TODO POR LA PORTADA

ACTORES DE LA TARDE: FERNANDO CAYO, VÍCTOR CLAVIJO Y LUCÍA MARTÍN.

Espero que de un arranque prometedor con el tema de aquella prensa de los 60/70, altavoz valiente de las angustias y deseos de una sociedad que quería informar en libertad y denunciar para cambiar, no acaben los guionistas contando una trama de cuernos. No me fío nada de ellos. Que encima luego me dicen que yo me invento las tramas y cuento mi película.

Es muy pronto para opinar de la Temporada. No es por faltar pero no me ha enganchado nada salvo lo del Semanario que puede ser lo más exitoso y de calidad que se vea. Se capta desde el primer capítulo. Por el guión, si no lo estropean los guionistas; por sus actores principales; por el decorado que rezuma a madera de oficina añeja con sus archivos y máquina de escribir como  única materia prima; donde corría el chismorreo; olía a chascarrillos sobre Franco y a humo quemado de cigarros encendidos y nunca apagados; donde la tensión dominaba para sacar esa primera plana por exclusividad y que se salía hasta por la ventana; donde el talento en estado puro era imprescindible para hacer periodismo. Aquellas oficinas un tanto lúgubres donde lo que mostraban era diferente a lo que mostraban y subyacía en realidad. ¡Que gran época! Asomaban los grandes semanarios y la prensa intentaba arrebatar al Régimen ese punto de libertad negado y encarcelado severamente hasta entonces. Espero que los guionistas no decepcionen. O que luego algunos me digan que yo me monto mi peli particular.

La realización del periódico ha sido muy buena. Incluso a lo "Ciudadano Kane", en la secuencia final, apoyado Fernando en la puerta acristalada. Momento virtuoso y alegórico que da imagen adelantada a algo turbio del pasado que volverá. Me ha sorprendido en Víctor Clavijo el profesional registro dramático que da a su personaje; por cierto, lo salva él, porque ya estamos otra vez ante una historia parecida en la que, una madre, confiesa a su hijo que su padre es otro, un periodista afamado. Quien fuera un gran periodista, de raza y garra, "Ricardo Osuna", que por cierto los hubo y muy buenos en los 60 y 70 en España. Yo he visto a Víctor, "Lope de Vega", en "El Ministerio del Tiempo", y siempre me ha parecido que han dirigido su rol como una mariconada sin fuste. Aquí está soberbio, y el actor se luce haciéndonos su sorpresa y drama absolutamente creíbles.

Creo que Fernando Cayo da una imagen de director más adecuada que en "El Caso", era más caricaturesco allí. Era muy histrión su personaje. Aquí está metido en el pelaje de una historia negra y de pelea por la información veraz y peligrosa, en aquella España franquista tecnócrata, aportando ese punto imprescindible tal cual es la publicidad, sin la cual, no existiría el periódico. Hoy, los periódicos, viven de las subvenciones para dorar la píldora a los partidos políticos.

La secuencia de esa más desenfada en el look de "Marta", más inusual y llamativo, pero que no puede esconder a un ser más más frío y despegado hasta de su propio hijo, cuando se acerca a la redacción y exige su publicidad en primera plana con el artículo estrella, es elocuente la tiranía que en aquella época ejercía la publicidad en estos medios. Y de como había que bandear entre los intereses de los lectores, la verdad y la posible censura de las firmas comerciales con sus amenazas de retirar la publicidad. 

El tema de lo pernicioso del aditivo tabaco fue una artículo del "Reader´s Digest" que resulta ingenuo contemplado desde hoy. Aunque la polémica lleva durante más de cincuenta años coleando por ahí y nunca las tabacaleras se han sentido amenazadas. Pero era valiente el artículo, avanzado y progresista porque ya se hacía tomar conciencia de lo dañino del mortífero tabaco. Y nos muestra también ese lado frívolo de la publicidad en el que, el lugar donde se habla de muerte, el que más morbo causa, es el adecuado para promocionar lavadoras. 

El mejor momento ha sido en el que "Ortega" recuerda su mentor. Me ha traído a la memoria aquel conmovedor momento en el que Doris Day recuerda con emoción a su padre, su mentor, creador de un periódico local que fue importante porque hablaba de la verdad a sus habitantes de pueblo, lo hacía ante un periodista zorreras, Clark Gable, en "Enseñarme a querer". Espero que este arranque bueno no acabe en historias de cuernos que es lo que leo en cuanto entro en avances. Que si la mujer de "Ernesto", que si "Armero", que si "Charo", que si la secretaria y "Ortega", que si "Julián", que si "Susana", que si "Javier"....

Porque tras el fracaso y engaño de la Temporada pasada, no me fío que usen de un buen comienzo y de la garra que tiene el tema prensa, la época aquella que intentaban retratar,  para ponerse los cuernos los unos a otros. Porque, aunque Casanova, elogia corporativamente a los "talentosos" guionistas, la continuación de la trama y el final suelen ser de llorar. El remate y el final lo arrumba todo.

Me ha gustado mucho Lucía en su secuencia en la piscina, casi secuestrada por un ·Ruben" que es el peor actor, Jacobo Muñoz, que he visto en años en televisión. Ella sin embargo ha estado lánguida y estupenda; con es mórbida cara del aburrimiento y hasta el tedio. Un registro diferente y sorprendente. Esa persona, casi muerta, en razón de los celos y posesión de un hombre que la usa para sí porque cree que al ser actriz, y de todos, sólo debe pertenecer a él. ¿Oiga! Al actor.. a la calle! Lucía! Un fenómeno. Se parece mucho a  Romy Schneider.

Jonás estaba mucho mejor en "Puente Viejo". El personaje de Mariona ha decaído bastante al menos en este inicio. Su relación con "Benoit" una sosada. El escapismo de mandar a la marquesa a una residencia, otro sin fundamento más.  Y el "Felisín" cualquier día lo adopta la "Benigna" o "Diego Durán", que por cierto nada de química con "Marta", porque su madre se pierde por Coslada. Sobre "Nuria" y "Jaime" no pregunto porque los ricos ya me superan y tengo mis dudas de que la empresa "Novoa" asome en imagen.
Por lo demás, aún es pronto pero engancharme, poco esta tarde. Este es precisamente el asunto. Antes, cogías una serie o una peli, y te encandilaba desde el inicio. La seguías sin pestañear.