ESTEBAN Y ROSALÍA / CARTAS DE UNA DESCONOCIDA

No se a vosotr@s. A mí esta secuencia me ha maravillado. ¡Que bonita y límpia!

Les tocó hoy insinuar, su amor platónico a "Esteban" y el pudor y rubor a esa mujer débil, "Rosalía", ante lo desconocido; una mujer que nunca había salido de su casa; entregada ahora a labores humanitarias que tienen altos vuelos internacionales y que no está acostumbrada a bregar con hombres tanto tiempo, tan  cercanamente y que además estén enamorados de ella. Esta secuencia de hoy y este trama de amor altruista y de otoño de "Esteban" hacia "Rosalía " (una de las más cercanas interpretaciones de Ana Torrent),  han sido deliciosos.

El amor puede legar en cualquier edad y circunstancia, es una pulsión irrefrenable que no entiende de lógica pero sí a veces de silencios y miradas cómplices. Él, como en un filme de Max Ophüls, se enamoró de una desconocida a la que sentía en su apoyo a su causa humanitaria en Vietnam cuando se escribían cartas. Más allá del genocidio de la guerra, de la crueldad y embuste del magnicidio, leía sus cartas en momentos de algo de quietud. Y le respondía y fue encariñándose y después amando platónicamente a aquella mujer y quedó hechizado él mismo con sus respuestas y su bondad y belleza de sentimientos. Y de este modo comenzó a amar secreta y desgraciadamente hacia el destinatario de sus cartas de respuesta, "Rosalía!.

Todo le enardeció más cuando la conoció y el roce de un trabajo conjunto hizo que "Esteban" la amara más y supiera que sus grandes sentimientos eran de verdad y ya ni los ha ocultado esta tarde con esa mirada, en el sofá, que ha significado como un primer beso que siempre lo dan los ojos. Un amor honesto, desinteresado, compulsivo por ella. Con una muy natural y cohibida interpretación de Ana Torrent y de un sorprendente aire de admiración hacia su compañero.

Secuencia que ha hablado directamente al corazón y hace penar por un amor imposible. Es como un sueño sobre un posible triángulo amoroso ("Esteban", "Rosalía" y "Fiona"), una entelequia preciosa e inaprensible, narrado con frescura y delicadeza, veracidad y delicadeza; prudencia que parece que, a la postre, él parte tras hablar con el padre "Argimiro". Por cierto me hace gracia ya que le encuentro algún parecido al actor que hace de sacerdote, el riojano Arturo Querejeta, con Al Lewis.

Me ha conmovido esta historia crepuscular. Su sinceridad por parte de los dos, su juego limpio, casi un cuento para adultos de amor, amistad y admiración. Aportando "Rosalía", finura y delicadeza.

Por lo demás a destacar la regañina de "Pelayo" a una joven de pueblo, muy elemental y de buenos sentimientos,  luchadora y algo acomplejada y muy de aquel tiempo, y que es un personaje que da lástima porque creo que "Jaime" no se ha definido aún en su totalidad sobre los sentimientos que también comparte con "Nuria". Y muy bien ese momento de perdón entre las dos actrices: Mariam Hernández y la enorme Lola Casamayor. ¡Bravo por este desenlace a algo enquistado!

Entretenida secuencia, con gran cachondeo incluido sobre el fantasma de Turégano. Ver a Antonio Molero en plan de comedia bufa, con su vis cómica,  ha sido romper esa trayectoria apesadumbrada que tiene siempre "Benito" el del agujero. Yo creo que esas marcas de "Benito" en el cuerpo tienen que ver con los fenómenos "paranormales" del "Hostal". Igual es algo de sonambulismo. No se pero divierte un rato.

La evasión de capitales y de la troupe que financiaba con algo, poco, de su dinero a la causa "Juancarlista" era algo que, paradógicamente, estaba más castigado o vigilado que ahora. La cara de "Alonso" ha sido un poema cuando "Rafael" le advierte.

Y la guinda como siempre la han puesto estos tres magníficos actores: María José, Mariona y Miguel Ángel en ese otro triángulo diabólico que tienen alrededor de este crápula y cínico, de mirada perdona-todo y que es de mucho cuidado. La serie goza de muy buena salud.

Y ATENCIÓN: SE ACERCA LA CONFESIÓN SIN OBLIGATORIEDAD DE SECRETO DE "SOR AMPARO" AL "PADRE ARGIMIRO". Y "YUSTE" AL TRULLO.