domingo, 28 de julio de 2013

"QUE SIEMPRE LE HABÍA QUERIDO Y QUE SE ACORDABA MUCHÍSIMO DE Él CUANDO SE SENTÍA FALLECER"




Este artículo se publicó en "Primeran.com", medio que retomamos en octubre, el 10 de noviembre del 2012. Lo censuraron en otro medio de prensa editado para el Pais Vasco. Lo escribí con toda la rabia y profundo dolor por las chicas fallecidas. Inocentes víctimas en un país de  corruptos. Desde luego que no las olvidamos. Belen, Rocio, Katya y Cristina.
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LOS MUERTOS VIAJAN EN  EL “NÉCESSAIRE” DE ANA BOTELLA

Ana Botella se llevó a Lisboa, la tragedia, en el “nécessaire”. Incluso lloró mucho. Con moquero de terciopelo para secarse las lágrimas negras por las fallecidas.
Ya en el 2066, un informe de la Policía, advertía que el Madrid Arena funcionaba ilegalmente desde el 2002, sin cumplir requisitos de licencia de actividad que obligan a las empresas privadas, y con aforos no permitidos. Otros informes posteriores, en el 2008, los de una empresa que contrató con el Ayuntamiento a través de otra empresa, guardados en un cajón, alarmaba sobre deficiencias sin límite en seguridad y de los impagos  a la seguridad social. Este desgraciado tema se resume en que no se han cumplido las leyes. Y  Ana Botella se va a Portugal con su tristeza.
Es algo que presupone que te va a poner escarpias en el pelo pero no es algo  nocivo. Es Halloween y sigue de moda de aguantar la vela hasta el amanecer.
Halloween es una broma divertida cada año a celebrar. No hay vísceras ni higadillos como en los visionados de los  filmes gore, desperdigados por las casas encantadas en tal noche de brujas, salvo salchichas por el suelo y demás cóctel de colesterol fritado. La sangre es de “pega”, las hogueras son una lánguida fogata y los monstruos dan risa. La stumbas de los antepasados son el vehículo de "papi", prestado para esa noche. Los demonios se adosan a cuernos flácidos y los rostros se pintarrajean con crema de guacamole. Y la gente jóven y los cachondos se lo pasan muy bien.
Y como hace frío apetece celebrar este aquelarre caldoso en un interior. Gústese de comer los dientes de ajo en un recinto cubierto y los tropezones de tripas en lugar manipulado por un tal Aoki. Y si te asalta cierta pesadez de estómago o quieres evacuar la sopa de guisantes, tener un pasillo que te lleve  a un urinario donde viertan las aguas del bebercio, por donde transitan otros monstruos agitados y ancestros alucinados cuyos esqueletos  no encuentran sosiego entre este Halloweeland de caramelo y sin cenobitas o murciélagos aunque se encuentren disecados.
En aquella velada de cachondeo cuatro tal vez cinco chicas, han perdido la vida. Belén. Rocío. Cristina. Katia se iba asfixiando y casi ya en agonía pudo dar algo de soplo a sus pulmones aplastados para transmitir a su amigo un mensaje para su padre. “Que siempre le había querido mucho y que se despedía de él”.
Unas personas inocentes han perdido truculentamente su vida en el Madrid Arena, se escribe rápido, porque confiaron en un  organizador que, a través de pinchazos policiales  a clientes de esta persona, noqueaba  la ley porque tenía un “contacto en el Ayuntamiento”. Se pusieron en manos de una persona con procedimientos judiciales por muchos delitos, bien contemplada en el Consistorio. Y porque el “botellón” confrontó entradas y salidas de una “ratonera”.
Esa es la razón. La de lo que un día iba a suceder porque el recinto carece de licencia, de informes precedentes sobre medidas de seguridad, de las que carece, y no está en absoluto preparado para macro  fiestas  y menos apto para evacuaciones masivas. ¡Una joyita!.








