Hace ocho años se cometió otro asesinato inútil pero trágico y cruel para su familia y amigos o compañeros: el de Isaías Carrasco. Su hija, Sandra, hoy que nos recuerda a su padre cada día en la Red, es la primera amiga para mí en el facebook.
Esta mañana recibíamos esta foto entrañable de su primera comunión, con su aita, jovencísimo Isaías, me ha tocado mucho el corazón y la propago en este blog. A esa niña de entonces, algo más mayor hoy, la ETA y los intereses bastardos de unos criminales y de los que con ellos se acuestan, interrumpieron la felicidad, la necesidad y el cobijo de una adolescente mujer que se vió que su padre ya no iba a estar con ellos porque un asesino que por cierto fue puesto en libertad por la Audiencia Nacional no había razonado motivadamente su rechazo, ahora ya condenado por el Supremo. España no tiene remedio. Una Audiencia Nacional corrupta no valoró en su día una evidente prueba fotográfica en la que un testigo reconoció a Aguinalde como el joven que vió huir tras asesinar a Isaías ante su esposa e hija y cuando iba acoger en coche.
Con esta Audiencia que no reconoce el valor de un testigo mejor sería poner en cuarentena la los que así obraron.
La foto de la comunión me ha llegado muy hondo. Recuerdo la mía. No quiero ni pensar que a mi padre al que tanto quería, le hubieran asesinado así y con el aplauso de muchos hijos de puta.
Yo como periodista he ido en innumerables ocasiones a acontecimientos de homenajes y ruedas de prensa sobre víctimas. Les he visto llorar a sus viudas y amigos o compañeros, como en "Fanderia" en Errenteria ante la violencia que les insultaba enfrente. Y los socialistas de Errenteria han sido siempre coherentes y han propagado la injusticia y nunca se casaron con ella, condenado el crimen y jamás pactaron, como en otros sitios, con quienes apretaban el gatillo o lo disimulaban con coartadas progresistas y de necesidad de entendimiento y diálogo. Con autocríticas oportunistas y populistas muy alejados de la penuria democracia española, de la que ellos forman parte y cobran muy bien del Estado que tanto critican.
Pero el caso de Sandra y de su familia me llegó siempre muy hondo. No hay derecho, no se puede justificar y se debe penar. Yo he visto a compañeros de prensa acojonarse ante los radicales; servirles con su cobarde silencio; es más, cobrar de todo ello olvidando a las víctimas. Yo jamás he querido ser un periodista subvencionado por una corrupta casta política. Vivo en Francia pero con humildad y decencia y feliz sin fascistas. España y Euskadi sur no me gustan. Y digo de lo que he visto y me he encontrado de padecimiento en los demás. Euskadi está loca de atar, por la corrupción y el crimen contra los inocentes. Creo que si tenemos que explicar: ¿Que ha sido Euskadi en estos años? Basta esa foto de una niña a la que unos locos le arrebataron de ese padre que tanto le quiso y que la acompañço en su comunión. ¡Por tí Sandra! ¡Por todas la víctimas tan olvidadas por muchos vascos!
Valiente Jose Ignacio
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