EL CUERPO INCORRUPTO

Subliminalmente, pero lo han hecho desde mi criterio. Si hay que hablar de la alienación religiosa, de todas las religiones, vale. Pero no sólo de la del clero carcundioso español. Una cosa son los ritos, respetables, y otra el engarce de la religón católica en el Régimen.
Por este camino, mal nos vemos a entender con este guión tan increíble en algunas situaciones y con tanto personaje desubicado de su tiempo y realidad que se vivía. Había situaciones que se plantean que aquí que no eran habituales. Y burlas que sobran. Y sobre todo mucha ideología de hoy de una supuesta izquierda, trasladando al ayer sus viscerales críticas del hoy a los vencidos.

Yo es que sigo alucinando con los "Azevedo" estos. Que parece vienen de un México que no es creíble, para instruirnos sobre el país barbado que era la España retro-católica; burlándose en una secuencia, que es una farsa inventada ex-profeso, para meterse con los credos y santorales católicos. Nos cuentan, entre risitas de una boba, lo de un cuerpo incorrupto milagrosamente en la tumba, de su aire anticlerical, para mofarse de un obispo porque quiere santificar a la abuela. Y a partir de hay, los latiguillos contra una España a la que califican de bárbara. Como si vinieran de un país que no era sino refugio de credos y supersticiones que se respetan, hablo de México, que tuvo sus exiliados, fanatismo y su represión, como no lo hacen los guionistas con lo católico del ritual católico de España. Hace pocas semanas, el último caso, el mundo radical vasco se mofaba, en la Semana Grande de Bilbao, de la casquería que salía del cuerpo de Jesús colgado. Los jamones eran los muslos sangrantes por ejemplo.

Yo no soy católico pero respeto a todas las creencias. Y me exacerba la campaña contra los católicos que se da en España en estos tiempos. En el país Vasco la lideran los radicales que, por cierto, tienen mucho que agradecer a aquella iglesia que los cobijó.  Y se nota, en este caso, en el de la fotógrafa y en más, un tufillo que ya viene de la anterior temporada que no fue sino un pretendido modo y manera de colarnos propaganda ideológica de los tiempos actuales para justificar, que no informar, por qué había que luchar: para que llegaran ellos;  adulterando el ayer para rentabilidad de una serie que, por cierto, acabó con sus personajes, todos, en la iglesia y la pierna quebrada en casa.

Queremos ver historias bien construidas, veraces, adecuadas a sus modos y usos, a sus ideologías carcas o rompientes de entonces, objetivas; no escuchar a la ultraizquierda española arremeter contra gentes que merecen también  un respeto y que son débiles porque van a perdonar y no van a arremeter, son pacíficos y trabajan también por lo social. ¡Señores guionistas! ¡Dejen de chancearse de los católicos! Por cierto "Señor Azevedo", que colaboró en el guión, en "Simón del desierto" no se cachondeaban precisamente de los católicos españoles!

La verdad es los "Azevedo" están ya para el desguace. No se qué pintan como no sea fanfarronear de exilio dorado  y hablar mal de su propio país. Eso sí, con acento y giros castellanísimos. Y para ver a la señorita "Azevedo" encoñar a dos galanes, no creo merece la pena ver este bodrio.

Mal vamos si vamos a usar de lo que todos los días es noticia en la televisión para ver como todo es chunga y pitorreo contra los católicos, no. Yo me niego. Que cuenten de verdad cómo fue aquel tiempo. Y por lo que veo, esta temporada, nos van a dar la matraca con el pensamiento unico de hoy aderezado con cuernos y mucho tabaco, que noto extrañamente, que se fuma mucho en la serie.

Lo de la relación íntima en las circunstancias que se dan entre "Marta" y "Benoit", no es muy de aquel tiempo pero no me pega nada en "Marta", tal como al conocimos. "Novoa" ya no existe porque no sale en pantalla y ahora, delirantemente, se dedica a invertir en prensa, negocio muy dudoso ya en aquel tiempo convulso, pasando de ser aquella empresaria que defendía la empresa de su padre a muerte, para dirigir desde la sombra un periódico, que no tiene ni pajolera idea.

Tal vez la mejor secuencias, una relación peligrosa y un fatídico reencuentro justo, ¡que casualidad!, puerta con puerta, entre dos personas que se conocen de sobradamente. Un poco al estilo de la novela de Choderlos de Laclos, boom en los sesenta, juegos de seducción y adulterios que llevó al cine Roger Vadim.