Los enterradores tienen la
mirada afilada como corte de guillotina. Como la acerada de los relatos en blanco y negro de Edgard Allan Poe.
Ojeada oblicua, resignada y presurosa para, después de dejar al “fiambre”
en su cunita de madera, irse raudos al bebercio del cancarro de vino y así limpiarse el canutillo y quitarse ese olor a morgue que canta a miserere. Pero, a veces, los
sepultureros, son de mirada azul, que es falaz y mucho más peligrosa. Porque de
ello, de enterrar a quien sea, depende su supervivencia de golfo y mantenido. Como
esta tarde,“Fernando”, una estrella de la televisión: Carlos Serrano, al que de
la lo mismo enterrar a su padre o a su amante esposa, el caso es sepultar a
alguien con posibles, porque si no la diña el pariente más cercano y se cava un hoyo, si no hay defunción y
roscos de anís, los “polvetes” entre la clase arribista y la vida dispendiosa, se acaban. Por eso, cada “palá”
del enterramiento en el sepulcro, son pesetas constante y sonantes. Como aquel
famoso “Dirín Dirín” de Alberto Sordi, en “El avaro”, maravillosamente doblado
por aquel actor que se le parecía una barbaridad, en físico y voz, y del cual,
el propio “Albertone” me comentó en una entrevista en el festival donostiarra sobre sus ganas de conocerle:
El gran José María Cordero.
Tengo que hacer un inciso
porque, en algún foro y facebook, se me está insultando por que, parece ser que,
al haber adelantado la muerte de “Tristán”, me dedico al periodismo basura. Y
nada más lejos de la realidad visual que se traduce en mis escritos. Incluso,
me han recriminado el no haber pedido permiso para publicar, no se a quien, en mi Blooger y
muro, sobre esa noticia; porque la información parece que no es libre y, según
temas, como mis antepasados en la radio de San Sebastián, debe de pasar el
guión por la Delegación pertinente. Yo no me meto con nadie. ¡Olvídenme
algunos!. He sido educadísimo y muy respetuoso en la insinuación del tema. He
soterrado lo que iba a suceder, enmascarándolo entre tañidos de campana que se
escuchaban, iglesias parroquiales y demás velorios... Con un estilo alegórico,
y creo que cuidadoso para con la sorpresa a la que, otros, tienen derecho y yo no quiero estropear. He
sido laberíntico y perspicaz, modestamente. He lanzado guiños referenciales a
un sorprendente desenlace, que nadie lo esperaba, de modo taimado y entre
frases vaporosas. Lo que no quiero dejar de pasar es que digan de mi periodismo
vergonzoso cuando, tenemos adelantos, de
crímenes perpetrados, con fotografías incluidas, con un “Fernando” caído
del caballo, sanguinolento al que parecía le había dado una paliza un quebrantahuesos; o sea, un guiño al canibalismo televisivo y al morbo más repulsivo, fotocopiando las
ilustraciones más escandalosas y mostrando descarnadamente las estampas más
macabras. Todo, en exclusivas de venta a determinados medios en la ruina que,
para sobrevivir, deben vampirizar a los lectores buscando el dinero de este
modo. Eso, sí que es una vergüenza. Yo creo que doy una imagen muy digna de la profesión, entre estas líneas. Los demás, y más en nuestra casa, también
tenemos derecho a informar. Y por respeto a mis lectores, no he narrado cómo,
por qué y el lugar en el que muere “Tristán”, aunque de algún modo lo patiné
entre mis comentarios.
Lo del Foxtrot se encargó
mucho la carcundiosa Iglesia en desprestigiarlo. Era este baile como el
“Holocausto caníbal” y del cual decían que se contorneaba el público como animales hasta
aparearse como alimañas, desbarrando sexo y olor a sudor que daba asco. Me gusta mucho “Quintina”/Blanca Parés,
que sigue manejando la batuta entre un cierto número de féminas
“Puenteviejeras”. Hoy ha estado muy graciosa y filosófica, cogiendo el billete
de 50 y narrando su desesperada historia de suegra, matrimoniada y siempre muy simpática, lo cuente cómo lo
padezca. Una ardilla de la interpretación. Y me encantas sus bofetadas a la vendedora usurera de su suegraza.