 

Desde los tiempos de Gallardón se ha cedido imprudentemente este recinto para diversas actividades a las que gentes dudosas rentabilizaron provecho económico. Un uso público permitido por el ayuntamiento que ni inspeccionaba el uso no  controlaba la seguridad de los eventos en el Madrid Arena.
No se puede permitir que se haya puesto en riesgo la vida de cientos de miles de personas, en esos años, y sobre todo la muerte de estas pobrecitas porque personas de ese ayuntamiento vengan permitiendo, a las mafias de la noche, burlar la ley a cambio de transformarse  en clientes “vip” de respectivos locales.
No se debería parar hasta ver en los juzgados a quienes archivaron en un cajón, el informe que, desde “Madrid Espacios y Congresos”, se envió a la concejalía de Urbanismo, cuando deseaban vender el edificio del Madrid Arena. En el mismo, se daba cuenta certera de todas de todas las deficiencias concretas en materia de seguridad y de incumplimientos legales del recinto. Este informe se ha recuperado esta semana.
Ha sucedido que, mucho de lo que se indicaba en el informe, se ha confabulado fatídicamente, en Halloween, contra una masa de inocentes jóvenes que duplicaban la capacidad de aforo en la noche de autos. Más de 18 deficiencias entre las que destacaban la insuficiencia de pasillos para salir del recinto a la calle. Así como la inaccesibilidad del pabellón para una actuación de los bomberos.
No había seguridad en la ventilación. Carecían de puertas contrafuegos. El contra chapado de madera de los asientos, tampoco era el adecuado. Los detectores del techo eran muy altos y fuera de norma. Pero, todo, durmió el sueño de los justos.
La tragedia se propagó a medida que miles de personas del “botellón” cercano, ilegal pero permitido, accedían salvajemente por estrechos conductos para ver al nuevo “Diós” de nuestra era: Aoki. Se creó tal hilera de pánico en el embotellamiento que acabó  en aplastamiento general. Pero hubo mucho más.
El drama vino empeorado por las puertas cerradas; por la actitud de cuatro encargados de seguridad en aquel horror de túnel de la muerte, que no se identificaron,  que pegaban puñetazos, empujaban salvajemente a  los pobres chavales, les pisaban a jóvenes mujeres caídas entre la multitud que les coceaba, casi les hacían comer cristales del suelo, pegando golpes por todas partes dejando mandíbulas crujientes. Que masacraron a todos aquellos chicos presos del pánico que, pretendiendo salir, se confrontaban con los demonios del “botellón” o que invadían, en sentido contrario,  los túneles de la muerte desde la orgía exterior.
Esta no ha sido una historia que entretiene mientras asusta o agobia, que nos ponían en vilo durante la adolescencia.
Ya no se estila aquello de las dulces pesadillas que hacían hambre con  las hortalizas sobre guisos sanguinolentos o con las macedonias de huesos; digiriendo las setas sospechosas arrancadas del huerto de los horrores; degustando unas natillas que estaban hechas con zumo exprimido de “potas” de muerto viviente; basándose en sirope de limón acidulento,  precocinado exquisitamente en la casa del terrorífico Yeti; regado todo con sake como en los filmes japoneses. ¡Cómo que ya no!. Nos hemos hecho menos abrasivos y hasta les hacemos asco a aceitunas morronas aunque sepan a gloria. Ahora acudimos a la “pelada” de unas macrobióticas fiestas que las organizan unos estafadores.
No se les puede perdonar a ninguno de los responsables, incluido el Ayuntamiento, haber tratado así a pobres personas destrozadas por el Estado de Partidos. Deben ser detenidos por haber torturado a unos inocentes que iban de juerga.
Les pisaron; les han roto las mandíbulas; les golpearon hasta dejarles en el suelo aplastados; perdieron hasta los zapatos en su huida; aplastaron a las chicas que mordían el suelo; les mataron por asfixia. Testigos mudos hoy, aterrorizados tras  una fiesta que acabó en este espantoso final. Nuestra condolencia a las familias.

José Ignacio Salazar

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