domingo, 4 de octubre de 2015

LAS GRIPES Y TOSES DEL FESTIVAL DEL CINE DE SAN SEBASTIÁN / ZINEMALDIA



El Festival es gafe, no me cabe alguna duda. Acabamos a leches muchos y decepcionados todos los que somos prensa honesta y no subvencionada y bien comida. No es una leyenda urbana, comentada tal vez en otros tiempos, a la que Diego galán no sólo no prestaba atención sino que le indignaba se pregonara y casi maldecía a los que de este modo pensaban. Desde luego que más cenizo no puede ser, de hecho poco deja en el mundo del cine y para los que acudimos año tras año, decepción edición tras año. Sus corruptos palmarés no atraviesan algo más que el Puente del Kursaal para estrenarse meses después ne la Ciudad. Está desprestigiado en el mundillo del cine y por ello siempre vienen los mismos que se reparten los premios con alguna Presidenta que se lo da a los suyos: ya ha ocurrido este año con Paprika Steen y su premio nacionalista a Escandinavia. Como sucedió en una época y la imposición sobre aquel cine iraní que traía Olaciregui (que por cierto sigue viviendo del Festival como acompañante de actrices  a los buenos restaurantes para promocionar nuestra gastronomía y bellezas donostiarras desde sus cumbres)   y que montaba rollos progresistas con pañuelos verdes en la puerta del Kursaal. Los filmes de Irán, sobre todo los de la laureada familia Makhmalbaf que se llevaban los premios a espuertas en la segunda mitad de la anterior década. Aunque, en aquellos tiempos, a diferencia de los tristes de hoy, venían actores como Woody Allen, Meryl Streep, Robert de Niro, Richard Gere, Samuel L. Jackson, Mel Gibson, Alberto Sordi, Sofía Bellucci, Viggo Mortensen o Anjelica Huston. Ahora sólo vienen cuatro mediocres españoles que los ves comiendo en el bar y que se sienten molestos o interrumpidos si les pide una saludo. Como el mal educado Resines que se cree que su estancia se le paga para que no le molestemos.


Este año ha sido un festival abúlico y algo peor: clasista y despreciativo para  la mayoría de los periodistas de tarjeta verde y que son la mayoría. Y no solamente porque se les ve como unos hambrones (incluso en esa carpa de la cerveza se les llama chupopteros y molestan y son sacados de sus asientos para que se sienten los VIPS y casi ni se les permite acercarse a los actores, fotografiar o grabar); porque tengan vetada la entrada a fiestas o eventos que son para la casta política y se les niegue a la mayoría entrar en esos encuentros del día en los bajos del Kursaal, frente a  la carpa, donde el director, políticos y sus periodistas amigos entran compartiendo comida, bebida y charlas con los protagonistas del día. Por cierto con cuatro personas vigilando no pases si no te ha invitado Rebordinos. Es algo escandaloso este apartheid de prensa que paga su acreditación cuyos seguidores no pueden acceder a esa información en manos de Rebordinos pero gestionada con el dinero de todos.


Fiestas como la de inauguración en San Telmo, la fiesta final en el Miramar, están vetadas para los pobres periodistas de la tarjeta verde a los que Rebordinos  usa como bulto, para que promocionen en Festival y si te he visto, no me saludes.¡Márchate que molestas! A ellas acuden los políticos, gentes de ellos invitadas desde las acreditaciones que llegan a los despachos de los partidos (Ayuntamiento, Diputación y GV), gentes de la farándula, vividores que se apuntan a todas, una decadente sociedad dee mantenidos a los que Rebordinos y Coro Santesteban acreditan para entrar mientras la mayoría de los periodistas son mal vistos si se acercan a mendigar una acreditación. No nos podemos despedir de compañeros, nos excluyen después de usarnos y es hiriente ver a alcaldes,concejales diputados y sus familias pavoneándose a la entrada, mirando con desprecio a la prensa, a la que ese día no conocen o saludan mientras van a disfrutar de la noche boba. Ello, ni con Galán u Olaciregui ocurría. Rebordinos tiene una cara: esta que les cuento y creo debía ser cesado por maltrato a una parte de la prensa.



Pero hay algo más. Aparte des esa baratija que es el Kursaal, construido sin calidad o con preparación para los importantes eventos que se desarrollan (en su tiempo las proyecciones eran escandalosas, se veía borroso; o los asientos son liliputienses por incómodos), donde sobran espacios que nunca se han llenado y por no hablar de su guarra fachada, sucia y mugrienta; pero hay que añadir algo que atañe a la salud pública y que es preciso denunciar.
Tras el Festival, año tras año, muchos compañeros cogemos una gripe extraña, con tos pronunciada, algo de fiebre y es una epidemia posterior que nos ataca a bastantes que asistimos al Kursaal. Un frío glacial en su sala de proyección y demás estancias (que por cierto una sinsorga de azafata, si le pides se baje te contesta que ella también tiene frío) unido a la sospecha de falta de limpieza de sus pringosos filtros, churretones e inmundos y por donde sale un aire fétido a veces que marea el estómago. El Kursaal no se ventila ni se perfuma, sólo a través de este aire que no calienta y, es mi opinión, los filtros están obstruidos o tal vez existe un fallo de construcción y emplazamiento (no sería de extrañar) y la suciedad que tapona obstruye el correcto intercambio entre frío y calor y de limpieza del ventilador interior.
No es normal que estemos atacados de tos perruna, todos, al mismo tiempo. ¿Que nos inocula el Kursaal?


Yo lo he denuncia por radio en varias ediciones. En cierta ocasión me llamó una persona y me habló de fallos en la instalación. Creo se debería dar una explicación del por qué hace tanto frío, presentarnos los partes de mantenimiento y poder conocer en qué condiciones se colocó ese aire y explicar si su circuito frigorífico  se colocó en condiciones. Algo falla ahí. La consecuencia es que la gripe que nos aqueja es una plaga infecciosa para la prensa.
7 millones de euros no se los pueden repartir invitados, equipo directivo, casta política y enchufados de los partidos entre los que incluimos a una basura periodística que viene gratis total. es más, alguna prensa internacional o española que realmente desprecia a España y al Festival, se cree con derecho a ser invitada y pagada, de lo contrario, no vendría. Y los pobres de la tarjeta verde, que se lo pagan todo, están como les hemos contado.




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