Capítulo sobre una angustia y
narrada de modo sofocante y tremendo. Dicen que a todo cerdo le llega su "San Martín", pero no sé si a este le quedan aun dos o tres santorales más.
La Vulgata latina de aquel pasaje del Evangelio de Juan, así como
cualquier representación pictórica de Caravaggio, sobre aquella muerte
desastrada, se quedan cortas con la imagen de Carlos Serrano, perfectamente maquillada y
representada hasta, anímicamente, del modo volátil de los que van levitando y
saliendo de su cuerpo; que se van marchando tras el esperado desenlace fatal
que, tal vez, le aguarde a otro de los
“Mesía”. Allí, en aquella aséptica habitación del color del sayo mortuorio,
fallece el tortuoso personaje al que se lo comen los derrames mientras le
correo la putrefacción de sus órganos, dejándose contemplar como un guiñapo.
¡Bravo!. Carlos Serrano. Se está muriendo dejando su avaricia para el que le
siga, renunciando a toda trascendencia y solemnidad. Era patético verle hecho
un “Ecce Homo” sin ya sus grotescas posesiones terrenales.
No es fácil hacerse el
moribundo. Me comentó en una entrevista, Don Rogelio Hernández, la Voz de
Marlon Brando y de Paul Newman en el Estado, que era más fácil morirse en la
vida que en el cine, en un buen doblaje se entiende. Rogelio fallecería en
aquellas navidades del 2011. Por cierto, en septiembre, entrevistaré a una
buena amiga, a su esposa Rosa Guiñón, la voz de Julie Andrews.
“María”/Loreto no lo está
haciendo mal, ni mucho menos. He leído piedras que caen sobre ella porque
resulta insufrible. Es cierto que el guión, a ella, le ha jugado altibajos
peligrosos. Y asumo que los ha sabido sortear, la actriz, ecualizando los
momentos hasta lograr un sosiego en momentos de euforia literaria, y ha
arriesgado mucho hasta conseguir bellos momentos en interpretaciones precisas, cuando
flojeaba el texto. A pesar de reiteraciones en ciertas incomprensibles
situaciones, por parte del guión, ella muestra siempre una emoción explícita en
su recreación. Sé que falta profundidad en la construcción de algunos momentos,
a veces naïf y ñoños, pero Loreto siempre interviene firmemente, con convicción
en la enorme dificultad de mostrar la complejidad de sus sentimientos afectivos
y las perversiones ocultas a las que ha
sido tratada y muy difíciles de comunicar. Es una gran donostiarra y creo que
ha hecho muchísimo por mejorar desde aquellos programas de txapela de la
subvencionada EITB.
Es enorme. A algunos, para con Aída de la Cruz, les
ocurre como con Carlota antes de que el gran público la considerara una
grandísima actriz. En este caso peor, menospreciaron a una genuina interprete,
heredara de aquellas risueñas que desplegaban con gran glamour una mirada dulce
e intensa; de rostro comprensivo como marca de lujo; que lucían ondas al agua;
de diseño retro. Tal como eran, las mujeres más maravillosas y románticas del mundo de Hollywood. Como Jane Powell, Olivia de Havilland o Teresa Wriht. Es que
está sublime, incluso a veces transfigurada, y le veo una dignísima sustituta del pobre “Tristan” cuando pase a
otra esfera interpretativa. “Candela”/Aída, esta tarde como pocas otras veces,
en la confitería, ha centrifugado todas las ausencias y miedos del personaje de
su futuro marido; extrayendo toda su inseguridad y lo peor de él. Parece que lo
ha limpiado, envasado al vacío, docilizado. Aislado su cuerpo dolorido y le ha
hecho reconocerse como alguien que se había dejado la "chaveta" en algún lugar
del tiempo. Aída, son las maravillosas mujeres, uno de lo grandes misterios
espirituales de la condición humana.
No está fuera de época PV. Día
a día lo reconocemos aquí. En medio de un lenguaje y de una formal teatralidad,
que nos retrotraen a aquella televisión que veían nuestros padres; su marco de
faena y su historia, son incuestionablemente muy atractivas. Con soberbias interpretaciones (mañana llega el “telele” transido y transpuesto que le da a
“Francisca monteconnegro” al ver a su impresionante yerno), incuestionable
loable trabajo de actores que han logrado acariciar el sentido de los
espectadores, trasladando una empatía emotiva e intelectual.
