UN MUERTECITO DE IDA Y VUELTA

Una atmósfera deprimente en el desvencijado hospital de una cárcel destartalada, sin medios materiales, donde te mueres sólo y en tristeza absoluta y si no falleces, peor; asesinado por tu propio hijo; oliendo a fuerte olor de muerto infeliz, a miedo  y a lejía y  a mata ratas. Horas contadas para recuperar una herencia que deberá esperar sine die. Ante el desbaratamiento de sus planes y la ira colérica irascible que segrega su mirada asesina, ya puede hacer acopio de morfinas y así de drogas porque la cosa no tiene remedio y el coñac está asimilado sin más como narcótico. Algo fuerte para soportar lo que se le ha echado encima, que le apacigüe el dolor de la tortura de saber que su padre goza de cierta solvencia en la salud y que, si con la almohada  no lo ha podido asfixiar, lo veo moribundo pero con posibles de recuperación.  Un "Olmo" "pallá y pacá!, un muertecito de ida y regreso rápido.

 

Carlos Serrano ha tenido su momento de énfasis ocular y de atormentado facial, muy conseguidos, ante la infelicidad del delirante que no daba crédito que los muertecitos,  a los que les metes prisa, no terminan de “espicharla” cuando tanto se desea ver a un muerto y ser feliz. Y es que pasar de creerse heredero a tener que vivir de una casi suegra, es bipolarmente poco apetecible.

Me alegra haber visto, ya, en títulos de crédito más principales, a Blanca Parés. Conjuntamente, esta tarde, con los de Mario Zorrilla. Se lo tiene más que ganado esta jovencísima actriz que pone una ilusión y una ternura increibles y que se acopia de material para saber de todo y más, influenciándose de buen cine y de mejores actrices para ser la mejor. Otros, llegan y son Superstar porque lo dice una pata de jamón. La mayoría que alcanza ser grande por méritos propios, es como ella. Blanca tiene algo que es irrebatible y que perfora la roca más compacta: fe e ilusión toda. Eso es trinitotolueno y enciende la mecha. Y llegará lejos. Las personas así son imbatibles. Tiene un encanto muy especial. Siempre lo retuvo. Cuando era la cieguecica que enamoró a Hipólito” y a todos, completamente por su ternura y por sus ojillos que apenas podía abrir, algo desvalida pero fuerte y vidente. Discurriendo por la época en la que experimentó escrutando y gesticulando con la profundidad y revueltas de los ojos y esqueleto del cine mudo, hasta hoy; cuando se ha comprobado que se ha hecho con la dirección del cotarro, con todos los personajes que maneja, siendo el centro de varias reuniones, transmitiendo una inmensa influencia de su personaje hacia el resto peso sin restarles protagonismo, demostrando la cantidad de registros ambivalentes de los que es capaz y que comienza a manejar. Esta tarde en la "Casa de Comidas", para muchos habrá supuesto una sorpresa Blanca.

 

Blanca, en una entrevista en la que leí, contaba que se atiborraba de pelis para saber y aprender más y mucho de los que ya interpretaron y dejaron en el celuloide todo lo que se puede ilustrar y que está inventado. Me recuerda a mí mismo, que lo quería saber todo y me gastaba el dinero en variedad de formatos audiovisuales, incluyendo las salas del cine a las que me escapaba, y vi y aprendí de las mejores películas de la historia del cine, de las mejores bandas sonoras y de los guiones más exquisitos, de los mejores actores de doblaje y de sus originales y de los más fantásticos hombres y mujeres que hicieron cine. No es una niñata a la que le han dicho que su body  vale en oro molido, sino una gran mujer que llegará lejos por su trabajo. Y está muy duro.

 

Escena bonita, un poco al estilo de los filmes de cierta delicadeza que contemplamos hoy de los hermanos Foenkinos. Entre “Emilia”/Sandra Cervera y “Alfonso”/Fernando Coronado. Siempre se tendrán a ellos mismos. La delicadez de quererse en ese balneario de PV donde el tiempo vivido les arropa, acariciándoles el alma. Dejando que el dolor tome reposo y que les procure el futuro nuevas sensaciones, juntos. Hoy, la pequeña figura de “Emilia” y su lloro delicado, unida a la reciedumbre del buen compañero que le tocó como marido y que tanta seguridad le otorga, han encajado un desbarre que había ya con el atosigante tema de “Alfonsito”.

Seguimos a “Sigüenza” la pista, sin muchas por ahora. Ya está, en “Mariana”, incidiendo en sentimientos encontrados respecto a la  desazón ante su mutilado futuro amoroso que creía no se recuperaría. Cuesta creer, ente tanta maldad y sino compungido que le han perseguido a "Mariana", por lo tanto, veremos el fotógrafo de qué va. Pero seguro que miente en algo o en más, aunque no sabemos el fín. Queremos disfrutar con los personajes que puede llegar a interpretar Carlota. Puede hacernos vibrar con el interés que alberguen sus otros registros en vida interpretativa. Espero que, con la muerte de “Tristán”, se les realce más, a ella y a varios, aunque esto se establecerá a criterio de los codirectores y demás. “Mariana”/Carlota puede resultar imaginativa, alegre, enamorada hasta la médula, entrañable, mágica, fascinante, tierna, sugerente, magnífica, haciendo participar a los espectadores en un juego de sentimientos encontrados y contradictorios como una de las tres mejores actrices de la televisión en el 2013.

Maria Bouzas, sigue marcando su impronta y, aunque repite gestos, los tiene aprendidos como recurso al uso, no deja de ser de lo mejorcito de la televisión actual. Y pasará a la historia como una grande más que de la televisión, de la escena.

Y atención a Aida de la Cruz que también avanza con brío, aplomo y da cierta tensión al fuelle que se avecina.
Una mención al gag de los "Mirañar" sobre la emancipación.  Ha sido muy francés el tomar del referente inteligente sobre el agotamiento de los políticos, por tanta celebración, y un mucho más el entresacar de su idiosincracia corrupta y "sobreística!, ya en aquellos tiempos de las kermeses donde se tocaba la batuta y el chotis. 

Dedicado a Rocio Yañez. Una entusiasta de estos escritos.