Yo siempre en Donosti he vivido en paz y convivencia hasta que llegaron los radicales con los que el PSE fue siempre muy suave.
El cuentista de Odón Elorza se inventó un 2016 para su ego personal y para seguir siendo alcalde, pero las urnas le borraron por pactar con la ultraizquierda tal y como ocurre siempre con las socialdemocracias. Cuando se acabó el pacto con los radicales, la Capitalidad carecía de sentido y ya no interesó. Estaba basada en una falacia de argucia suciamente política: La convivencia, que nunca faltó salvo por los radicales y los partidos que nunca la condenaron o lo hicieron a medias y con la boca pequeña.
Odón Elorza nunca ha creído en la convivencia. Mandaba a la Guardia Municipal de Donosti impedirnos subir al balcón para transmitir en Urdin Irratia el inicio de las fiestas de Donosti, en agosto. Nos prohibía entrar y privaba a nuestros oyentes de que recibieran la información in situ, sólo porque osábamos criticarle. ¡Que no me hable de convivencia y demás valores! Su convivencia fue vender suelo, especular y hacer de nuestro subsuelo, casi, el más caro de Europa.
El cuentista de Odón Elorza se inventó un 2016 para su ego personal y para seguir siendo alcalde, pero las urnas le borraron por pactar con la ultraizquierda tal y como ocurre siempre con las socialdemocracias. Cuando se acabó el pacto con los radicales, la Capitalidad carecía de sentido y ya no interesó. Estaba basada en una falacia de argucia suciamente política: La convivencia, que nunca faltó salvo por los radicales y los partidos que nunca la condenaron o lo hicieron a medias y con la boca pequeña.
Odón Elorza nunca ha creído en la convivencia. Mandaba a la Guardia Municipal de Donosti impedirnos subir al balcón para transmitir en Urdin Irratia el inicio de las fiestas de Donosti, en agosto. Nos prohibía entrar y privaba a nuestros oyentes de que recibieran la información in situ, sólo porque osábamos criticarle. ¡Que no me hable de convivencia y demás valores! Su convivencia fue vender suelo, especular y hacer de nuestro subsuelo, casi, el más caro de Europa.
No sé a quien sorprende que la inauguración, aparte de hortera, haya sido un fracaso. Y es el primero. Cuando la casta donostiarra se reparte eventos y queda entre nosotros, pues el pelotilleo hace todo. Pero esa obligada proyección internacional no la dan ni tamborradas; ni el corte de troncos; ni unos enchufados aldeanos que marginan personas muy competentes de la Ciudad; ni reiterar ese penoso Festival de cine, promocionando la nada de nada que lleva en sí mismo y el derroche de dinero que supone; ni una acontecimiento desaguisado entre una multitud que no lo aprecia por su baja calidad de imagen y sonido o porque, desde la acera, simplemente no se ve. Cuando hay que salir a competir, eso es otra cosa. Todo ha ido de mal en peor. Desde sus inicios.
Plantear una culturalidad, oportunistamente como hizo Odón con su atiplada palabrería, en los tiempos de ETA para soltarnos el rollo de la convivencia y establecer puentes culturales basados en esta premisa, era un cuento de Calleja. Y por supuesto no es que no se contribuyera al establecimiento de la paz, es que ni se lo planteaban salvo para dar cobertura política a las negociaciones con la ultra izquierda, del PSE con ella, con López y Otegi de companys.
Ha habido un uso partidista y un colocar enchufados e incompetentes desde el principio. Que acabó con una denuncia, retirada por el actual gobierno municipal, desde la Salida de Bildu, y que el Ministerio interpuso por una presunta adjudicación irregular de la Cumbre de la Diversidad Linguística.
José María Lasalle, Secretario de Cultura, ya advirtió en su día que la inestabilidad institucional del Estado de Partidos ponía en riesgo al evento. Pero que en el fondo reflejaba que una era invento de Odón y peor tratado por Izaguirre para políticas concretas y generar parroquia. Que un sujeto como Odón, un cacique y un tirano con los periodistas y gentes que no le bailaban el agua, hablara de convivencia, es de un humor negro negro. Precisamente, él trajo la desunión y los vergonzantes pactos con los que luego, integrados en Bildu, se la soplaba la Capitalidad.
