domingo, 21 de junio de 2015

LA PERVERSA MENTE DEL AGRESOR / CRÓNICA DE UNA BRUTALIDAD


ACTORES DE LA TARDE:

NURIA GAGO Y FERNANDO VAQUERO

CON:  MARIBEL ALONSO, JOSÉ ANTONIO SAYAGUÉS, ITZIAR MIRANDA, MANUEL BAQUEIRO, ANDREA DURO, ANDREA ROS, ÁLEX BARAHONA, ÁLEX MARTÍNEZ, LUIS BERMEJO, NATALIA RODRÍGUEZ Y LUCÍA MARTÍN.


Detrás de toda esta secuencia late una gran y legítima denuncia social de la situación de muchas mujeres, antes y ahora por supuesto. Encerradas en sus casas con sádicos bestiales que les dan palizas sin cuartel. Sobre el peso de los celos y la fuerza bruta sobre la razón y el amor entre hombre y mujer, que fenecen frente a las agresiones brutales que sufren esas mujeres, muchas por cierto. Ha sido un precioso canto a la libertad de la mujer, aunque se encontrara en tal lamentable estado de coma, una defensa de su dignidad y de su gran espiritualidad, una glosa a la evolución en el hombre y a una apertura mental en una sociedad machista y cerrada, en una época de brutos y de fascistas muy similar a la de ahora.


Fernando Vaquero/"Juan" lo borda tanto en su interpretación que parece un maltratador de verdad. Inmenso protagonista Fernando Vaquero, un actor perfectamente preparado para manifestar su desquiciada psicología como personaje agresor de mujeres. Increíble como psicópata dulce y amable en apariencia, que sabe buscar la vuelta a su delito con un cinismo atroz pero que resulta un esquizofrénico que sabe lo que hace, por celos e impotencia, que mientras da aparentemente su  lado más bondadoso y cándido, se encuentra un loco peligroso a pesar de su apariencia inofensiva de persona algo marginada pero tímida y algo retraída. Un típico agresor que parece no ha roto un plato nunca y que finge no poder ni dar un manotazo a una pobre mosca.


Fernando es un actor tremendamente innovador como lo fueron otros actores en su tiempo: Anthony Perkins, Tony Curtis, Sir Richard Attenborough, Peter Lorre... creando personajes borrosos y muy complejos para el cine, memorables psicópatas de indescriptible fuerza. Actores que ocultaban sistemáticamente la verdad; es una pena que en España haya tanta incultura de todo tipo y no se busquen las jugosas referencias que este personaje de "Juan" en la serie, que otorga tanto interés y fascina en la serie.


Perfecta combinación de una mujer agredida (una inolvidable Nuria Gago), con su narración brutal de cómo sucedieron los hechos del apaleamiento, con un marido que encarna perfectamente un trastorno agresivo de personalidad entrecruzándose con esas muecas de una mujer agredida, difíciles de superar interpretativamente como las de "Clara" con todo el dolor que le aqueja por la paliza recibida.
Secuencias sacadas de aquellos años 60 donde la mujer era un lazarillo a desconsiderar y menospreciar. Todo parece resbalar al agresor y ello tiene su sentido en aquella estética del cine de los 60, de maltrato en el que todo funcionaba en función de una perversión por lograr amedrentar a la víctima y hacerle desistir de nada que sólo estuviera en la enferma cabeza del marido agresor; urdiendo una paliza para aplacar una obsesión y encontrar en esta perversión, el modo más eficaz de hacerle desistir de sus amigos y supuestas perniciosas influencias a  la pobre chica. Detrás de todo un psicópata que degenera hasta encontrar una paliza descomunal, obsesivo por encontrar una silencio para siempre en la mujer apaleada.


