viernes, 24 de mayo de 2013

EL TIO GEORGES / LA SOLEDAD Y LA LIBERTAD



Cuando éramos unos niños, en el Liceo Francés de San Sebastián, nos colocaban discos de vinilo en los cursos y mientras esperabamos a que nos proyectaran cine en su salón de actos.  Nos deleitaban los temas existenciales, sencillos y elegantes de  Moustaki y  de Brassens. Antes de ver “Cartouche” o el excelente: L,homme de Rio”. !Qué época!
Era tan sencilla su escritura que me "llegaba" a mi temprana edad. La profundidad se la agregué con los años, pero me gustaba porque hablaba de la soledad y de la libertad,  muy hondamente a pesar de su simpleza.
Hoy me he dejado el pelo largo y, tenía razón Moustaki da apariencia de soñador, que en estos tiempos tan poco espirituales y semejante “eureros”, no es poco.
Aquella época de mi vida era feliz. Vivía en casa de unos tíos, en el centro, y despertaba a sensaciones nuevas que luego se apaciguaron. Y me acompañaban, en mi inmensa curiosidad, las estrofas vagabundas y progresistas del tío Georges. Y aprendía y descubría vericuetos del alma y más  cosas.
Cuando teníamos tantos sueños y soledades de lujo que se proyectaban en ideales inolvidables, cuando no sabíamos que iba a suceder con nosotros en el “mañana”.
Mi imaginación se proyectaba mucho mas lejos que lo que podía viajar yo a cuenta del presupuesto familiar. Y quería ir a Paris a conocerle.
Contemporáneo de quienes dieron red abierta a la “Chanson Française”, como su mentor Georges Brassens, Gainsbourg o Brel. Una leyenda que se va, como partieron Ferrat y  Léo Ferré. Un compendio sonoro y bibliográfico que no tenía recelo a la Biblioteca de Alejandría
Escondía una vida callada tras su barba, el genio le salía por su guitarra y se dejaba llevar entre soledades ácidas, alejado del mundanal de los vatios elevaba algo su voz entre susurros para proclamar palabras dulces inclinadas hacia suaves revueltas.
Me encontraba yo en aquellos días en los que entraba en contacto con este vergel acústico, pasando malos momentos familiares. Y me sentía acompañado por la soledad, no estaba solo como Georges tampoco. Memorizaba en francés sus letras y me aliviaban los tranquilos acordes de sus aparentemente inocentes canciones.
Y cuando en mi vida me he sentido bohemio y “clochard” en una sociedad afectada por la tontería, he padecido siempre al errante, incinerado por  la jauría que te pillaba
La soledad se lleva mejor entre greñas de pelo y barba desmelenada, resulta más convincente. Y si sales, con ella sin afeitar, de una barricada parisina, resulta muy acorde con el amueblado espíritu de una época revolucionaria ensoñada. Pero dentro de una nirvana relajada y sin llegar a grandes revoluciones. La soledad, además, las impide llevar mucho más lejos las protestas ciudadanas. Pero da testimonio de que el mundo debe de ser cambiado, aunque no explican el cómo. 
El tío George, el romance para aliviar el remordimiento. Y el acompañamiento ideal para largas  noches con una chica mirándose hasta que reaccionamos en la pasión. El cantautor que siempre vio la soledad como algo lujoso y nunca desesperanzado.
Fue de él de quien aprendí que no  puede existir esa soledad total del solitario empedernido porque, las mujeres, siempre quieren a los hombres. Y están con nosotros hasta el último día.
Poemas libertarios para los inconformistas, alejados de ideología pero cantados con emoción.
Cantante del mestizaje y es que todos somos negros venidos del mismo sitio. Hablaba en poema sobre la belleza de las culturas. Dulzura y talento. Alguien diferente.
¿Qué queda de aquella época mía en la que desvelaba a Moustaki?: La música que sigue ahí en formatos diversos. Los sonidos celestiales que me siguen rememorando aquellas sensaciones agradables mientras esperaba ver un filme. Tantos instantes de cuando reíamos, disfrutábamos en el cine del Liceo Francés, cuando  éramos algo despreocupados y “ligábamos” por primera vez con las compañeras del Centro.
La semilla quedó ahí, en nuestro muy personal baúl de recuerdos y nunca se desvanecerá de nuestra mente; siempre estarán presentes aquellas canciones que nos harán vivir eternamente el amor y la rebeldía  hasta morir.


José Ignacio Salazar

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