miércoles, 25 de noviembre de 2015

LOS INFELICES DE LA REVISTA UNIVERSITARIA



ACTRIZ DE LA TARDE:

NATALIA RODRÍGUEZ

CON: MANUEL BAQUEIRO, ALEJANDRO ALBARRACÍN Y FERNANDO HUESCA.´

Un saludo personal.



¡Que bien interpreta Natalia! Parece una reencarnada del modelo universitario de los 60 en la Complutense. Siempre lo he dicho, parece una mujer calco de aquellas comprometidas chicas. Jóvenes imperecederas, que escondían entre los más íntimo de sus pertenencias, lo que podía ser un gravísimo delito de opinión contra el Régimen aun que hubiera pasado la censura. Los plumillas que iluminaban a una sociedad franquista y convencida. Pocos les hacían caso; otros los utilizaban preparando la Transición. Y se jugaban el tipo. Los sociatas están siempre con "Las 13 Rosas", estas otras y otros también fueron torturad@s, machacad@s y asesinad@s" pero nadie les homenajea. Mi felicitación hacia Natalia. 
La secuencia que hoy destaco puede presentar varios prismas. Como acabo de hacer, desde el prisma de la valentía personal y generosidad universal o desde la perspectiva lúcida del tiempo, sobre lo que sucedió con esta gente que plantó cara a Franco y a su policía fascista, desmentida con la inutilidad de su esfuerzo porque, mientras se arriesgaban,  les hicieron el caldo gordo a los jefes políticos que barrieron para sus partidos clandestinos y para quedarse los mismos, el poder que luego se repartirían corruptamente con Suárez; en aquel consenso de oligarquías que, sin Cortes Constituyentes, trapichearon para hacerse con el mando y el país.


Lo que denunciaban estos infelices era cierto y habría que reconocerlo más de lo que se ha hecho que parece que el mérito fue de Juan Carlos, Carrillo, Pasionaria, González, Fraga incluso, Roca, Solé Tura o Peces Barba. Estos chicos fueron los maquis, el ejército de las sombras que denunciaban el silencio de los corderos, filósofos que lideraron aquel tiempo convulso, fueron la crónica amarga de una juventud lejana, a los que se les incendió con razones democráticas, pero no para encontrar un futuro de libertad en España sino para pactar con los franquistas y seguir viviendo de la dictadura de partidos. Suárez les corrompió a los vividores jefes de los aparatos políticos, en 40 minutos y en aquella llamada telefónica; les puso encima de la mesa: o nos juntamos y nos comemos el pastel o los recalcitrantes del Régimen nos lo quitan. Y pactaron con franquistas moderados. Ellos, como "Leonor", fueron gente nobilísima pero los que estaban detrás unos indeseables. Por no hablar de los comunistas que, si en aquel tiempo arengaban a favor de la libertad, hoy son unos liberticidas para tropezarse lo menos posible con ellos.


Ya en el cine, Florestano Vancini lloraba sobre la decepción de los italianos porque pensaban que, tras la guerra, vendría el comunismo y por contra llegaron los curas y la Democracia Cristiana y el Estado de Partidos de Gasperi. Aquí igual, de estos enredos surgió algo falsisimo y que condenaba al súbdito a seguir sin libertad política y derechos generales, sólo individuales de poder refrendar una lista de cerrada de corruptos. Pero estos magníficos chicos y chicas, cuyas ganas de encontrar un futuro mejor y que escribían o ponían pasquines, iban a asambleas, sobre democracia desde el corazón, merecen todos los respetos y aplausos. Abusaron de ellos que dieron la cara, eran muy buena gente, fueron encarcelados, torturados, chantajeados sádicamente porque creyeron que tras sus artículos sólo existía ansias de libertad y estaban el siniestro Carrillo, la Pasionaria de la Stasi o los que prepararon el asesinato de Carrero Blanco.



Una referencia aun filme de Sam Wood que nunca me ha convencido aunque tuvo muchos problemas de estreno por la censura, su "Por quien doblan las campanas", cuyo guión fue interferido por la diplomacia española  a la Paramount; se estreno en 1978, un irónico 18 de julio, cuarenta y dos años tras el Alzamiento. Se dobló en SAGO-EXA de Madrid y entre el elenco de actores de doblaje sólo viven en la actualidad Javier Dotú y Héctor Cantolla (Gary Cooper). La inolvidable Ingrid Bergman, María de los Ángeles Herranz, falleció ahora casi tres años.
El filme tenía algo muy clarificador que bien los conocían los que incitaban a los buenos chicos a escribir contra el Régimen: que cuando se actuara, no existían hombres sino objetivos. 
La prohibición engrandeció y sobrevaloró un filme que versaba sobre el heroísmo y la muerte, un drama romántico en plena Guerra Civil donde se toca el tema de las Brigadas Internacionale y se muestra como España, ayer como hoy, estaba dividida por las creencias políticas, separándose hermanos y peleando por ello.



Sí que me ha parecido en el guión algo que ha flojeado, es el personaje de Albarracín cuando, después de la brutalidad del mismo comisario   "Parrado", aún dice en el bar que con buenos modales y sentido, se arregla todo. Imposible con Franco y no creíble que él lo pueda pensar cuando le hundió una empresa y siendo el novio de quien escribe en la revista. ¡Va a por los dos!
Aquella policía torturó mujeres en calabozos, desnudándolas y cometiendo mil tropelías y vejaciones con ellas; la misma que los jefes políticos de los partidos perdonó, condecoró y les dió un retiro oneroso o un puesto superior honorífico. Hoy, España, ha olvidado de donde procede la gente que tiene ese cambalache de elecciones, pantomima, del 20-D, que ya se ha repartido el poder sin haber los infelices acudido a votar y que seguirán perpetuando esta falta de libertad que carece España desde hace más de doscientos años. 
Nunca perdonaremos a estos fascistas de la Transición la marrullería con las cavernas y la traición a tanto luchador, como "Leonor" por ejemplo, que dieron su vida por la verdad, la democracia y la libertad y no por el pesebre que dejaba Franco.







No hay comentarios:

Publicar un comentario