No ha sido sólo un memorable
capítulo, muy laborioso y perfecto, sin exagerar, esta tarde, en un serial de
una cadena de televisión, sino que hemos asistido a uno de entre los tres momentos
históricos que han despuntado en la historia de la televisión. No hay palabras
para describir lo visto, sentido, llorado y padecido.
Mario Zorrilla, en la
entrevista que le hice, se quedó corto en torno a la disciplina e
interpretación de alto volataje de este momento de la serie que llegaba. Aida de la Cruz es, ya, leyenda en la televisión española. Ha
descubierto no sólo a una excelsa intérprete, llena de belleza en luto, de
pasión desbordada, de amor por el hombre que se le escurre entre las manos, de
arte, sino que además ha marcado un hito dentro de una cultísima estética
visual, repleta de un sorprendente hábeas iconográfico, donde hemos visto
reproducciones y posturas de personajes tal y como vivieron la religiosidad los
grandes autores de la pintura y el cine. Emblemas de la representación de
retratos e imágenes en la cultura popular de los creyentes. Impresionante. Si
viviera en Madrid iría a esperar a Aída de la Cruz para felicitarle porque,
pocas, han hecho lo construido hoy, desde la humildad de una actriz
vilipendiada por tarados, sólo las mejores han sido capaces de mostrar tanto
exabrupto de desesperación como ella. Aida es la mejor actriz de la televisión actual, con Carlota Baró que es estructura arqueologíca pura encontrada por casualidad en Barcelona.
Pero no sólo ella. Ariadna,
está soberbia. Reencontrándose con aquella Ariadna de cuando legó a PV. Una remembranza inapreciable de "Pepa" con razón y llena de turbulencias. Maravillosa que lo comentamos. Relegada injustamente a papel de casamentera, obviada en su faceta de gran cultura, hoy, ha puesto toda su
musculatura corporal y facial en su dramática puesta en escena, con un extremo
dominio de las formas, una vapuleo de técnica, una sensibilidad tan creíble
como triste, tan suficientemente hinóptica, que nos ha dejado clavados y callados en la butaca.
Enorme cantidad de simbolismo
y analogías en un fantástico Vía Crucis filmado, lleno de pasión y condenado a
muerte. El cordero inocente dejándose asesinar por los hombres. Explica el
sufrimiento de un inconmensurable Alex Gadea, a través de sus miradas
desorbitadas, su divagada vista de hora postrera, su tranquilidad en los últimos
momentos, sedado por la sangre que le falta, confesando la verdad de su vida:
que siempre amó a sus hijos, a “Pepa” y a “Candela” y a los que les dice,
sabiéndose morir, que sean “fuertes” como esa madre que tuvieron; la mujer que más le amó en el pasado, a la que ya
está viendo en la otra dimensión que está a punto de atravesar y con la que se
fundirá en la leyenda de la televisión.
Comparado con esto, este trabajo de televisión,
popular, dignísimo, que llega a todas las clases sociales y a los pobres que no
pueden ir al teatro, todo lo que haga Alex en el resto de su vida, no alcanzará
nunca este podium de sentimentalismo atronador, de querencia popular, de calidad al
esgrimir una sensorialidad tan minuciosa y perfecta. Una obra orgullosa
de pertenecer a todos, este PV, que otorga nuestra atención porque la adoramos
por su buen sentimiento, sin mendigar empatías de rebaños como otros seriales
cutres de televisión ordinaria y zafia. Alex se va en lo personal como caballero honorable fue en PV.
Un Ecce homo. Sin sermones, sin moralina,
con un dolor que lo dice todo, llega el duelo. La realidad de la tristísima
existencia humana sin más concesión. La futilidad de todo, la duda sobre Dios y
el pozo para el hombre sin esperanza alguna.