Me suele decir Carlota Baró,
que aprecio y quiero muchísimo, que son palabras mágicas estas que les dedico. ¡No!. Como le
respondo: Intento, pobremente, transcribir la magia de todos ellos, los actores, en estas apresuradas líneas. Ellos son
estupendos. Yo soy sólo un pasajero del tiempo.
Por cierto dicen que los
casados, como en aquel gran film de
Hathaway: “Alaska tierra del oro”, iban a buscarse una esposa para irse a Alaska
con ella, y resulta que ya se había
casado en el filme, la "prota". Pues... Rita/Charlotte” lo está de nuevo enmadejando con su verdadero
amor: “Isidro Buendía”, apellido literario de García Márquez, en sus “Cien años
de soledad”. Se está benditamente rebelando y es que se han acabado las pilas en la cosa de la cama y del corazón, con "Anibal" que cualquier día se nos va a los Alpes, desesperado porque ya son dos y le han perdido el miedo.
Hoy, aunque poco, hemos podido
disfrutar televisivamente con Carlota. Por cierto, se reconoce ya en los foros
que, algún día, se fijará en ella algún productor de cine serio y no de
gachuminadas subvencionadas para pijos sin remedio. Actriz para grandes
“roles”. A mí me gusta mucho ese su empuje interpretativo de sufrida mirada sometida; de añoranza de
doble filo; de inteligente puesta en duda de casi todo, que la da ese toque
femenino y maduro( siendo ella una jovencísima actriz) de las perdedoras de
ilusiones que son llamadas a mediana edad. Y me apasiona sobre cómo busca con los ojos; su
capacidad para no caer en desasosiego, aunque sólo sepa cuatro verdades
culpables del por qué hay tanto a desconfiar de los demás. Carlota es una
actriz completa y perfecta.
Un poco flojo el encuentro
entre “Martín” y su tía “Soledad”. Daba la impresión de poca credibilidad. Aunque
lo mejor ha sido el diálogo entre María Bouzas y Alejandra Onieva. Espectáculo,
teatralidad y sentimientos en este encuentro. Para mañana, adivinamos quien
viene a esta casa. Esperando a Sydney Poitier, pero sin la voz inolvidable de
Manuel Cano. El que mejor le interpretó en castellano. A cuya memoria dedico
este escrito.
Dedicado al maestro de todos los actores de doblaje: Manuel Cano. Ya que, mañana, llega alguien como aquel su Sidney Poitier, en unos de los mejores doblajes que hizo el actor. "Adivina quien vino a cenar esta noche". Manuel, lo pasó mal en ocasiones, no se le respetó como se le debiera. Era la voz del galán, como solía comentar el también desaparecido Antonio Gómez de Vicente. Maravilloso Yul Brynner, en "Los diez mandamientos" y memorable "Mesala", Stephen Boyd, en " Ben- Hur". En su memória!!!
Creo que ya lo comenté alguna vez, me gusta ver las películas anglosajonas en version original, no porque sepa inglés, sino por oir las verdaderas voces de los actores, aunque hay que reconocer que los actores de doblaje españoles son una maravilla ;)
ResponderEliminarCarlota Baró está espléndida, con las pocas escenas en que sale, llena el capítulo, hoy por ejemplo, cuando está sirviendo el desayuno a la doña, lo decía todo con esa mirada suya, tan limpia, tan resignada, tan sufrida con el trato que le da la señora...
Es verdad que el encuentro de Martin y Soledad me ha sabido a poco, parece como si faltase alguna imagen, como si hubiesen recortado la escena. Alejandra Onieva me gusta mucho en esta etapa de la novela, menos mal que le han cambiado el 'chip' al personaje y sobre todo le han cambiado el peinado y le han quitado aquella peluca ridícula que llevaba en los últimos tiempos.
Y por último 'Maria', yo creo que a Loreto no se le pueden poner pegas en su interpretación, estoy de acuerdo contigo, creo que está cada vez mejor, yo la veo muy creíble en su papel. ;)