ACTORES DE LA TARDE:
NURIA GAGO, ANABEL ALONSO, PEPÓN NIETO Y LUIS BERMEJO
CON: FERNANDO VAQUERO, MANUEL BAQUEIRO, ITZIAR MIRANDA, FERRAN VILAJOSANA, SARA RIVERO, ÓSCAR LADOIRE, DANIEL FREIRE Y SANDRA ROS.
CON: FERNANDO VAQUERO, MANUEL BAQUEIRO, ITZIAR MIRANDA, FERRAN VILAJOSANA, SARA RIVERO, ÓSCAR LADOIRE, DANIEL FREIRE Y SANDRA ROS.
Ha sido, casi este final, el regreso de "Clara" a una casa con calor familiar el sublime y el mejor de la tarde. Muy breve, sin palabras casi, una puerta que se abre y una mujer maltratada que llega al paraíso que le parece esa casa de acogida familiar y con esa pequeña habitación compartida que va a tener con unas niñas, sus sobrinas.
Nada de lo visto se puede explicar con palabras; es imagen y sentimiento. Se da una fractura entre lo que vemos y nos acongoja que se representa en ese escenario. Una actriz llega majestuosamente aunque derrumbada a su casa sabiendo desbordar de modo muy sincero sus convulsas pulsiones sobre la gran tragedia vivida, expresándolo tan sencillamente como es agarrándose una mandíbula y abrazando con conmoción a su hermano. Rodada la secuencia en planos detalle, un afán descriptivo en la denuncia que dice más que toda la narración anterior de su calvario; te hace compenetrar en el juego macabro a la que ha sido sometida la víctima; en ese llorar de todos y arroparle está la tragedia y la denuncia, sin más. Momento angustioso que habla por sí mismo entre una sociedad tan machista como criminal y una víctima que denuncia y algo empieza a cambiar en aquella España tan poco proclive a tomar en serio a las mujeres apaleadas. De hecho, hay una secuencia magistral entre "Arratia" y "Juan" donde, haciéndose el macho el "Comisario", el agresor se identifica de tal modo con aquel hábito de aquella España negra, que confiesa ser el agresor como si hablara a un colega de puñetazos. Ha sido un momento perfecto y pocas veces visto en las series con policías y delincuentes, el modo de confesar. Me ha recordado mucho Óscar a aquel policía duro, de enorme corazón pero recto y que bailaba encima del delincuente haciéndole cantar la "Marcha Turca" si era preciso, como era el inolvidable André Raimbourg (Bourvil) en el único filme dramático que interpretó, último en su carrera además: "El círculo rojo".
¡Que triste país es España! Lo dicen dos actores Pepón y Luis) de los mejores poniendo a parir una de los más imbéciles vicios de les españoles. Si no te pones una corbata y cambias de look y te metes en el rollo de las apariencias, no te jamas un rosco. En España, todo aquel que no viste de elegante y prestado, pertenece a un partido político o es pesebrero del mismo, cualquiera que vaya de legal y esté orgulloso de trabajar en traje de faena, es un barrendero. Recuerdo que algunos impresentables fans de ESDPV me llamaban de todo porque no vestía programa de televisión y me solían escupir diciéndome que, por no trabajar en la tele, lo que yo contaba carecía de interés. Que era un pobre desgraciado que si fuera más listo estaría en la tele. Me intentaban humillar sobre algo que, lejos de molestarme, me daba el jalisco y la pena por esa gente. ¡Qué podía esperar yo sino arrimarme a los actores para medrar, un pobre desconocido que escribía lo que nadie entendía porque era un rollo!; incluso, un actor, me llamó "buitre". Eso mismo le sucede a "Paco"/ Luis Bermejo que nadie se lo toma en serio porque es un barrendero. En España, estamos la cuadrilla de los barrenderos que te felicitamos la Navidad; que no damos la talla ni tenemos caché para aspirar a nada que no sea recibir palos y pagar (pero que como "Paco" son honrados trabajadores que no viven de ilusiones y dejamos el trabajo por quimeras); y los demás, los que más pincelados se nos presentan para pagarnos el timo. En el 1963 podía tener su sentido, que tampoco lo justifico porque ya en aquella época era muy injusto; hoy, es una gilipollez omnipresente en mucha casta social venida a más por la patilla, además de una desgracia juzgar a la gente por un ectoplasma que encandila, por la engañosa falacia de lo superficial. España era ya una sociedad de pequeños nuevos ricos de trampas que merodeaban por entre lo que no podían aspirar a ello pero que se lo tenían creído y lo mostraban poniéndose calzas o si fuera preciso, con un extravagante y nuevo traje de astronauta. Que ya el genialísimo Tony Leblanc lo expresó magníficamente con sal gorda y fantasmada carpetovetónica en uno de sus filmes: "El astronauta".
Momentos desgarrados y sublimes los de estos dos actores: Ferrán y Sara. Un asunto escabroso, muy duro aunque lo vistan de costumbrismo, tratado con mucha audacia y gran expresividad, aliviado de ordinariez. Eran los comienzos de la droga, primero entre la clase pudiente; la consideración como enfermos y aquel aviso a navegantes, ocultado por el Régimen, que fue luego la gran desgracia en la España de los 80, donde despareció muchísima gente de aquellas generaciones a las que les tocó la adolescencia, juventud y falta de información y prevención en aquella década de la que Felipe González usó para mandar a los obreros "los lunes, al sol", enriquecer a la Internacional socialista y regar con dinero fácil los bolsillos de los prepotentes y muy listos de la "Beautiful People". Eso que tan fidedignamente lo ha reflejado Ferrán esta tarde y esa madre que se ve privada de algo de sus entrañan por la enfermedad de su hermano drogadicto, es un testimonio impresionante de que se se cernía en España: la droga, su "enganche", el delito, la alucinación, el remordimiento, sus padeceres familiares y sus nefastas consecuencias.
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