ¡Eche del poder! a esta casta corrupta y que le haga responder judicialmente del daño hecho a los inocentes súbditos maltrechos y en desesperanza total.


 José Ignacio Salazar Carlos de Vergara

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