"Aclamado como un actor", titula cierta prensa donostiarra sobre el carisma indiscutible de Rebordinos. Es una vergüenza y un pesebre que hay que desmantelar cuanto antes.
Absolutamente comatoso y ruinoso para las instituciones y las arcas públicas resulta este Festival, que habla de beneficios para la Ciudad y Provincia, sin asomar las cuentas en algún momento a la prensa. Difícilmente, de este críptico modo, podremos evaluar las rentabilidades económicas que babean orgullosos los bien pagados de sus directivos y sus pesebreros periodistas venidos a más por doblar inclinando la cerviz. Más de siete millones y medio de euros gasta este Festival, incluidos los casi cuatro millones de las cuatro instituciones y la publicidad gratuita (unos 600.000 euros), que le hacemos a unos señores que nos maltratan, por discriminación, a ciertos periodistas, ya casi para acudir al juzgado de guardia; y pide un millón y medio más para hacer competitivo el mismo. Me niego en absoluto a que se les de más dinero de nuestro trabajo, por todo lo que comento a continuación. Cuando los pensionistas y ancianos deben pagar sus medicinas para que,este mundo farandulero, se huela la bragueta a cuenta de ellos.
Absolutamente comatoso y ruinoso para las instituciones y las arcas públicas resulta este Festival, que habla de beneficios para la Ciudad y Provincia, sin asomar las cuentas en algún momento a la prensa. Difícilmente, de este críptico modo, podremos evaluar las rentabilidades económicas que babean orgullosos los bien pagados de sus directivos y sus pesebreros periodistas venidos a más por doblar inclinando la cerviz. Más de siete millones y medio de euros gasta este Festival, incluidos los casi cuatro millones de las cuatro instituciones y la publicidad gratuita (unos 600.000 euros), que le hacemos a unos señores que nos maltratan, por discriminación, a ciertos periodistas, ya casi para acudir al juzgado de guardia; y pide un millón y medio más para hacer competitivo el mismo. Me niego en absoluto a que se les de más dinero de nuestro trabajo, por todo lo que comento a continuación. Cuando los pensionistas y ancianos deben pagar sus medicinas para que,este mundo farandulero, se huela la bragueta a cuenta de ellos.
¡Se podrán quejar!. Aún no
sabemos en qué pueden escurrirse casi un millón de euros diarios. Los ciudadanos y los periodistas pagamos por ir a contemplar filmes que
llegan sin cargos; son los restos que el Director y su equipo, en orondos
viajes a la ciudad de Toronto, todo pagado a nuestra cuenta, traen
mayoritariamente de los restos del naufragio y apalabramientos de despachos,
para el último festival del año que sólo puede aspirar a retales y con este equipo y directorcillo de trásito, máyores aún.
Tampoco importa mucho; en
estos dos últimos años se premia al cine español, lo merezca o no y se presenta
la cara de la disconformidad a un embustero Rajoy que ha terminado de hundir a
este sector y a toda la economía con la subida brutal del IVA; un insostenible
aumento que fue descartado electoralmente, para ampliar el margen de ingreso
del Estado y seguir pagando su corrupción absoluta, la cloaca española a costa
de la miseria cultural, laboral y comercial en el País. Y el Festival lo dice en los premios, aunado al sector crítico de la producción, dirección e interpretación. En sí, no es malo pero no debe buscarse la oportunidad de dar "cancha" con un premio para propagar una reivindicación, al márgen de los valores que requiere un galardón de festival.
No me parece mal que un film
español sea premiado o que, como en esta ocasión, prácticamente, sólo un premio
no ha ido a parar al cine hispano, pero siempre que lo merezca; pero no, caiga lo que
llueva o truene, para hacer frentismo político y reivindicación laboral
desesperada, usando del dinero público para intereses del sector. Todos estamos
muy mal y no utilizamos del espacio o presupuesto, de la plataforma mediática
de 7,5 millones de euros del Festival, para decirle al PP que: ¡Estamos aquí los parias del cine de
Estado!.
Este año, al igual que el
pasado, se ha desmerecido de filmes de alguna entidad para optar a un premio en
un Zinemaldia, para seguir insistiendo en que hay que dar galardón por mojones
al cine de aquí o al latinoamericano, aunque sea a la fotografía (nada del otro
planeta) a “Caníbal”, de Manuel Martín Cuenca, sólo para dar en las narices al ministro Wert. Tal como distinguir con
injusticia a un director, Fernando Eimbcke, por “Club Sándwich”,
un filme que ni saben si se va a estrenar en Méjico por lo de tercer orden que
es. Tuvimos al equipo entre nosotros, en Urdin Irratia, que venía de comer chuletones la víspera, y ni se les pasaba la
cabeza que pudieran ganar algún galardón. Sin embargo, algo me dice que, los premios, están
apalabrados, porque año tras Edición, vemos durante el evento, sin marcharse
del hotel, a actores o directores que luego son premiados. Y el actor de este
film, un chaval muy simpático, Lucio Giménez Cacho, hijo por cierto del
premiadísimo actor Daniel Jiménez Cacho, se sentó ayer conmigo en el Hotel y
conversamos. Y le noté nervioso cuando le pregunté si tenía un premio este
filme mejicano.