Por cierto, no sólo ha
escandalizado a “Dolores”/ gran teatrera Maribel Ripoll. El genial conjunto
músico-vocal donostiarra de “Los Xey”, interpretando en el “Victoria Eugenia”
uno de estos ritmos que decían gesticulaban
los negros que decían: “Yes! Yes!”.
Se armó la del 31 de Agosto y en San Sebastián. Me contó un tío de mi
padre que sucedió a finales de los cuarenta.
“Tristán”, una versión
castellana de “El señor de los anillos”. Incomprendido, como la saga mencionada
de Jackson. Es que se nos va a morir sin himeneo con “Candela”/ la sensible Aida,
que me recuerda mucho en su manera de sentir y expresarse a la siempre
adolescente y con cabeza erguida: Jane Powell, en “Siete novias para siete
hermanos”. Antes no se aclaraba con “Jacinta”, el mal, y ahora no se elucida con “Candela”, el
bien. Como en el film, el final de la vida de "Tristán", está plagada de situaciones sin mucho sentido,
timoratas, inexplicables, morosas y siendo indulgente, muy construidas para sus fans. Él, es
un actor brillante y no merece, tras su historial y su gallardía, este final casi
de autoflagelación, tan decepcionante. Un The End de alelado. Que estamos hablando de quien ha sido el protagonista de uno de los más bellos romances de amor en la televisión. Naufragando entre "pedidas de mano", boberías, rentas inmobiliarias, ninguneado
por sus hijos y demás leches. Y es que los anillos y sus veleidades, no son como “Tristán. Él no
es del montón, es un primerísimo actor. Aunque ya sabemos, todos, lo que hay
detrás. No es para contagiar este cansancio vital que hace anodino su pasado, cuando acaba el contrato. Es una opinión. Hay Ariadna/"Aurora" nerviosa, entrecruzando las manos con sus dedos, ha hilado fino esta tarde.
Sigüenza sigue cortejando a la bellísima “Mariana”. Y hoy ha
tenido una “exclamación” (!Ohhh!!!), cuando le llama; “Mariana”, y ella se da la vuelta
impresionada por el tono y voz, que ha sido una revelación de que "hay tomate", como decía Don Pepe Isbert, por detrás de este fotógrafo. Secuencia casi perfecta interpretada por los dos,
Alejandro y Carlota; moviéndose los mismos como quien no dice la cosa;
describiendo los mecanismos de lo oculto y la sorpresa pausadamente; esbozando
emociones y mentiras e insinuando el detalle sutilmente. Cortante escena a través de la parca palabra interrumpida, situándonos en un impasse físico y mental
por delante de la trama. ¡Geniales!. Carlota Baró y Alejandro Siguenza. Tienen química para mirar al microscopio, aunque seguimos la pista a Sigüenza.
Mas claro ni el agua
ResponderEliminarGRACIAS!!!!!!!!!!!!!!! Y tienes razón..... no hay necesidad que alguien lo diga, han habido muchos señales, "ocultos" que indicaron una muerte y que probablemente fue aquel de Tristan.... Sólo me siente una cosa que una historia, así intensa, (Pepa y Tristán), tenga que concluirse con representaciones de rosarios al cementerio... Quizás puedan haber otras soluciones...
ResponderEliminarGraziella Beatrice
Muchísmas gracias Mirta y Grazia. Pienso así, tal como lo transcribo y hay algunos que no aceptan las críticas.Estoy muy agradecido a los amigos italianos que tan bien me reciben día a día, opinan y dan un culto punto de vista muy inteligente y emotivo sobre el serial, mostrando un gradísimo interés por la serie, que es lo que importa. En Italia, hay muchísima sensibilidad ante el fenómeno de Puente Viejo. Sé que lloran al contemplar esta serie. Hace más de un año, venimos diciendo que es francamente buena, a pesar de las dos temporadas y somos fieles.Y no tenemos por qué pensar todos igual para que nos una el comentar día a día sobre esta pequeña maravilla que es Puente Viejo.
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