lunes, 9 de noviembre de 2015

EL REPRESENTANTE DE LOS CÁNDIDOS



ACTORES DE LA TARDE:

ANABEL ALONSO, JORGE SANZ, SERGIO PAZOS, ANDRÉS ARENAS, ARMANDO DEL RÍO Y TONI CANTÓ.


¡Pobres actores que necesitan de un "Gustavo Galán" cualquiera! Tanta arrogancia y se lían con cualquiera y el más indeseable de todos. Un genial Sergio Pazos que está divertido inteligente, que recuerda al Chaplin de "Monsieur Verdoux"" pero sin su romanticismo, sólo como es esta gente, con avidez y cuervonería. 


Un timador tan cercano al mundo de los actores, palabrero y borracho, que sabe seducir a los cándidos o incluso avispados, pareciendo enrollado, conocedor o descubridor de grandes talentos, de influencias y recomendaciones sin límite en el mundo de la farándula, tu hombre ideal para representarte en el casting que casi ni se va a realizar porque este pícaro te representa con solvencia fingida, y que casi seguro te proyecta de mega-estrella para los memorables Estudios (que aparecen en el capítulo de Samuel Bronson donde re rodaron tantos filmes grandiosos a principios de los 60 y que se encontraban en Las Matas, en Madrid. Conocedor de las debilidades y necesidades de los pobres aspirantes, su intención es aprovecharse de ellos, con su verbo embaucador que halaga sobre lo que ni uno mismo se planteó como cualidades en alguna ocasión. Me contaba el actor donostiarra Francisco Javier Martín, "Blaki", que él jamás había tenido un representante, no me extraña. Un personaje que planifica meticulosamente su vividuría a partir de encontrar al cándido aspirante, que rezuma amoralidad y delincuencia y hasta resulta en su apariencia grotesco.
Sergio es un solvente secundario que nos hace llorar de tristeza que da contemplar las ilusiones vacuas de un pobrecito de provincias que se cree va a destacar con Goyanes  (aquel productor que pagó 75.000 pesetas para que se desnudara Marisol a quien explotó sin piedad. Que trabajó con Bardem y director de Cifesa y de Suevia filme). Hoy referencia en la serie.



Un tinglado para embaucar a los más pobrecitos, gentes que creen que con su ilusión y un bocazas que lo dice y expone todo tan bien, ya es suficiente para asomar en la gran pantalla. Un zafio juego de sugestión, ingenio sin demasiado, necesidad de comer gratis a cuenta de los simples, con ideas perversas sobre esas amistades inconvenientes muy propias de ciertos representantes que aíslan al actor de su gente y publico, convirtiendo al mismo y a la larga en un ser despersonalizado al que desplumar. Muchos actores encuentran en su eurero representante, su perdición. Toda la secuencia con un toque de humor negro que algo huele a podrido, con sabor a clásico y con referencias a la pantomima cuando busca el baño en la pensión, este "Gustavo Galán" que no es sino un consolidado timador de bajos fondos en aquella época oscura, en clave su papel de corrosiva crítica y nostágico tributo a la penuria moral de un país corrupto y de timadores que se aprovechaban sobre aquello que todo valía menos meterte con franco.


Referencias preciosas a Stanley Donen, Gene Kelly y Debbie Reynolds, y su musical maravilloso; "Cantando bajo la lluvia"; al genial Antonio Garisa, especializado en comedias y revistas y que comenzó con Paco Martínez Soria y Don Pepe Isbert: y a ese gran filme de  Robert Mulligan: "Matar a un ruiseñor, que ataca a la sociedad hipócrita, fanática e insidiosa.



Desde luego "Amar es para siempre" no podría llamarse "Amar es amado por todos", es un serie durísima, espejo en el que hoy aún nos contemplamos aún en España. Momentos brutales, como el acoso de una sociedad que todo lo compra a unos jueces y policías corruptos y que recuerda  a la España de la violación y muerte de tantas niñas y muy recientemente. La España de los caudillos que mandaban más que Franco porque estaban a su servicio y que creían que el país y la ley eran suyos y para ellos. Dos secuencias brutales esta tarde y que marcaron las pautas de la España de hoy. Plasmado esta tarde para resucitar el alma (¡Quien lo diría!) de aquel cine cruel, sagaz, ácido español de los 60, que pulsaba las teclas más podridas a base de costumbrismo con ternura e ironía y que sacaba los colores a una sociedad mandona y fascista.



No es ninguna cosa baladí esta serie, está subiendo de audiencias porque al espectador va calando este  trabajo meticuloso de información, realización y montaje de un tiempo precursor del actual; tiene una mar de fondo que arrastra en una corriente más fuerte de lo que su a telenovela aparenta. Buen ejercicio de profundidad de las carencias y miedos, sometimientos y falta de ley de aquella época de la dictadura renovada y pintada de sol y mar y chalets en la playa.





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