Hoy, la prensa donostiarra que
ya no vende ni acepta otro modo de opinar que desenmascare a un festival
inasumible por estos derroteros que lleva, se queda extasiada porque, el gran
Tavernier”, se queda con la pedrea.
¡Alma de cántaro!. !Periodista pelotín!. ¿Que puedes esperar que no sepas y te calles para que
puedan seguir contando contigo como fregón mayor del Zinemaldia y para que te permitan acudir
a la primera fila de esos encuentros con productores y gentes del cine, que organiza el sectario
de su palmeado director del Festival?. Encuentros a los que no podemos acudir
muchos periodistas, incluso veteranos, para establecer relaciones con lo que se
presenta en la producción de cada día y en donde unos hambrones comen a buche
ampliado que no da tiempo a cerrar.
Por supuesto que lo ocurrido
este año con el fabuloso “Quai d,Orsay” es injustísimo y no prestigia a este
evento multimillonario. No proporciona una plataforma de lanzamiento al no
premiar a un film, no sólo de Festival, que va a tener cobertura en muchísimos países, y
que alcanza grandísima calidad como obra selecta. Una "peli" para haberse llevado la gran Concha de
Oro. Es el resumen depurado en imágenes de un sabio. ¡Contentos!. Que por no morirse de
vergüenza le han dado un premiecito al Guión de Baudry, Blain y del propio
Tavernier.
Escándalo aparte ha supuesto
las declaraciones, ayer, del comilón del presidente del jurado, Todd Haynes, sobre que no había películas con
premio. Estas declaraciones, aparte de no ser exactamente ciertas, son una
humillación sin respuesta para los contribuyentes y para los insustanciales organizadores del
Zinemaldia que así defieneden el evento y al dinero público: Con la callada como respuesta. Porque, la pregunta surge de inmediato: ¿Qué hacen todo ustedes miembros
del jurado, comiendo y cenando mero a la parrilla, langostas y bebiendo
exquisitos vinos, sin tino, durante casi quince días, para acabar llamando
incompetentes a los que le han confiado en usted?. Para decir que, este
Festival, da pena por no alcanzar niveles para dar un premio.
Es cierto que da lástima pero
por ellos mismos, jurados también. Ha sido una Edición insustancial, más bien a
la muy baja, sin glamour, actores, sin vergüenza para con cierta prensa,
lánguida y soporífera, sin actos y con escasos filmes correctos, la mayoría,
poco solventes y, salvo el de Tavernier, brillantes. Pero algo se podía haber
sacado y este grandísimo vividor que se va cebado a cuenta del dinero de pobres
ciudadanos, sobre algo muy deficitario, la ha colmado obviando, de igual modo a
“Enemy”, del canadiense: Denis Villeneuve que, aunque se rió de la prensa en la
rueda de prensa, merecía mejor destino que el que, Haynes, le ha otorgado. Que
aunque era un plagio del corto de Sir Alfred: “El otro señor Pelham” y de “El
hombre que se conoció a sí mismo”, de Basil Dearden, reunía criterios que
aunaban un soporte de encuentro en lo que se puede pedir a un filme de festival
y que dan una cierta calidad al evento.
Sí que me podía explicar por
qué se premia a Jim Broadbent, de “Le weeek-end”, del director Roger Michell, y
no a Lindsay Duncan, pareja de baile con Jim o a Antonio de la Torre, magnífico
en “Caníbal”, relegando a un injusto premio en fotografía, a este último filme.
O sea que había algo, poco, pero no para que fuera desmerecido por este
presidente que ha escaldado al Festival pero que se va atiborrado de comida y
bebida, chuletas, besugos y meros por demás.
Eso es el Festival y en ello
se va nuestro dinero. Cuento y dinero exclusivamente destinado a los rectores
del acontecimiento, invitados, autoridades, estrellitas que son muy bien
templadas en algunos de nuestros restaurantes (que son los que se benefician a cuenta de los dineros de aquí para allí), con los que intercambiamos
nuestra “pasta”; porque toda esta gentuza no gasta nada de su pecunio y encima,
en gran medida, salvo excepciones es engreída, altanera y despótica.
Muchos periodistas somos víctimas
de esta dictadura, con nuestro propio dinero, con nuestros transpirados medios
puestos al servicio del evento con grandísima ilusión. Periodistas a los que
nos lo ponen todo en contra, que pagamos nuestra acreditación y que nos
consideran una basura. Y con Rebordinos, ya somos para el PaP de Batasuna. Ejemplos...
docenas. Privilegios... en razones de unos incompresibles colores de tarjeta.
