Un capítulo impecablemente ambientado y mucho mejor interpretado donde destacan Rubén Serrano, Ariadna Gaya, María Bouzas, Carlota Baró que está de lujo y ese Jordi Coll reservadamente enfurecido y prisionero al final. Conmovedoras secuencias de "Aurora" entre el amor que defiende planteado el encarcelamiento de "Conrado" y su impotencia por la ausencia de noticias, cruelmente manipulada por un envilecido personaje que hace de la alcahuetería, sangre y mentira. Intimismo y torrentada de sentimientos que evidencian que sin "Conrado" al lado, en libertad de enfrentamientos con él, "Aurora" no es nadie porque le falta el alma a su vida.
TESTIGO DE CARGO
La trampa de "Francisca", la mala baba que casi nos la hacía beber con cicuta esta tarde, engatusando a los tortolitos firmando la paz en una fingida hoja de ruta, tiene un testigo de cargo, que no es "Gonzalo" sino "Mariana".
Venía yo estudiando hace algún tiempo ese otro "rol" dramático, al margen de los descritos, que tenía Carlota Baró, hoy he caído en cuenta, en la secuencia del "Jaral", con su oblicua y desconfiada mirada hacia una cándida "María" me ha desvelo su auténtica personalidad: es el TESTIGO DE CARGO de toda la delincuencia, de toda la trapisonda, da la manipulada instigación con la que cerca "Francisca" a las personas debilitadas primeramente por ella misma (como a "Gonzalo" en el capítulo de ayer y hoy) de todas las muestras de sangre que oculta una mujer malvada porque ningún hombre la quiere o confía en ella porque su corazón es una celada en rincón oscuro e infernal.
Una excelente pulsación en la mirada y madurez de Carlota de ese rastreo que hace sobre la familia en la que pena su vida pasada, trabajando como esclava de una cacique. Es el testigo de cargo, lo sabe todo, lo averigua todo, lo presagia todo sobre sus trampas y emboscadas, todo sobre esos seres conmovedoramente patéticos y criminales a los que sirve. Atrapados en mascaradas como la que les ha preparado "Francisca" a su ahijada y a otro peligroso supuesto testigo de cargo sobre el crimen cometido y al que quiere enviar al garrote comprometiéndole en el asesinato que, ella, mandó consumar. Muy bien Carlota, a la que últimamente vemos poco pero con sorpresa en sus escasas interpretaciones. Es el testigo de cargo de los que cometen fechorías, metidos directamente, en grado o por fuerza, y en donde cada papel que manda asumir a los demás la "Doña", acaba devorándolos y mostrándoles la peligrosa candidez en la que fluctuaban. Teme por su sobrina y su amor "Gonzalo".
Un mundo de falsedades y de interés ocultos, de mano ejecutora para ajusticiar la verdad y seguir consiguiendo poder, dinero y perpetuando la casta dirigente; un terreno en un bosque o valle donde acuden los malhechores anónimamente a enterrar a sus muertos, a morir, a ser ejecutados o detenidos, cuando ven la tortuosa realidad y las desagradables consecuencias de contemplar descaradamente a la mujer sin máscara, su rostro de muerte, que ha planificado, todo el desenlace, desde una casa siniestra y con esbirros a sueldo. Donde está "Olmo", lugares donde torturaban, enterraban cadáveres, morían mujeres memorables, amenazaban y coaccionaban a punta de revolver, donde te sepulta "Fulgencio" o manda hacerlo "Francisca" o a quien le encomienden el sepelio sin certificar. Un mundo apocalíptico que se ha convertido en una celada y en otro infierno en las tierras de PV.
El valle de los muertos donde están enterrados pobrecitos peones; el escenario desnudo que les devuelve, como a "María" próximamente, a tantos otros, acabada la farsa, las verdaderas dimensiones de lo que estaba en juego que perderían clamorosamente.
Excelente Carlota, lo digo sin que medie ninguna sospecha que pueda inducir a que se me considere un pelma que atosiga con sus chorradas de siempre o un enamorado en la distancia (este país no tiene remedio para el chisme), no es así y los que me conocen saben que si algo no me gusta o gusta, lo digo igualmente con el mismo desparpajo, caiga quien caiga.
Las falsas apariencias que ella ve con los rayos X de sus ojos encendidos, el de sus efectos sobre los seres humanos que duele si son, además, muy queridos, es la secuencia principal que sigue haciendo periodismo fotográfico. Le ha dado hoy un aire representativo de aquella teatralidad del "silente", acentuada adrede por el descubierto de sus ojos, desconfiando de esa simetría propuesta por "Francisca", algo muy difícil de encontrar en el teatro de PV.
