Son momentos muy dignos sobre la realidad fisiológica del amor y de jugosa poesía en el lecho. Sexo y sentimiento entre dos actores que lo hacen francamente muy bien. Ahora ya comienzan a reconocer a Fariba como se merece, me alegro de ello. Pausados momentos melancólicos y gozosos de iniciación al amor primerizo y al conocimiento de las necesidades de plenitud del cuerpo y alma, en el roce y en los poemas. Dos pillados por el amor con sexo y con profiláctico envoltorio poético. Curiosa conjunción de sexo y palabra en métrica a lo "Romeo y Julieta". Casi como aquel que decía: Tal es el amor que siento sin sentir en tal amor amor alguno".
Una historia de amor en PV que necesitaba de tanta ternura en las miradas como poesía en las escenas íntimas; ello funciona. Es como un retorno a Manderley, donde una chica hace entrar a un hombre en una habitación prohibida. Momentos menos dulzones y más reales sobre cómo es el amor apasionado en una cama ilusionada que hace olvidar las angustias de unos personajes desasosegados por no poder manifestarse como amantes anhelantes.
Las escenas de cama requieren permisos especiales entre las parejas ya conformadas civilmente entre actores y actrices, no todos ven con buenos ojos ese himeneo aunque sea en ficción y no están obligados. Sin embargo, cuando hay libertad, se nota y las secuencias adquieren una veracidad absoluta en ese retrato de animales perseguidos por una cacique, que rompen y rasgan como está mandado en su sexualidad, con naturalidad y sin numeritos dramáticos.
A pesar de las prohibiciones que les asolan, de ese desprecio hacia la servidumbre y de toda la canalla que rodea a la sádica "Francisca", prevalece en el guión la parte espiritual, infinita y poderosa de los sentimientos entre un hombre y una mujer y el más inabarcable de todos ellos y pleno que es el amor y el más censurado. Cuando Eros llega a los enamorados para embriagarlos con la pasión más infinita y placentera llena de magia y sentimiento auténtico. La secuencia, provocadora para muchos timoratos, es hermosa y bella. Muestra un hechizo placentero y trágico, ya advertido por "Mauricio" en una soberbia escena, mortalmente doloroso en lo que puede derivar, mientras se unen en ese deseo infinito y maravilloso que los une y hace que se deseen para toda la eternidad.
Lírica verbal, fresca y dulce, para acompañar el amor en la cama, algo puramente instintivo pero que es rodeado de una espiritualidad suprema con la poesía. Un resquicio culto en PV de cultura pasada que queda sobre la televisión de hoy en día. Todo ello en una lúgubre habitación sin relieve o color, humildísima además de plausible y realista, defendiendo un texto de amor que se salva a sí mismo.
En estas camas de esta trama son los protagonistas alguien que logran la complicidad del telespectador y su lenguaje poético nos empapiza más. Son, gracias a la dirección y a la pasión controlada y muy natural, seres puros, bellos y dulces que naufragan en la tragedia del mejor amor de todos, el verdadero y prohibido.
Es una discreta y sorprendente historia de amor plebeyo, una mezcla de Kafka y de Shakespeare, nada ñoña y ridícula, nada pastelada y que coloca al amor furtivo en su misma cama de la que pace. Es una trama bonita,muy fina, decorosa, no para tarados que buscan sexo como en el Festival de San Sebastián, elegantes momentos y muy entregados por Francisco y Fariba, con unos diálogos fluidos, con unos actores nada forzados que tienen química para regalar. Tiene toda la secuencia muchísimo de aquello infravalorado de lo artesanamente sublime de las historias y amores de época y aventureros.
Me sorprende el poco valor que se da a la realidad y al comercio de las historias bellas con sexo encubierto. Y la censura que arremete contra estas narraciones. Cuando nos tragamos bodrios fascistas como "Matrix" y se apalancan muchos con el olor a bragas calientes de los espantosos programas de las televisiones privadas. Secuencia para verla sin pajas en los ojos y destacada en la tarde de hoy. Un auténtico placer visual muy bien interpretado.
Mario Zorrilla es casi ya el primer galán de PV, se lo ha trabajado muy duramente, su magnífico carácter extrovertido y cercano le han ayudado además de su esfuerzo y fe en ese trabajo. Esta tarde me ha recordado en esta secuencia con el gran Mario Martín al Lee Marvin de crepuscular filme, precioso largometraje, "Monty Walsh". Hermoso y olvidado personaje, llanero solitario que con sobriedad y parsimonia nos habla de ese crepuscular desengaño de sentirse maltratado por quien tanto le debe en cuanto a lealtad y trabajo. ¡Maravilloso Mario! Un hombre al que se le presenta una opción entre varias, ser recto con su conciencia o continuar subsistiendo en un oficio en decadencia. Una muy interesante descripción de un vaquero en sus días de crepúsculo en su profesión de capataz.
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