miércoles, 28 de agosto de 2013

"ECCE HOMO"


Capítulo sobre una angustia y narrada de modo sofocante y tremendo. Dicen que a todo cerdo le llega su "San Martín", pero no sé si a este le quedan aun dos o tres santorales más.
La Vulgata latina de aquel pasaje del Evangelio de Juan, así como cualquier representación pictórica de Caravaggio, sobre aquella muerte desastrada, se quedan cortas con la imagen de Carlos Serrano, perfectamente maquillada y representada hasta, anímicamente, del modo volátil de los que van levitando y saliendo de su cuerpo; que se van marchando tras el esperado desenlace fatal que, tal vez, le aguarde  a otro de los “Mesía”. Allí, en aquella aséptica habitación del color del sayo mortuorio, fallece el tortuoso personaje al que se lo comen los derrames mientras le correo la putrefacción de sus órganos, dejándose contemplar como un guiñapo. ¡Bravo!. Carlos Serrano. Se está muriendo dejando su avaricia para el que le siga, renunciando a toda trascendencia y solemnidad. Era patético verle hecho un “Ecce Homo” sin ya sus grotescas posesiones terrenales.
 
No es fácil hacerse el moribundo. Me comentó en una entrevista, Don Rogelio Hernández, la Voz de Marlon Brando y de Paul Newman en el Estado, que era más fácil morirse en la vida que en el cine, en un buen doblaje se entiende. Rogelio fallecería en aquellas navidades del 2011. Por cierto, en septiembre, entrevistaré a una buena amiga, a su esposa Rosa Guiñón, la voz de Julie Andrews.
“María”/Loreto no lo está haciendo mal, ni mucho menos. He leído piedras que caen sobre ella porque resulta insufrible. Es cierto que el guión, a ella, le ha jugado altibajos peligrosos. Y asumo que los ha sabido sortear, la actriz, ecualizando los momentos hasta lograr un sosiego en momentos de euforia literaria, y ha arriesgado mucho hasta conseguir bellos momentos en interpretaciones precisas, cuando flojeaba el texto. A pesar de reiteraciones en ciertas incomprensibles situaciones, por parte del guión, ella muestra siempre una emoción explícita en su recreación. Sé que falta profundidad en la construcción de algunos momentos, a veces naïf y ñoños, pero Loreto siempre interviene firmemente, con convicción en la enorme dificultad de mostrar la complejidad de sus sentimientos afectivos y las perversiones  ocultas a las que ha sido tratada y muy difíciles de comunicar. Es una gran donostiarra y creo que ha hecho muchísimo por mejorar desde aquellos programas de txapela de la subvencionada EITB.
Es enorme. A algunos, para con Aída de la Cruz, les ocurre como con Carlota antes de que el gran público la considerara una grandísima actriz. En este caso peor, menospreciaron a una genuina interprete, heredara de aquellas risueñas que desplegaban con gran glamour una mirada dulce e intensa; de rostro comprensivo como marca de lujo; que lucían ondas al agua; de diseño retro. Tal como eran, las mujeres más maravillosas y   románticas del mundo de Hollywood. Como Jane Powell,  Olivia de Havilland o Teresa Wriht. Es que está sublime, incluso a veces transfigurada, y le veo una dignísima sustituta del pobre “Tristan” cuando pase a otra esfera interpretativa. “Candela”/Aída, esta tarde como pocas otras veces, en la confitería, ha centrifugado todas las ausencias y miedos del personaje de su futuro marido; extrayendo toda su inseguridad y lo peor de él. Parece que lo ha limpiado, envasado al vacío, docilizado. Aislado su cuerpo dolorido y le ha hecho reconocerse como alguien que se había dejado la "chaveta" en algún lugar del tiempo. Aída, son las maravillosas mujeres, uno de lo grandes misterios espirituales de la condición humana.