Me gusta concatenar secuencia y darles un colofón que es como una carpeta que las guarda para que no se encuentren desperdigadas. Esta secuencia del "Jaral" es el archivo que las condensa y que pone título al desalmado plan diabólico que tiene preparado esta latifundista para con un posible testigo de su delito. Todo un plan donde sus más queridos seres son piezas intercambiables en el engranaje de una voracidad acaparadora insaciable y que teje desde lo más despreciable de su negra personalidad letal. Todo el capítulo de esta tarde, extraordinario en relación con María Bouzas y Carlota Baró, esta dotado de una calma malsana, de un plan canallesco, de una mente paranoica que lo urde todo, y de un presagio de alto voltaje en pesadilla.
Una María Bouzas sublime estos días en su miserabilidad y vacío vital. Tremenda en la secuencia con "Soledad" y "Terence" donde ha recibido un torpedo en la línea de flotación por parte de su hija ante sus insidias y crueles indirectas al matrimonio de ellos. Una pobre vieja muy decadente en valores, incapaz absolutamente de cambiar su instinto, de retomar una naturaleza desviada, desahuciada ya de vivir sus últimos días en paz y familia con los que, y a pesar, le siguen queriendo.
UNA CELDA OLVIDADA
Secuencia despiadada, la alimaña del hombre depredador que no caza para comer, sino por matar su inclinación y conseguir un trofeo. Un "Lesmes", muy mal interpretado, es una pena, ni come ni deja comer. Un protagonista que se ensaña con la víctima herida de amor. Un magnífico actor Rubén que estos días sufre persecución por la justicia y cárcel para alegría de muchos. La furia verbal desatada que no es capaz de reflejar Perurena, atacando psicológicamente a un hombre que lo que más duele es haber defraudado a su amor, en el que sólo piensa, al que sólo se debe en explicaciones y que piensa ya no le puede querer. Es tremendo. Afectado de un depresión brutal en esa mugrienta celda de pequeñas dimensiones y con un canalla que hace de su visita una procesión retorcida y cargada de envenenados mensajes entre ambos protagonistas que se hunden al cree al "doctor".
Un "Conrado", a pesar de los barrotes, en estado de gracia y en olor de multitud de fans. Secuencia majestuosa a degustar en blanco y negro, sobre cómo en las cárceles anida la infamia pero a veces entra la luz y quien debiera de estar en una galería para cuidados intensivos de delincuencia dentro, es el "Lesmes", médico que debiera curar y no rematar al perseguido, por degradado en comportamiento, por peligrosamente antisocial, porque sólo transmite odio y perversidad, ensañamiento sobre las heridas del aventurero caído en combate, un resentido que se convierte como no lo expulses rápido, en una razón para morir.
Una alegoría de cómo resurgir luchando cuando todo está perdido, cuando nos encontramos ante arenas movedizas en las que se ha caído, cuando ya casi se nos tapa la nariz y a pesar de que un desgraciado nos mete más el alma entre el fango. Afirmación de grandeza en "Conrado" y que está dejando a la sociedad de su tiempo por el suelo, muy mal parada incluida la de los civilizados médicos.
El dolor por la enorme ausencia de esa mujer desprendida y sincerísima, arrojada y de corazón maravilloso, bella y que la lleva en todas sus emociones y momentos de recuerdo, "Aurora", el gran aliento que da sentido a la vida de "Conrado".
Extraordinario actor. Describe todo un caleidoscopio de rupturas internas a tener muy en cuenta. Desde la compasión hasta la autoculpabilidad sin merecerlo. Eclipsado en su cara de desesperación y majestuoso cuando le "larga" a voces al siniestro doctor que tiene un patología muy similar a la de los redomados asesinos del cine y literatura del XIX.
Transmite mucho dolor, lógico en esas circunstancias, desazón ante tantos que se le echan enloquecidamente encima.
Preciosa secuencia con dos actores que saben emocionar, mostrar lo patético e irresoluble de la vida y desgarrar, como pocos en PV. Aída y Jorge. Ella vive su soledad guardándosela muy hacia adentro, él un desamor en el límite de la cordura, nunca podrá volver a ver y pedir perdón mil y una veces más a quien ya no está. Es Jean Cocteau en el cine, adaptado a PV por el tremendismo del guión envuelto entre cajitas de bombones. Momento espeluznante pero tan hermoso y bien interpretado que consigue hablarnos sobre lo que es la vida, discurrir y penar, sin vuelta atrás y fatalidad.
¡Enhorabuena a los actores!
MAÑANA: AURORA GUERRA. 10 AM EN SAN SEBASTIÁN: URDIN IRRATIA 108.0 FM
Con Juli, José Ignacio y Dominique en los controles.
Tendremos, próximamente, a otro actor de PV, en trámites andamos y no adelanto más. Próximamente de igual modo: una actriz de la serie que ya nos visitó: Inma Gamarra y su nueva obra a estrenar "La crisis de la esperanza".
http://joseignaciosalazar.blogspot.com.es/2014/02/manana-durante-la-entrevista-aurora.html
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