Todo es inquietante en este protagonista, es increíble lo bien que lo hace. Es que gran parte del resultado, en un papel psicótico como este descansa en el actor, la dirección de igual modo, pero en él, muchísimo. Momentos duros los vividos en el capítulo donde sentimos gran piedad por esta mujer que cuenta entre dolores maxilares la paliza a la que fue sometida con ese final desgarrador cuando, por la virulencia de los golpes, perdiendo ya el conocimiento, cayéndose de bruces, se dio contra un mueble y re rompió la mandíbula. ¡Que tremendo panorama! Una solidaridad que nos acerca a la víctima mientras sentimos, al ver aparecer a "Juan" en la habitación una sensación de lástima, repulsión y miedo ante su negativa reconocer y hacerse, con toda gala cínica de la que ses capaz un maltratador, la víctima y el justiciero. Momento este a destacar cuando entra en la habitación, la família de "Clara" se pone en pie de guerra, Fernando Vaquero sabe construir con mucha habilidad su perfil psicológico de asombro cuando se reencuentra con su esposa y la atmósfera se hace densa, agobiante y los nervios estallan. Gran momento. Así como ese otro cunado la pelea entre "Juan" y "Nicolás" con esa pelea con el cuchillo que nos recuerda a las de la bandas de pandilleros de "West Side Story", en donde parece se mezclan los movimientos naturales con pasos de baile de modo muy curioso, como en el filme de Robert Wise.





A destacar ese perfil de equilibrio, incluso en los momentos más duros de una cuñada al ver a "Clara" postrada en tal dolor y con el cuerpo roto, el rol de Itziar Miranda/ "Manolita", que guarda en su interior toda la desazón que le produce escuchar la narración y se rompe en dos cuando conoce la versión de su hija. Es otro momento muy a apreciar sobre cómo todo se para, incluso las reacciones exacerbadas, ante lo principal que es para una madre ver a tu hija en tal magullado estado tras la violencia doméstica sufrida y sólo tener su corazón de madre para con ella. Con un brillante ya veterano Manuel Baqueiro/"Marce" en ese saber enfrentarse en su momento a la bestia, defender el territorio de dignidad de su hija, apoyándose mucho en el rostro de pasmado de "Juan" acercándonos durante un minuto a la realidad de lo cerca que está frente a la maldad humana y lo próximo  a la alimaña que se encuentra, la huele y salta sobre ella.











Andrea Duro/"Lucía", una perfecta caracterización de lo que las actrices, muchas de ellas, acaban siendo cuando prescinden de todo para alcanzar su meta anhelada, la ambición les pierde y se aíslan de todo y pasan por lo innombrable. Una trágica disyuntiva, o eres así o te pierdes por el camino. Embebidas de soberbia, hablan de los sueños que acaban siendo considerados una propiedad a alcanzar. Una actuación la de esta tarde que acuchilla, en Andrea,  un prodigio de sugerencia y explicitud de lo cafres que pueden llegar a ser los actores que acaban siendo increíble y poco humanos buscando interpretaciones excelsas, cargados y cargadas de falta de escrúpulos y de gran ambición (por ello "Lucía" tiene madera), que necesitan extender su actuación al plano real, conviviendo con la bajeza y sumisión para alcanzar un puesto mayor en su trepar, trepas que las matan callando. Actores parásitos y depredadores que se meten en el bolsillo a sus superiores con modestia fingida pero lobos para con su família o pareja en este caso. Perfecto retrato de una pobre chica a la que parece le puede sonreír la fama y se embebe de un perfume para éxtasis, de efecto inminente narcótico, un planetario al que muchos y muchas aspiran alcanzar no reparando en medios. Con la presencia de un Álex Martínez/"Américo" que, por su juventud, no acaba de comprender que una pobre chica le trate así siendo su pareja, una joven que cree que puede salir de su miserable vida y lucir estrelluelas, soñando con un futuro que pasa por hacer tabla rasa de todo lo pobre y sin futuro estelar que le rodeaba. Así es como muchas acaban siendo putas de lujo.





Dudas sobre la vocación. Irónico momento muy bien interpretado por esta dos actrices (Natialia y Lucía) sobre lo efímero de la pasión por Cristo cuando un publicista se fija en ti.


Premio a Anabel. Experiencia en la actriz para mostrar eclipsando a todos y a lo demás sobre la cruda realidad del amor y la pareja pasados los cuarenta. Las ataduras, los compromisos, los reparos, las circunstancias y los tiempos no son aquellos de juventud. Anabel es la gran actriz del serial. Sus miradas, su refunfuño, sus gestos, cuando ama o dice al pan... pan, sus cabreos y su soledad, impresionan de verdad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario