miércoles, 22 de marzo de 2017

SIEMPRE TE HE QUERIDO


Las secuencias y los filmes o seriales nos emocionan a cada uno de modo diferente, dependiendo de nuestra vida y pasado, de nuestros sueños, de lo que aspiramos en la vida, de lo que nos importa realmente. Y cuando vemos esta secuencia maravillosa del beso entre hermanos que lo desconocen, previo ese plano del rostro de una "Nuria" enamorada hasta sus entrañan de mujer, no es la emoción la que me asaltó esta tarde, sino el alma portadora de esa emoción, que no es otra que el eran misterio del amor que surge más allá de la consanguinidad.



La secuencia ha sido hermosa y lo van a tener muy duro cuando se enteren de que son hermanos; a ver quien les hace desquererse, sobre todo a ella. Las mujeres aman más que los hombres. Pero, además, han descubierto los dos que sin el otro no podrían vivir jamás y que el único mundo que existe es el que los dos han creado. En ese abrazo y beso se ha establecido una burbuja entrambos y, a partir de ahora, no imaginan el futuro sin el otro.


Esta resultando un cautivador drama sobre la relación entre una pareja que un día descubrirán son hermanos; ahí los guionistas deben hilar muy fino; es una historia muy delicada y requiere un tratamiento exquisito y casi un trabajo de ingeniería para resolverla. Para comprender esta relación hay que sentirse enamorado o haberlo estado profundamente. Comprender que los amores, y más estos entre hermanos, se tendrán que ajustar a la moral y a la decencia, pero son tan frágiles como todos los demás. Muchos de los amores son evanescentes, por hastío; cansancio; desidia; monotonía y este, por la sangre compartida y las circunstancias terrenales, limitan todos su supervivencia. Pero son bonitos mientras duran. En el caso de los hermanos, puede ser trágico. Hoy, estaban apunto de hacer el amor en el sofá, interrumpidos por la limpiadora. Es una trágica historia de amor que, aun, ellos desconocen a dónde les puede llevar. Imagino cuando,"Jaime", se la presente de nuevo a sus padres.


Él: "Siempre te he querido" de ella,  ha sonado a adentrase, no sólo en el otro personaje, sino en nosotros mismos, los espectadores. Casi respirábamos con ellos dos. Es increíble la capacidad de transmitir que tiene Thaïs", lo que le quiere la cámara, más que el anti-héroe "Jaime-Novoa". Toda este reencuentro resulta muy emotivo aunque el espectador pueda rechazarlo porque conocemos la verdad. Es demoledor por lo que nosotros ya reconocemos en la trama; los de "Amar es para siempre" son expertos en hacernos copartícipes de las mismas.



La violentísima secuencia de "Yuste", ebrio, insultando a "Nuria" y a "Alba", rompiendo la botella e hiriendo a "Nuria" para tras ello intentar detenerla, ha sido ese puntazo de violencia que como todo lo que rodea a este personaje y excelente actor, "Yuste"/Carlos Heredia, no es gratuito sino nace de un resentimiento y odio cegador a la libertad y a todo aquello que un día pudiera echarse sobre ellos. Este personaje desgraciado y alcohólico y su desvarío fascista, fusionan ficción con realidad social y ello deja de ser algo al margen de la ficción: es nuestra triste historia. Unos criminales que a quienes más temen son a los soñadores, profesionales comprometidos, intelectuales, obreros sindicados, jóvenes y estudiantes y  a las mezclas raciales y culturales. Esta gentuza, y demás, y todos los sucios mentales y delincuentes que les apoyaban o daban alas, eran la escoria de aquel inmundo Régimen. Y lo que se ve es realidad sin maquillaje o exageración. A destacar la pierna herida de "Nuria" de igual modo.






Las chicas de la Cruz Roja pero en su versión nada kitsch de 2.017. No es aquella rancia y trasnochada versión cinematográfica, donde lo mejor eran los actores, del filme de Rafael J. Salvia, es la versión original íntegra sobre quien organizaba y que maldad conllevaba aquel despliegue de medios de "La Banderita" y del bocata de chorizo, para trascender a la enorme racialidad de las capas que apoyaban al franquismo y a aquella damas en torno a Carmen Polo de Franco y el Régimen. Para "La Marquesa "Ana María", era un modo de ganar méritos y hacer negocio, pero no conllevaba nada de preocupación humanitaria y social, al contrario. Él guión ha dado en el clavo: El franquismo no era solamente Franco, su Régimen personal y sus paniaguados. Era un ministro que, al extender la mano a un obrero o campesino, se la limpiaba después. Como "Ana María", jamás mezclaría su sangre con el sucio populacho y bastante hace con perder su tiempo. Este era el esqueleto inmoral de aquel Régimen. El fariseismo de una sociedad pudiente de sentirse benemérito por un día, cuando luego no les duelen prendas en aplastar a todos para alcanzar su meta o defender sus privilegios. Por ejemplo el de "Alonso".









La llegada de "Félix" a casa ha sido de lo más deprimente. ¡Bien! Por el actor, Nancho, que parecía realmente cansado y derrotado. Vuelve a su casa y confirma lo que muchos suponíamos que, el exilio, acabaría pronto. Queda mucho camino por recorrer aún y lo seguiremos en estas crónicas. Y ese abrazo a "Jaime", esa mirada arrepentida y expectante de ella y ese amor por sus hijos han llegado muy hondo.
Me ha recordado mucho a aquel personaje, "Luis" del filme de Manuel Mur Oti, protagonizaba por un actor de doblaje y cine al que le tocó la lotería, que acabó pobre y durmiendo en los estudios de doblaje y hasta en el Metro: Fernando Nogueras. Y no fue el único en eso de acabar durmiendo en el metro. Hay momentos en los, Nancho hoy, nos ha recordado a la portentosa interpretación de Fernando Nogueras. Metido, "Luis", en un melodrama parecido al de "Amar es para siempre", capaz de hacernos ver su abatimiento; absorbente momento como el de esta tarde que nos emocionó profundamente. ¡Y que ganas tenemos de que vuelvan a reconciliarse. Los personajes de "Rosalía" y "Félix" están brillantemente trazados, precisamente porque, viviendo una crisis  habitual, su interpretación nos mete en ella como si fueran nuestros padres y el melodrama desparece. Eso sólo saben hacerlo los buenos y el mejor director. En el filme de Mur Oti, eran las fuerzas represoras quienes les separaban; en esta trama, es el desliz imperdonable de un hombre; pero, en las dos ocasiones, traumas de un pasado que condicionan su presente. 





Por cierto, tiene razón "María"; es que estos comunistas te la lían, con el cuento de la libertad que debía de llegar y que no era sino un puro interés de aparato de partido; y luego te dejan tirado si tienes problemas. "Rafael" es un buen hombre al que le han hecho creer que, el futuro de la libertad, pasaba por este partido que tiene un pasado más negro que una carbonera sin luz. En aquella época, ningún partido en la clandestinidad hizo nada que no fuera buscarse una oportunidad de repartirse la tarta tras los nuevos tiempos que se olfateaban llegarían pronto. Se vio después.



Por cierto el amigo Querejeta me ha recordado en este momento en el que habla con "Rosalia", en la gesticulación, en el rostro y hasta en la voz a aquel desaparecido actor, tan injustamente tratado por el pésimo ambiente artístico que se ha vivido siempre en España: Paco Algora.






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