LA BELLA Y LA BESTIA

Precioso momento, repleto de sensibilidad, este encuentro tierno y dulce entre "Hernando" y su pupila. Milimetrado y gran conmoción intensa pero resguardada con pudor entre miradas de padre hacia su hija y sonrisas porque están reconociéndose mutuamente.

Contrasta con la zafiedad del capítulo en algunos de sus momentos esta tarde (cuando horteramente "Emilia" se descoca y pide buscar novio para "Elías" o esos otros repetitivos de casamenteras y celestinas en "La Quinta", que son espantosos).

Eso sí un momento entrañable cuando se recuerda al Real Unión de Irún, equipo que siempre ha levantado oleadas de pasión en los territorios fronterizos del Bidasoa, donde tengo muchos amigos y he entrevistado, con mi desaparecido compañero Aingeru Bengoetxea, a tantos jugadores y viejas glorias, en las épocas del San Marcial. Fue fundado en 1.915, equipo histórico cofundador de la Liga y al que en 1925 no le hacía sombra ningún otro equipo. Camiseta blanca y pantalón y medias negras. Es historia en la frontera. Siempre cuando vuelvo a casa, a pocos metros de cruzar el puente internacional camino de Hendaye, siempre miro hacia ese majestuoso Stadium Gal que tiene algo de una parte importantísima de la historia y vivencias del Irún de siempre. Es gloria, valor y honor de esta bellísima y misteriosa región del Bidasoa. ¡Aupa Irún! El lingüista Koldo Mitxelena al que entrevisté en Errenteria hace tiempo, me dijo conocer a Irún por su Real Unión. Y para mí son muchos recuerdos y más compañeros que transmitimos el "Alarde" durante muchos años.

El Stadium Gal con Francia al fondo.

Por lo demás la secuencia del regalo me ha recordado mucho a Jean Cocteau. Los que hemos estudiado en Francia bien lo identificamos de inmediato. Esa joven tierna y comprensiva (aunque en Cocteau es más coqueta y remilgada al principio) y ese ser que no es monstruo antropomórfico pero que se debate entre lo huraño y la ternura de un padre, su animalidad y su gran humanidad escondida.

Ha sido precioso. Esa mirada de humanidad de "Hernando" que emitía destellos y comienza a mudar su aire esquivo y reacio en beldad al mostrar ante la cámara lo que siente por su pupila. Cuando "Hernando" mira a "Beatriz, su mirada pierde fiereza, es Jean Cocteau; y la mirada de repulsión en ella va tornándose, va captando la vulnerabilidad en él, la sonrisa y la chispa que oculta en su caparazón ese hombre taciturno, malhumorado y triste y va aceptando de buen grado la convivencia. Todo ello filmado con hermosos planos que acaba en ese bouquet de flores, una alegoría de la poesía y luz que entra en las tinieblas de este personaje tan raro y complicado, que sucumbe a los encantos de "Beatriz" que es posiblemente su hija o un ser muy querido, transmutándose poco apoco en un hombre hermoso y maravilloso.

Una realización exquisita y onírica, casi de cuento de hadas, de bosque encantado. Esta trama que cuenta con una buena factura de producción, nos traslada a exquisiteces como esta, donde el lenguaje y los guionistas sobran y se nos traslada  a unos espacios tan pulcros y casi imperceptibles en donde queda todo suspendido como en un cuadro de Botticelli y todo ha sido belleza pura. Me quedo con estos momentos delicados y deliciosos de bosques donde desaparece la niebla, de miradas mágicas y de sentimientos puros, redimidos y verdaderos.