ACTORES DE LA TARDE:
MARIO MARTÍN Y FARIBA SHEIKHAN.
CON: MARIO ZORRILLA, AÍDA FLIX, MARTA TOMASA Y AÍDA DE LA CRUZ.
Un capítulo aburridídimo, para irse a tomar el sol. A excepción de esta primera secuencia y de dos planos de Mario Zorrilla y de Aída de la Cruz, las demás secuencias han sido decepcionantes y desmoralizadoras por la languidez y aire remoto en cuanto a interpretación y personaje que muestran algunos actores como Carlota Baró y una Adelfa que se ha convertido en una pasota que parece se cachondea o se aburre ella misma ya de estar ahí. Yo creo que a Adelfa, a pesar de la importancia de su papel, le sobra ya la serie. "Raimundo" y "Francisca" en dulzarronas secuencias que huelen a trasnochado y saben a falso, repetitivas y que mañana se enrevesarán otra vez y vuelta a comenzar con ese atávico enfrentamiento entre estos dos romanones. Por no hablar de la finca de la hiel que es un bodrio que carece ya de sentido. Un lugar que era como la Hammer británica, de albergar terror gótico, con aquella ama de llaves hichcockiana, ahora es un valle de lágrimas y donde mora un perturbado con tendencias suicidas y al que cualquier día lo van a matar preparado de igual modo por la "Doña". En cuanto a "Prado", lo de hoy, en conciliabulo familiar, lacrimosamente, en la lechería de "Mariana", empieza a extraviar el rumbo a pesar de ese actor que hay que destacar que es Iván Montes. El epicentro ahora está en Fariba, Selu, los Marios y en Aída Flix que ya se ha ido de la serie. Y por ello es que me preocupa en que manos nos dejan porque lo mejor se va y lo bueno que queda está medio vivo y algun@s a punto de entrar en la UVI.
Siguen conservando atractivo los "Mirañar" y por supuesto los mencionados hoy más arriba. Fernando Coronado aburre y repite siempre lo mismo en cuanto a atonía y registro siamés de sí mismo. "Alfonso" se parece a Coronado. Sandra Cervera está salvada por ese su gran papel adecuándose a una señora madura que está clamorosamente creíble, pero Fernando es un lastre. La serie tiene días pésimos, como el de hoy.
Sólo ha habido una excepción, la de la primera secuencia. Un sacerdote un tanto áspero y escéptico bordado en su papel por Mario Martín llevando acabo diligentemente y con una llama de humanidad su fe y consuelo, abriéndose a ayudar en lo material a una grande Fariba/"Inés" hoy, que le ha abierto su corazón, sus tristezas y rencores para pedir auxilio para su hijo, en peligro de muerte. Un sacerdote que no ha necesitado ni dos gestos para transmitir cómo, a pesar de sus suspicacias, cree con cierta convicción el relato de una mujer desesperada por una razón: porque daría la vida por su hijo.
Un sacerdore cercano y humilde. Un gran papel de este actor que se jubilará en un tiempo ya y que borda una brillante carrera de muchísimos años con un papel carismático y de honda entrada en los hogares: "Don Anselmo". Un hombre íntegro, un papel agradecido, siempre fiel a su conciencia.
Secuencia brillante que es una pena que no haya tenido más que realzaran el capítulo y que se ha quedado triste y sola en su grandeza. Un sobrio y muy emotivo retrato en los dos actores, con cierto desprecio al clima espiritual y sí una defensa de lo humano y vital en la protagonista, en una cárcel triste donde se entremezcla la mística del sacerdote con las dudas del mismo, las penas de la madre, las amarguras, los miedos de la chica y el consuelo espiritual que no sirve si no llega en ayuda logística para esas almas que tanto sufren y a las que solo la verdad sirve y la información de la misma como esperanza para que no se cometa un crimen que se perpetra.
Solo el sacerdote, haciendo de emisario, puede alumbrar algunas oscuridades tenaces que se niegan a salir al paso de la claridad para salvar a Beltrán". Y sobre todo me ha gustado esa fragilidad del sacerdote, desarmado de su acción divina por una madre doliente que nos han trasladado, gracias a Mario y Fariba, muy cerca de la que sufre , sintiéndole. Buenos actores los dos.
Me ha recordado este momento del automóvil y los nuevos tiempos al "Cable Hogue" de Peckinpah, a aquella nueva era en la que Jason Robards, con aquel su personaje arquetipo, nos mostraba el crepúsculo del oeste desde su lado melancólico y más poético, así como la llegada del automóvil.
Con otra referencia en Marta Tomasa, cuando "Eliza Doolittle" no arañaba precisamente la buena gramática, cometía dislates malsonantes en la fonética y metía patadas de órdago al lenguaje más finolis que se podía esperar; efecto Pygmalión en aquel "My Fair Lady" que interpretaba maravillosamente Audrey Hepburn acompañada de un buen doblaje por Rosa Guiñón.
Un rostro de Aída de la Cruz, una actriz que está vergonzosamente de relleno que nos muestra un acercamiento de la cámara a este importante personaje en la historia y del que queda, si los guionistas le dan al coco, mucho por descubrir porque la actriz lo vale.
¡Buen fin de semana!
PROGRAMA DE HOY DEDICADO A LA MADRE:
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