miércoles, 16 de septiembre de 2015

EL MARIDO INFIEL / LA MENTIRA


ACTRICES DE LA TARDE:

                SANDRA CERVERA Y ADRIANA TORREBEJANO.

CON:    RÁQUEL PÉREZ, FERANANDO CORONADO, IVÁN MONTES, ANA CAÑAS Y HUGO ARBUES.


Es una pena que momentos brillantes de esta tarde (me refiero a ese desencuentro entre "Hortensia" y "Alfonso" así como la respuesta que dan unas flores marchitas tiradas en el cubo de la basura) sean interrumpidos por la moviola. Carece de sentido y sólo encuentro explicación a este montaje que confunde por la interrupción continuada de secuencias, lo achaco a presupuestos de rodaje; de lo contrario (y ESDPV lo hacen profesionales que nunca han abusado de la repetición explicativa de momentos vividos, y tan próximos temporalmente ya) no me explico esta moviola que resulta tan anómala y que le presenta un problema serio de ritmo a la serie; solo me lo explico para ahorrar. Dos minutos diarios por 22 capítulos son una media de un capítulo al mes de relleno. Es mucho.
Y lo digo con pena porque han roto el ritmo de una secuencia magnífica en la cual "Emilia" sospecha, descubre y reacciona. ¡Impagable actriz esta tarde! Sandra Cervera.


Rompen el ritmo y en estos momentos melodramáticos es lo peor que puede ocurrir. Tiene un agudo seguimiento psicológico de la mujer y de la evolución de una sospecha dentro de una tensión que coloca a este matrimonio en una situación límite. Tiene mucho de ese soberbio fresco de lo rural y su mundo infiel que tanto gustó a directores franceses y también a Buñuel. Las escenas se han ido desengranándose con mucha vehemencia, apoyándose en esos elementos que sugieren y dan pistas sobre lo que acaba de ocurrir. Y donde la imagen y la expresión de los dos protagonistas, Fernando y Sandra, hablan de la vergüenza e infidelidad por sí solas.


Mentira y embrollo desde el lado más oscuro y embustero de la infidelidad conyugal. Donde el engaño se esconde y la verdad sale a relucir porque emana de esas pruebas indestructibles que van dejándose; con esa genial secuencia final en la que, ella, le pide explicaciones a un marido cabizcaído. Trata este momento de algo mañido como es la infidelidad del hombre casado y el daño en el entorno familiar, pero tratado con mucho gusto y contención. No me puede creer que quien es capaz de realizar secuencias como esta, nos de por otro lado bodrios como aquellos en los que aparecen dos insistentes metomentodo y malas, como son "Candela" y "Rosario" que están para jubilarlas en "Fuerteventura" como muy cerca.


Es la destrucción de un entorno perfecto, con un ritmo relajado que camina lánguida e  inexorablemente a la tragedia si Dios no lo remedia. En esta historia que intuye "Emilia" había algo soterrado que le llevaba a sospechar. Con una reacción taimada, invisible casi que te coge por sorpresa y llena de virtud interpretativa.
Es un buen momento en la tarde, de los pocos conjuntamente con la visita de "Sol" a la humilde familia de ese niño enfermo y con una golosa merienda bien resuelta, esta sí muy al estilo de Luis Buñuel cuando filmaba meriendas como por ejemplo en "Tristana", así como esos breves momentos que nos agradan siempre y que brinda Iván Montes (muy maduro ya y que confirma que desde un principio despuntó con fierezas y se ganó al público).
Unos instantes terribles sobre algo que siempre y con interés se ha mostrado en la televisión, que nunca resulta apático por el morbo que lleva: la cornamenta por los siglos de los siglos.
Sospechas, mentiras traiciones; mujeres que piden dejes a tu esposa porque no te da lo que ella ya; historias sexuales ocultas basadas en la falsedad e hipocresía, el engaño de un hombre atrapado por unas pestilentes garras de una sinuosa y extraña mujer, sensual e inteligente, manipuladora y sugestivamente perversa (una actriz Raquel Pérez que da en el clavo en su papel).




Imagino que, a partir de ahora, como en los mejores filmes que no abusan de la infidelidad, todo será un detonante que nos ofrecerá una serie de reacciones en cadena y cambios sustanciales en la convivencia y en la actitud de ambos.
Me gusta además por su aire plebeyo, ya que esto de  los cuernos es transversal y no hace falta mostrar sólo el lado pudiente y burgués de la infidelidad; que parece que sólo existe en esa casta y sí te parece bien el desarrollo cinematográfico de un adulteriio, te tachan de burgués y facha. ¡Que ya ha pasado! No es una historia de burgueses y repugnante moral, es de campesinos y su moral es parecida cuando te salen unas faldas al camino.







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