jueves, 18 de junio de 2015

EL NOMBRE DEL AGRESOR




ACTORES :
NURIA GAGO, FERNANDO VAQUERO JOSÉ ANTONIO SAYAGUÉS

CON:
ÓSCAR LADOIRE, PALOMA PASO JARDIEL, ANDREA ROS, JAVIER HERNÁNDEZ, ROGER COMA, MANUEL VAQUEIRO, DANIEL FREIRE, ÁLEX BARAHONA, ANDREA DURO Y JUANJO ARTERO.


Han bastado cinco minutos de una secuencia, la final, para hacerse como la mejor de la tarde y sobre todo la que más solidaridad nos arranca de nuestro espíritu de apoyo para con las mujeres (aunque se trate de una ficción). Ese "¡Ha sido Juan!" casi mortecino, ha sido rotundo y ha sembrado escalofríos en el hermano y padre de la víctima. Un poder inmenso en un cuerpo magullado, en el de "Clara" (una impresionante Nuria Gago esta tarde a pesar de su escaso aparecer en pantalla), una fuerza regeneradora de su femineidad que lucha a favor de su vida y cuenta lo que le ha sucedido en esas escuetas palabras que lo dicen todo, casi exhausta, en un limbo tras el despertar, frente a ese otro increíblemente buen actor (que parece que no es actor sino el agresor en verdad de lo bien que lo hace) Fernando Vaquero, de decadente masculinidad  y que administra la superioridad y establece la desigualdad, dando puñetazos y apaleando a su pobre mujer.


Las acciones son las que definen a los personajes en este serial más que en otros muchos y toca muy valientemente el lado de la irracionalidad de las agresiones, la arista pavorosa del chantaje, la cobardía tras de los impulsos criminales, tapizados de cinismo y manipulados convenientemente para que no aparezca la culpabilidad por algún lado.
Fernando Vaquero muestra un singular talento para la puesta en escena de un  enajenado agresor y para el uso de una atmósfera creando un clima de violencia excepcional (esta tarde se ha comprobado en dos momentos, en la calle con ese caballero de la interpretación que es Daniel Freire/ "Don Aquilimo", así como en el "Café" con Álex Barahona/"Nicolás); un personaje increíble de un perfecto tarado, un maníaco dentro de una agresiva estética atemporal, ocurre en cualquier otra época porque la mente nace desviada en cualquier tiempo pasado, presente o futuro.
Un personaje con una gran capacidad para mostrar un toque malsano y que apesta aunque parece que se trate de un bipolar que se hace el tonto. Radiografía perfecta de un matón sin escrúpulos para con su mujer, que se camufla de salvador e intenta olvidar el pasado con el que dice haber rendido cuentas y que no se inmuta ante las humillaciones y golpes que recibe la misma, al contrario son correctivos justos para la buena marcha del matrimonio.
Con ese veterano ya gran personaje de "Pelayo"/José Antonio Sayagués, altisonante y racionalista, expresado por olas de verdades como puños y emociones profundamente subcutáneas que ha mostrado esta tarde convulsamente en su mirada, el horror de conocer el nombre del agresor.





Secuencia que tiene un humor negro de no te menees, enamorada de un terrorista y con un padre comisario que persigue al elemento criminal este. Con una graciosa interpretación de ambos donde, el padre y comisario nada menos, se siente impotente ante el corazón de una chica que ama a un chico y contra eso, nadie ha inventado algo para pararlo. Geniales Andrea y Don Óscar, un policía que bebe mucho del Polar francés que mostró a actores, inmortales, como Delon, Belmondo, Ventura, Gabin, Reggiani y a directores grandiosos como Melville, Dassin, Clement, Becker, Jose Giovanni (de los que más me gustan), Chabrol a quien entrevisté dos veces en el Festival donostiarra  y sobre todo mi favorito. Henri Verneuil. Que dío filmes de calidad absoluta como "El círculo rojo", "Rififi", "A pleno sol" o "El silencio de un hombre".


Óscar, el Comisario "Arratia", tiene mucho de aquellos hieráticos personajes del Polar. Cargado de detalles, no exento de humor, de hombre duro pero sólo al que su hija le torea (eso ya es hispano). Un "poli" silencioso, listo, frío, hierático y con una meticulosidad que hace dar la sorpresa al final; no se le escapan algún detalle, todos son importantes, todo es minuciosamente estudiado, ello bebe de las fuentes del Polar. Tiene mucha riqueza de matices y está perfectamente construido en su aspecto dramático así como de vis humorística que desdramatiza la idea del policía inhumano que carece de sentimientos (él los tiene, hay un lugar en su espíritu para ellos). Eso sí, es un buen policía, hace su trabajo con espíritu de perfección y con gran auto-control psíquico y emocional. Y es maravilloso en su interpretación.






A destacar algo que parece puede, digo puede, destaparse; el robo de niños y sus venta por parte de religiosas, intermediarias en repugnantes operaciones negocio que vimos en esta primera parte de un serial fallido como es "Sin identidad". ¡Veremos! Algo consustancial en aquella época de la dictadura y que continuó después en la llamada democracia de los parecidos a los de antes.
A destacar de nuevo la sagacidad de la monja, una perfecta Paloma Paso Jardiel que sigue manifestando con una dialéctica brillante agazapada entre la pureza de la maldad, manifestada en una convincente sequedad de formas, miradas soterradas con dosis de malicia como un demonio sutil y delicado, cuasi angelical en sus aparente comprensión y compasión, más que practica el lento asesinato de toda la inocencia de una adolescencia a la que envía hacia un paraíso que oculta un demonio dañino y destructivo de la pubertad.





¡Bien por estos dos actores. Valiente "Lucía"/ Andrea Duro, siempre está impactante con ese su caracter que defiende su futuro, en el que cree, con vehemencia. Y un invertido que tiene un lado cómico (acojonante Roger Coma) pero que no escatima sobre lo que la ambición es capaz de transformar a un individuo para alcanzar el favor de un dictador, Jefe de Partido o de quien sea, para medrar. Un invertido que conjuga su oculta inclinación, perseguida sañudamente en aquella época y que la consideraban una guarrada (los consideraban unas "locas" inútiles para la circunspecta función pública) con el machismo más exacerbado que se pueda imaginar.



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