A muy pocos con Odón o Izaguirre les ilusionaba ese lema de paz, convivencias, olas de ilusión y construir a través de la cultura. Cultura, un Odón que vendió todo el subsuelo y dejó dos sospechas en Illumbe y las limpiezas, poco puede presumir cuando precisamente ésta, está muy ausente en Donosti y la que se da, elitista, se la reparten los prebostes de los cargos públicos y a los demás, les resulta carísima.
Aquí no se salva nadie. Odón enchufó a los suyos sin concurso público, puso sus directores y andaba perdido haciendo conciertos cutres en la Zurriola con grupos de a saldo. Izaguirre quería hacer patria y contestación, con una falta de transparencia absoluta. El uno era un yupi pijo y el otro un localista atávico al que sólo le interesaba, de la Capitalidad, la makila y la boina y lo abertzale. ¡Una vergüenza!
En ninguno de los dos hubo claridad, sí palabrería o sectarismo anticultural. Lealtad a la Ciudad y profesionalidad, ningunas. Ni compromiso con un Proyecto cultural para impulso y honor de San Sebastián, sino uso vergonzante del dinero y de los recursos para no hacer nada, pagar a los suyos, subvencionar a la prensa pelota y seguir sin hacer nada salvo embroncarse.
Reyertas taifas, silencio de la oposición, hoy en el gobierno inane de la Ciudad, dimisiones como la de Itziar Nogueras o de la destitución de la responsable cultural Guadalupe Etxeberría a año y medio del arranque; aquello era no sólo un amateurismo inquietante sino un despilfarro y un nepotismo. De aquello poco puede salir. Pero se nos han ido en esta chapuza, pitada y muy censurada casi 100 millones de pesetas. ¡Casi ná!
A nadie le ha preocupado atraer empresas, firmas, inversiones privadas, sólo cobrar, postureo y lucirse. Y fracasos rotundos como la Nao (que es un pozo sin fondo y mantiene a algunos por los siglos de los siglos) que el dinero se ha ido para subvencionar un proyecto que no estará presente en esta Capitalidad. Dos alcaldes, uno sacando puestos a los suyos y moralizando sobre la paz y la inestabilidad (que sólo la trajo él por cierto) y el otro creando cargos a los suyos y sin dar una en serio ni explicar nada. Ninguno de los dos explicó en cuales proyectos se invertiría el dineral de más de 1,2 millones de euros; ni la oposición con Izaguirre que sonreía mucho y se besaba con él, mostraron alguna confianza entre mucha gente (no vienen de ahora las pitadas) que los suponía unos manipuladores absolutos.
Una farsa de Capitalidad en una Ciudad donde Odón quería derribar el Bellas Artes para hacer sus negocios inmobiliarios, y donde Txillida Leku se cerró para no volver jamás. Y este inicio era el esperado, ni más o menos, en una Ciudad donde se ha llamado tonto y atávicamente incorrecto al que no se ha pasmado con la insulsez pretenciosa de Cereza.
En Donosti nunca podremos hablar de convivencia y valores porque no se admite la crítica de nada; el que la ejerce es apartado hasta del Zinemaldia. Vimos lo ya visto porque se pensaron que los "tontos" donostiarras se lo tragan todo y son unos pelotines y mirones de lo que sea, dando todo por excelso. Primer error. Les pones cualquier escenario y vale, pero resultó inviable. En lugar de unos contemporáneos fuegos tuvimos aizkolaris. ¡Daba vergüenza! Como a pobres paganos de esta parida se les llamaba tontos porque se quejaron (con razón) cómo mal veían desde lejos el apagar y encender del puente o siguieron una imágenes borrosas donde fallaban algunas cámaras, desincronizadas del sonido que se escuchaba peor y, además, se va Cereza con la "pasta" llamándonos retrasados atávicos y primitivos sin remedio. Hoy el Alcalde y Ernesto Gasco debían ser cesados, son tan responsables como Odón e Izaguirre del desaguisado. Que no va a mejorar. No se puede pasar página, todo está hecho mal y esta es la punta del iceberg. ¡Que pena me da Donostia!
Muy bueno si señor
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