La "Francisca Taringa" es de los
peores y más repulsivos súcubos de mujeres que ha habido en la literatura, que ya
es decir. Drena la bondad e intenta conducir por el camino de la
perversidad a todo aquel que es de su posesión diabólica. Es un engendro fallido de virus que corrompe al ser humano hasta dejarlo putrefacto. A cualquier paisano le absorbe la energía, lo vampiriza mortalmente y le hace convertirse en una muñón de carne con ojos, a su
disposición nigromante; pervirtiéndole con influjos de maleficios morales, que
conducen a su pobre víctima a la perdición total que no termina sino en el
aniquilamiento del pobre desgraciado que resta, después de ser despojado de toda su
energía vital, vaciado de sangre y
desposeído de su dinero. Es espiritualmente nefasta, nociva para la salud, aparte de una hija de Belcebú. Hoy hemos
visto su peor lado pardo oscuro. El crimen que perpetra.
"Francisca Taringa" es de
filiación demoníaca. Sus colmillos están venenosamente acerados. Sus ojos son
los de la más pérfida serpiente que
muerde siempre y hasta en el pene directamente si es preciso.
¡Excelente!. María Bouzas esta tarde. Nunca habíamos
llegado a intuir, como lo ha hecho “Aurora”/Ariada magnífica esta tarde, que la “abuelita” es
capaz de cometer un horroroso crimen peor que el de “Peñaranda del campo”, una
memorable farsa villanesca de mi paisano Don Pío Baroja. Es capaz de mandar
acribillar a su hijo y futura nuera a cuchilladas o a perdigonazos. Su
naturaleza, la de “Francisca”, dicha por su propio hijo, en noble “Tristán”, es
letal.
Pero ya que ha fallecido una
actriz Julie Harris, me han venido bonitas y melancólicas referencias en la
tarde “Puenteviejera”.
Evocaciones, contrastando a
esas grandes protagonistas de capítulo de hoy, las sufridas mujeres y
maravillosas actrices, de aquel grandísimo filme de Elia Kazan con la actriz
que acaba de fallecer: Julie Harris. “Al este del Edén”.
Sobre la aceptación desmedida
de los seres que nos rodean y que hace que, muchas veces, nos invada el
sufrimiento como una llaga por donde no deja manar sangre. Cómo se libera uno
en la búsqueda del amor, que nos aligera de toda la conmoción emocional que es
una losa en el alma. Como “María” que lo comenzaba a disfrutar y como “Mariana”
que lo necesita y se lo merece. Como “Candela” que es su revivir. Como “Rita”
enfangada con un cabronazo. Como “Soledad” que lo encontró. Como “Quintina” que
debe de aislar por higiene a su selvática suegraza de ponzoñosa lengua
retorcida. Salvando las distancias, en el filme se hacía más referencia a la
relación entre padres e hijos, pero la raíz de desconsuelo, es la misma que en
James Dean.
Han estado hoy las chicas para
invitarles a cenar, en plan económico, eso s,í que está esta España de Rajoy para
pocos cocinillas vascos de relumbrón, que son carísimos, que tampoco es para
tanto y termina doliendo la vesícula por la indigestión de la factura con el
postre mezclada.
¡Fantásticas chicas!!!!. En el filme de Kazan, el amor no se compra,
ni aunque lo intentes. Hay algo que me subyuga en PV: Los acertadísimos
diálogos sintéticos, terribles en muchas ocasiones, que arrancan confesiones
desgarradoras de amor y que humean como densa niebla envolviendo al pueblo de
sinceridad, dicho de manera sustancial por los mejores actores que conozco en
la televisión actual.
Me suelen comentar, los amigos
italianos sobre todo, de las innumerables referencias que “capiscamos” en este
muy querido PV. De García Márquez entre otros. Hoy era Steinbeck sin duda. La
necesidad de ser amados desde nuestros más benjamines años. Loreto, Carlota,
Aida, Ariadna, Sandra, Charlotte, Blanca, siempre Sandra, han encarnado hoy
magistralmente a actrices cargadas de emotividad.
Me ha gustado ese risueño
reencontrado en Carlota, el personaje que más lo necesita y el más noble y mejor interpretado de PV, “Mariana”, que es su
reencuentro con un trascender ya ese resentimiento expiado y la búsqueda del
amor que le corresponde en justicia. Un personaje que nos conmueve con la increíble cantidad de hallazgos expresivos.
Había hoy muchísima
desilusión, culpabilidad, esperanza, requiebro, consanguinidad. Alguien debe de
querer en la televisión y en la vida a las mujeres que sufren. Porque detrás de
este costumbrismo de PV está la vida real con sus situaciones no noñas, sino
profundas, narradas de modo acertadísimo en la novela. Me ha parecido
precioso. Es dar categoría literaria a esas situaciones que nos marcan de por
vida. Por ello gusta mucho PV. No porque enganche con otro serial, sino por la
universal querencia de sentirse amados que tienen los “protas”. Y las escenas,
algunas, se quedan grabadas en la mente por la hermosura de lo que expresan.
Me ha gustado Jordi. “Martín”
era hoy es el anti héroe. Hubiera sido un buen animador del Mayo 68 este
apostada de la clerigalla. Personaje complejo que a veces se le queda corto o
largo al actor, hoy en su justa medida. Descarado y rebelde es el mejor Jordi.
Loreto ha sido hoy Julie
Harris en el film de Kazan. Convincente y dulce. Ariadna era una “Rebelde sin
madre”, otra james Dean.
Capítulo turbador y
emocionado. Súcubos luciferinos, turbadores demonios sulfurosos, mujeres apasionantes y rebeldes,
redomados y caballeros sin espada como “Tristán”. Todos, entre el bien y el mal,
los seres humanos, rodeados de un ambiente muy malsano, dentro de un opresivo retrato de crueldad humana y de desoladora
represión de las mejores pasiones de las mujeres y de los hombres, huérfanos
emocionalmente y entre un calvario de demonios. Todo, aderezado con soberbias interpretaciones.
Estos chicos llegarán lejos.
Lo de “Soledad” me va
a recordar, sin duda, a “Adivina quien viene a cenar esta noche”, de
Stanley Kramer. El último filme de Spencer Tracy que se estrenó en San Sebastián
con grandísimas colas en el Victoria Eugenia y que es una delicia por el guión
y la dirección, por sus actores y por el doblaje que hacía Manuel Cano a Sydney
Poitier.
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