jueves, 30 de mayo de 2013

EL COLECCIONISTA DE "PUENTE VIEJO"


PV ha hecho, hoy, dos  apuestas atrevidas. Transformar un secuestro en algo normal y absolutamente justificado.  Y hacer de una ensoñación, un juego en el que, ocurra o no lo visto en la realidad de los personajes, no cambia la rebeldía final ni lo que queda disculpado, sino que le da aún más fuerza y los motivos siguen siendo válidos. Lo que ocurre es que algunos quieren ver refocile y sólo refocile entre los "protas". Están pensando en musculitos y vellosidad pilosa así como discreta, la suficiente. Y se sentirán defraudados o tomados por el pelo por los guionistas.
También en "El coleccionista" de William Wyler, rapta el protagonista a una chica sin llamar la atención. Sin embargo, hoy, ha sido un misterio trinitario el cómo lo ha hecho "Gonzalo", desde "La Casona" hasta la alejada casa de campo, como también en el filme, sin que "María" se diera cuenta de quién la secuestraba. Sólo se comprendería  desde un sueño posible. Parece que en esta ocasión, "María", no intenta escapar en vano y la seducción entrambos es por el amor imposible que se profesan y no para que le deje en libertad. Interesante matiz. Desde luego que es un atipico secuestrador, pero a diferencia de Terence Stamp, muy complejo psicologicamente, el personaje de "Jordi Coll es más casero y menos trastornado, menos psicopata. Es más bien un vehemente irresponsable pero enamorado, idealistamente romántico y aventurero. Capaz de llegar hasta el delito por solventar una relación sadomasoquista, entre su amor y "Fernanpito". Me ha gustado mucho, no sólo la interpretación de los dos, Loreto y Jordi, sino por el cómo, y tal cual en el filme citado, les han echado a los actores la carga de la secuencia para que saquen lo mejor de ellos mismos. ! Ha estado soberbios!. Muy a pesar del otro gazapo: La incomprensibilidad sobre ¿cómo se montó esta operación secuestro?. Me ha gustado mucho cómo se ha plamado la resolución a ese tema sobre la represión sexual en los sacerdotes, que lleva dentro "Gonzalo",  con un secuestro, !genial!, sobre el celibato castrante, sobre esos hombres que quieren a mujeres a pesar de sus clases sociales de ambos, como en "El mensajero" de Losey. Una exhibición de pálpito cinematográfico de los benditos 70 en el cine. El duelo interpretativo de estos dos actores, que no ha hecho sino comenzar, en esa claustrofóbica cripta de amor, propia del teatro puro y duro, ha resultado una delicia para un amante de aquella televisión teatralizada de los 60, a la que PV resulta tan grátamente recurrente. A diferencia del filme de Wyler, donde un loco, aunque sea romanticón sigue siendo un " locatis" psicopático porque lo lleva en la sangre, creo que un cura aprisionado con el celibato, deja de practicarlo cuando se rinde a la persona de su vida. Que no existen aristas, atajos, convencionalismos, subterfugios, cuando el amor hacia el alma del otro se funde con el deseo sexual, con el sudor y la pasión del jadeo, con la obsesión por ese otro "yo" y con la amistad que profesa a su amiga también a la que no soporta verla sufrir. El cóctel es explosivo. Esa, es la única verdad. Ni Dios ni la iglesia hacen parecer a un hombre o mujer pecadores y el secuestro deviene algo normal y está justificado. Todos hemos tenido fantasías de este tipo, encerrarnos con la persona que más queremos y salvarle porque no soportamos su sufrimiento. Yo nunca he convertido en realidad hacer una locura así, pero otros sí. Aunque sólo lo hayan soñado: "María"  esta tarde. Y...continuará.


José Ignacio Salazar

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