El gran sufrimiento que unos grandísimos actores llevan a sus espaldas,
que tuvieron que parar la grabación porque se rompían ante lo que debían de
representar, que no era otra cosa sino la marcha de un compañero durante casi
tres años. Momentos duros, muy crueles, violentos, incomprensibles,
desgarradores, impactantes y muy bien diseñados y realizados. He llorado y
mucho la verdad y soy un vasco fuerte y de pocas amistades hacia el sentimentalismo
imaginario.
He reconocido momentos
neorrealistas de filmes de Gibson y de Pasolini. Hay una secuencia entre Aida y Alex, que recuerda
a cuando María Pasolini, en el suelo, en primer plano, sostenía incorporado sobre su pecho a
Enrique Irazoqui, Jesús bajado de la cruz, en “El evangelio según Mateo”. Y las imágenes de Mariana” y “Rosario” y de otros familiares, son todo un tratado
descriptivo de iconografías religiosas del renacimiento pictórico, época que me apasiona. Me han gustado todos esos planos con los dolientes familiares. Una mano maestra ha llevado al espectador, en ellos, a una angustia a compartir mediante una resolución sofocante y tremenda.
Todo, regado con escenas de
juventud, entrañables. Y como más destacable, con errores que pudieron haberse
no-cometido.
Me ha recordado la muerte de
Tristán al mejor Pasolini que conozco. Las tomas generales son para el drama
del dolor desbordado, pero las tomas cortas son utilizadas para penar en
intimidad y predicar, como hace “Tristan” hacia sus hijos, el valor de las
enseñanzas.
No sé si es porque la tarde
esta muy cerrado, oscurísima en San Sebastián, pero parece que la climatología
se viste de negro, en duelo por el alma satinada de “Tristán”.
Dedicado a los más grandes actores y actrices de televisión del mundo. A sus realizadores y a todos los que aman este género de romanticismo saludabilísimo. María Bouzas. Carlota Baró, Sandra Cervera, Alex Gadea, Ariadna Gaya, Adelfa Calvo, Aida de la Cruz, Loreto Mauleón, Carlos Serrano, Iago García, Jordi Coll, Jorge Pobes, Charlotte Vega, Javier Abad, Alejandra Onieva, Fernando Coronado, Blanca Parés, Selu Nieto, Maribel Ripoll, Enric Benavent, Mario Martín, Mario Zorrilla, Boré Buika, Ramón Ibarra (lamentando que me borarra del face, que no soy mala gente, de verdad), Elena Martínez, Ruben Serrano, extras y demás....y disculpas si se me ha olvidado alguno.
Y quiero dedicarlo también, este y el capítulo de mañana a mi compañera del programa, Juli, que es una mujer extraordinaria y bellisima persona y que cumple años el lunes.
Un gran capítulo y un gran equipo...
ResponderEliminarMañana agradeceré a todos los actores personalmente su gran labor.
ResponderEliminarla fin... no sería justo hablar de fin. Cuando un producto televisivo te ha dado así muchas emociones, la palabra fin no existe. pensé que lla fin hubiera llegado con la muerte de Pepa, un duro golpe, pero luego la habilidad de los guionistas y los actores, me ha hecho conocer un nuevo PV, diferente. Qué a pesar de las dificultades he seguido con interés. Hoy... Hoy me propuse que no habría mirado el episodio, no quise...NO PUDE. Pero luego no he logrado... y mientras escribo estos, estoy continuando a llorar y a volver a ver el rostro del Capitán que cierra los los ojos sobre el mundo. Por tu Blog digo gracias a todos todo los actores que me han hecho soñar en estos años y desesperar con sus historias.
ResponderEliminarLas grandes sagas no tienen un final, viven para siempre
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ResponderEliminarHe recibido algunas críticas por obviar a Jordi en la lista de actores y actrices. No ha sido voluntario.Ya ha sido corregido. Sobre Jordi ya me manifestado mi opinión favorable en más de una ocasión.Gracias por recordarmelo
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