AÍDA FLIX Y FRANCISCO ORTIZ
Los mejores momentos los brindan María Bouzas, Aída, Francisco, Fariba , es decir "el clan de la Casona", esta tarde con una sencilla y discreta secuencia, muy atractiva sobre la ausencia cuando ella, que se está enamorando de "Bosco", parta. Una escena deliciosa con una Aída que es un cielo, de una frescura absolutamente sublime y con ese eficacísimo despego en la respuesta de "Bosco". Momento que lo pudo haber filmado Stanley Donen en sus comedias románticas y musicales sin música.
Formalismo light en un tono desenfadado y lubistchiano que retrata a una juventud que comienza pelar la pava, a tontear, ella, enamorándose, una chica que creía jamás encontraría a un hombre que no fuera uno de petulancia y rancio abolengo. Momento que me recuerda mucho también a Patino y a aquellos filmes con aquel Emilio Gutiérrez Caba de sus inicios, cuando le doblaba la voz: Juan Manuel Gorospe, que hablaban del amor y soledades adjuntas, desengaños y cuando se se iban comprometiendo parejas sin mucho en común. La época de los errores que pueden corregirse, cuando hay tiempo para el amor y desamor, cuando el escarceo llega, deseando, soñando o aburriéndose, momentos de don de salen los grandes equívocos que pueden enmendarse.
Buen momento de este ensayo sobre lo poco que importan las partidas cuando vuelvas a tu casa y cómo la sorpresa ha encendido la mecha de la pasión en ella, al primero interesarse por "Bosco" y conocerle un poco más. Es un buen momento televisivo, una propuesta más que una narración como tal. Con un aire naïf, muy cuidado, con una cotidianidad de imágenes harto notable, muy también del vodevil francés, con unas escenas de enamorada que son una carantoña, sobre todo por la ensoñada interpretación de Aída, una ternura que te acaricia, autenticidad y belleza.
Quizá sea, en contraposición con el amor entre "Inés y Bosco", el amor más platónico, virginal e intocable, e imposible de igual modo porque, "Bosco", no le quiere. Su despecho le confunde y le impide actuar con valentía enfrentadose al equívoco que comienza a prendar en "Amalia". Un "Bosco" que no fluye, que se ha quedado parado en el tema del amor, que sigue amando en el silencio y en su huida, que no es honesto porque no se deja guiar por lo que siente.
ACTOR CÓMICO DE LA TARDE:
MARIO MARTÍN
Tiene una gran vis cómica Mario, un revés que te descojonas en carne viva, como lo ha demostrado esta tarde entre dos fuegos cruzados y con esos registros de extrañeza e incomodidad, de sálvese quien pueda, en "El Colmado".
Yo creo que Mario como sacerdote, en su humor catódico, en su sorna e ironía, más viniendo de una "padre", nos muestra que, a pesar de la sotana, la humorada conjuga muy bien con la sotanilla alcanforada y de olor a ajo picante y caspa en la solapera, porque la vida tomada con la severidad de "Don Anselmo" es una perdida de tiempo, y el actor decide dar de reírnos con su rictus asombrado, de todos y de todo. Y Mario, me consta, tiene una socarronería grandiosa.
Momentos de mordacidad no le faltan a este actor que tiene una vena sarcástica de asombrar, una guasa y un retintín muy de su sabiduría alcanzada. Un sacerdote cachondo que tiene puntazos de ver la vida entre Pinto y Valdemoro, con ácida mordacidad y sorna.
Momentos entrañables, emotivos y muy divertidos gags para alegrarnos las tardes bajo el efecto nocivo de los virus de la gripe. Me he dado cuenta que estoy mejor cuando me he reído al ver las caras que ponía Mario entre estas dos "Molly" Brown.
A veces, cuando veo las escenas de este triángulo Inés-Bosco-Amalia, pienso si no tendremos aqui una version de Fortunata y Jacinta, salvando todas las distancias, claro...
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