BELLEZAS ROBADAS/CARLOTA Y AIDA

Hasta hace bien poco, Carlota Baró y, sobre todo, Aida de la Cruz, eran dos actrices más en “Puente Viejo”, secundarias sin muchos lujos, para algunos que no para mí. Hace ya muchos meses que dijimos que eran dos actrices excepcionales. En el caso de Carlota, hace más de un año y medio, tal vez, la mejor de toda la televisión actual. Ya sé que hay gente que me bromea porque todos los días hablo de ella y con cariño. Yo no estoy de chunga con este tema. Yo no soy como el adulador transeúnte de Sigüenza, que ha realizado el trabajo y se va para..... ¿Volver?. Mi interés y mi obligación es destacar la calidad y la alta calidad, casi lo muy difícil de encontrar, como lo vengo diciendo, en la profesión. Y explicar su por qué en actrices como Carlota Baró. Se ha desmelenado y algunos ya comienzan a rememorarla tras su avinagrado padecer enlutado en la “Casona” de los horrores; identificarla como aquella vital mujer que enamoró a “Paquito” y fue el sostén lúcido de su familia. La “Nannarella” que dicen en Italia, como Anna Magnani, dónde por cierto es un éxito Carlota en los inicios de “Puente Viejo”. Esa mujer apoteósica, humilde e ingenua, dada a los demás, descariñada pero con gran amor dentro de ella; que explota ante la lisonja de unas “flores” verbales, las de un barbían galán medio sospechoso de momento, Sigüenza. La mujer rústica que escucha reir al viento, que casi no sabe leer pero que es la hembra mas despierta, sufrida y con más glamour de entre la comarca. Carlota es la única actriz de “Puente Viejo" que no necesita parecer para ser, pero que es una belleza perfecta que, cuando logra la armonía, deslumbra desplegando sensualidad y siempre sus ojos transmiten la verdad de sus sentimientos. Me tienen harto los que me bromean con mis escritos sobre ella, pero les recuerdo que, hasta hace poco, ni la consideraban algunos, cuando estaba demostrada su casta, aunque estuviera ensombrecida tras un uniforme que parecía el de un ropero de novela de clarín.

 

Para muestra, la preciosa secuencia de la fotografía con el medio cínico fotógrafo de las praderas. Podía ser un western y el inicio de una comedia romántica. Sigüenza te puede estar apuntando con un pistolón o con un romántico objetivo que retrata felicidad. Pero ella, un rostro, apúntenselo algunos, uno de los  más bonitos y más cándidamente rientes, encuadrados de la televisión actual, comparado con esos planos conmovedores y risueños de Bérénice Bejo, en “The Artist” o de Liv Tyler en “Belleza robada” de Bertolucci. Aunque, para mí, el negocio de Sigüenza que ha venido a hacer fotos, es símplemente hacerlas.

Ha estado, cuando se refería a su ignorancia, entrañable pero aguda ya que no le faltaba razón sobre cómo se puede estar hablando por un tubo(o por un micrófono, digo yo) tanto tiempo y para qué y si hay alguien al otro lado. “Mariana” es como la chica que perdimos un día y que era la mejor. Y en el congelado de imagen( esta vez si se encuadró bien a"Mariana") fue sencilla, pizpireta y tierna, casi de desenfadado films francés de los 60 al estilo de Louis Malle o de Jacques Rivette. Más allá de la sofisticación, de la estrategia burlona del “Sigüenza, están las grandezas y las inocencias de las memorables actrices de antaño, como hoy Carlota. Lanzando un pulso interpretativo entre la razón de un oscuro pasado y el deseo recobrado. Es su subconsciente quien le está devolviendo su identidad.

 

Y la otra belleza robada: Aida de la Cruz. Porque se ha muerto Nerón y no hay circos entre algunos de los  faces de “Puente Viejo”, pero a Aída de la Cruz la lanzan a los leones que no han comido en veinte días. Cuando es como “Melania” y como “Candela”, una actriz serena, sensata y de grandísima sensibilidad. La secuencia final de hoy ha sido de “rompe y rasga la túnica Salomé”. Se ha adaptado a una confesión absolutamente sincera y enamorada, fruto de una maniobra para quitarle la máscara a Tristán que es, y no porque lo diga la “Paquita abuelita”, un pusilánime y un bobo que se ha quedado enroñado en su maquinaria. Ha desnudado su alma con emoción desbordada y nula arrogancia interpretativa. Y con una sinceridad como debíamos afrontar todos a la vida. Era, Aida, toda una mujer y una actriz  ante una cámara y un retrógrado timorato y que anda pero que muy alelado.

 

A mí, que soy muy liberal en cuestiones de sexo, no me ha terminado de gustar  el aparejamiento romántico previo a ser facturada "Rita" para una boda. Procede de la resignación cristiana que le comentaba "Don Anselmo" y buscar el camino de la felicidad. Me ha parecido una anomalía en el guión y una traición cornamentada en la vida civil. La factura de la secuencia ha sido prudente, como si abochornara el acto sexual programado. Tal vez, sí que podría haberse planteado más arriesgadamente; no ha sido así, por cierto pudor para no exaltar. De hecho, algunos fans, están que trinan con que "Isidro" no se casa y se acuesta con la desdichada de "Rita". Ha sido poco provocador y muy escasamente emotivo pero, eso sí, con los dos actores(Javier y Charlotte) interpretando con una precisión que han salvado la canallada. La triste historia de Rita y Romeo.

 Dedicado a Megan Montaner como "Pepa" y como Megan, en su cumpleaños. !Zorionak!. A las dos apreciamos y sin la una, la otra no sería lo mismo.