 
No está fuera de época PV. Día a día lo reconocemos aquí. En medio de un lenguaje y de una formal teatralidad, que nos retrotraen a aquella televisión que veían nuestros padres; su marco de faena y su historia, son incuestionablemente muy atractivas. Con soberbias interpretaciones (mañana llega el “telele” transido y transpuesto que le da a “Francisca monteconnegro” al ver a su impresionante yerno), incuestionable loable trabajo de actores que han logrado acariciar el sentido de los espectadores, trasladando una empatía emotiva e intelectual.
Me suele decir Carlota Baró, que aprecio y quiero muchísimo, que son palabras mágicas estas que les dedico. ¡No!. Como le respondo: Intento, pobremente,  transcribir la magia de todos ellos, los actores,  en estas apresuradas líneas. Ellos son estupendos. Yo soy sólo un pasajero del tiempo.
Por cierto dicen que los casados, como en aquel  gran film de Hathaway: “Alaska tierra del oro”, iban a buscarse una esposa para irse a Alaska con ella, y resulta que ya se había casado en el filme, la "prota". Pues... Rita/Charlotte” lo está de nuevo enmadejando con su verdadero amor: “Isidro Buendía”, apellido literario de García Márquez, en sus “Cien años de soledad”. Se está benditamente rebelando y es que se han acabado las pilas en la cosa de la cama y del corazón, con "Anibal" que cualquier día se nos va a los Alpes, desesperado porque ya son dos y le han perdido el miedo.
 
Hoy, aunque poco, hemos podido disfrutar televisivamente con Carlota. Por cierto, se reconoce ya en los foros que, algún día, se fijará en ella algún productor de cine serio y no de gachuminadas subvencionadas para pijos sin remedio. Actriz para grandes “roles”. A mí me gusta mucho ese su empuje interpretativo de sufrida mirada sometida; de añoranza de doble filo; de inteligente puesta en duda de casi todo, que la da ese toque femenino y maduro( siendo ella una jovencísima actriz) de las perdedoras de ilusiones que son llamadas a mediana edad. Y me apasiona sobre cómo busca con los ojos; su capacidad para no caer en desasosiego, aunque sólo sepa cuatro verdades culpables del por qué hay tanto a desconfiar de los demás. Carlota es una actriz completa y perfecta.
 
Un poco flojo el encuentro entre “Martín” y su tía “Soledad”. Daba la impresión de poca credibilidad. Aunque lo mejor ha sido el diálogo entre María Bouzas y Alejandra Onieva. Espectáculo, teatralidad y sentimientos en este encuentro. Para mañana, adivinamos quien viene a esta casa. Esperando a Sydney Poitier, pero sin la voz inolvidable de Manuel Cano. El que mejor le interpretó en castellano. A cuya memoria dedico este escrito.
Dedicado al maestro de todos los actores de doblaje: Manuel Cano. Ya que, mañana, llega alguien como aquel su Sidney Poitier, en unos de los mejores doblajes que hizo el actor. "Adivina quien vino a cenar esta noche". Manuel, lo pasó mal en ocasiones, no se le respetó como se le debiera. Era la voz del galán, como solía comentar el también desaparecido Antonio Gómez de Vicente. Maravilloso Yul Brynner, en "Los diez mandamientos" y memorable "Mesala", Stephen Boyd, en " Ben- Hur". En su memória!!!


1 comentario:

  1. Creo que ya lo comenté alguna vez, me gusta ver las películas anglosajonas en version original, no porque sepa inglés, sino por oir las verdaderas voces de los actores, aunque hay que reconocer que los actores de doblaje españoles son una maravilla ;)

    Carlota Baró está espléndida, con las pocas escenas en que sale, llena el capítulo, hoy por ejemplo, cuando está sirviendo el desayuno a la doña, lo decía todo con esa mirada suya, tan limpia, tan resignada, tan sufrida con el trato que le da la señora...

    Es verdad que el encuentro de Martin y Soledad me ha sabido a poco, parece como si faltase alguna imagen, como si hubiesen recortado la escena. Alejandra Onieva me gusta mucho en esta etapa de la novela, menos mal que le han cambiado el 'chip' al personaje y sobre todo le han cambiado el peinado y le han quitado aquella peluca ridícula que llevaba en los últimos tiempos.

    Y por último 'Maria', yo creo que a Loreto no se le pueden poner pegas en su interpretación, estoy de acuerdo contigo, creo que está cada vez mejor, yo la veo muy creíble en su papel. ;)

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