Apartheid de actos o encuentros para relajarnos, en los que se ve todos los
días comiendo a “prensa” del Festival, mientras no pueden entrar periodistas
que son maltratados en la puerta. Negación de acudir a actos diversos o a
finales de fiesta a gran parte de la prensa (considerada como gorrona y
despreciable), usada como papel higiénico, que se relacionaría entre ella y que
se lo merece por la gran labor gratuita y pagada realizadas; mientras que se
reúnen, a cuenta de todos los paganos, con gran rimbombancia y glotonería, los
mayores chupones y enchufados de la “alta sociedad” gipuzkoana; la mayoría, que
ni han pisado el Zinemaldia; así como de cierta basurienta prensa; toda una corrupta sociedad paleta que menosprecia a lo mejor que puede tener una país, unos buenos trabajadores y de prensa además, humillados bien por el miedo o por privilegios que no llegan y por subvenciones esperadas que tampoco alcanzan. Pobres
desgraciados de la profesión que hablan mal del que denuncia estas injusticias
y se arrastran por el fango por una entrevista al director o por conseguir, entre la basura, una entrada invitada para comer algún pintxo asqueroso. De seguro que, algún apiadado hostelero, les daría gustoso unas comidas, gratis, antes que verles entre basura, tras un trozo de pan con algo incomestible. Y de
todo este tinglado, muy mediocre y carísimo, seguimos sin conocer la respuesta a la
pregunta: ¿En que se gasta un millón de euros al día?. En ellos, naturalmente.
Sobre el film ganador, “Pelo
malo” de Mariana Rondón, lo considero un buen filme aunque no de Concha de Oro.
Resulta, ahora, que la prensa donostiarra y la Ciudad que vapuleaba a los que
venimos, en medios, denunciando al “Régimen Bolivariano” y que van gastando lo
que no es de ellos para asistir al timo de las exequias al dictador, y aplauden a su camarilla, hoy se han hecho
filósofos en contra de la dictadura venezolana. Hay que ser un grandísimo
sinvergüenza para buscar la radicalidad en un filme que es una denuncia de una
sociedad violenta, fascista, que arremete contra los más débiles, cuando se ha
hecho campaña electoral, negocio y amistades a cuenta de aplaudir a esa misma sociedad,
llamando “fachas” a los que la
denunciábamos por su calamitosa realidad socio-económica y tiranía política. El filme es la crónica
valiente de una gente atenazada por el
miedo, estúpida, subvencionada y acallada, rastrera ante el poder omnímodo de
una execrable política dictatorial venezolana en sus amplias plasmaciones
gubernamentales; que se reproduce, como el Festival donostiarra, en círculo.
Una sociedad rencorosa, indigna, triste. Ahora, resulta que se premia con
ovación a lo que, hasta hace poco, te llevaba a la hoguera por reseñar: la
política de Venezuela y su gran injusticia social. Recuerdo mis artículos en
“Primeran.com” y mis comentarios en “Urdin Irratia”, plagados por los insultos de unos bravucones violentos (yo que
conozco por familia y amigos periodistas, bastante a ese país), por pedir sólo
justicia y denunciar algo que lo acaba de decir la directora del filme: Que,
“la superficialidad”, favorece al poder”. Superficialidad, a raudales, han
tenido todos los pesebrejos de Chávez. Por supuesto.
“La herida” no es un filme de
mi gusto, pero si el Premio a su actriz Marian
Álvarez que se desangra en todos los sentidos en este film de Fernando
Franco. Tiene algo de ese corte de retina del film de Luis Buñuel: “El perro
andaluz”.
Es imprescindible, como
resumen, echar a la calle a todo el equipo del Festival que se reproduce
endogámicamente, unos tras otro auto nombrados
a sí mismos. Que las Instituciones decidan sobre cual modelo de Festival
queremos y podemos pagar. Que se concurse públicamente una directiva y que dé
las cuentas a la prensa todos los años. Y que, los actuales, sean puestos en
cuarentena, hasta que nos respondan sumarísimamente a los periodistas que lo deseen sobre muchas interrogantes y
supuestas injusticias cometidas con el
dinero público.
Esto no puede continuar así,
gastando no se sabe en qué, cuanto, sin evolucionar, sin dar un mayor realce al
Zinemaldia y con este silencio del director a todas nuestras dudas y quejas.
José Ignacio Salazar. Con todo mi amor al cine, al Festival y a mi Ciudad.
Muchísimas gracias por abrirnos los ojos a lo que se esconde en el festival.Se que es cierto porque un sobrino mio estuvo de corresponsal el año pasado y me contó lo mismo.Es una vergüenza que tengamos que apretarnos el cinturón para pagar este pobre festival sin resultados comerciales. Me da la impresión de que empieza ahí y termina ahí. Me reitero en que debía de haber periodistas más como tu y sigue así Jose Ignacio.Te felicito de nuevo.
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