lunes, 16 de noviembre de 2015

PASSIONE EMILIA ULLOA

LA PASSIONE SECONDO EMILIA ULLOA

Ogni giorno il capitolo Il Segreto


Italia merita tutto il rispetto di me e dedico questi articoli Il Segreto
In Memoria e ricordi di un tempo perduto che non tornerà 
Con grande tristezza hanno finito così male



Los caciques no tenían piedad por nadie o alguno. Debían de haberla dejado morir en la clínica de "Landru". Ni agua para ellos. Un exceso de humanidad les llevó al error de penar por ella, cuidarla y suponerla mejor persona tras su ansiada vuelta de la catatonia. Y dieron vida al monstruo que ha vuelto más ruin que jamás. La muerte de su hijo ya hace que coloque a tornillo de "garrote"  a sus condenados. "Emilia" ni nadie son diferentes. Manda matar por inclinación y contra cualquiera. El tormento que siente porque se quedó sin amor y sin su hijo, son la herida supurante del ácido sulfúrico que corroe todas sus venas y capilares. A estos... !Ni agua!.
Algo se hizo muy mal en este país, pero que muy mal. Tal cual permitir subyugar a los súbditos a esta casta podrida terrateniente, con sus políticos títeres y corruptos jueces y corrompidos gobernantes. Nos hubiéramos evitado muchos disgustos, los españoles y a ellos de igual modo, de haber sido tan tajantes como el filo de una guillotina sobre los poderes fácticos de esta vieja nación, destartalada y podrida, promoviendo una verdadera revolución social. Una buena cuchilla oblicua ajusticiando el gaznate de estos sinvergüenzas y asesinos que sólo han traído hambre, miseria, dolor y  pobres durante décadas sobre el Reino. Una buena guillotina de encargo, bien apañadita y personalizada y... !Siguiente!, hasta acabar con este gangrenado estado de terror impuesto por los dineros de los reyezuelos de tierras regadas con sangre y trabajadas bajo el látigo y el hambre.


Pocas veces la televisión, y menos esta tan aséptica y cutre que padecemos, ha mostrado el dolor de una madre y el desgarro al que ella se pliega, sintiéndose impelida por una cacique local que compra a todos y elige hasta a Cánovas; que valiéndose de su poder y caudales, ejerce influencia en una putrefacta justicia para encarcelar y matar por envidia e impotencia. Los cuerpos de los demás le pertenecen y sus almas de igual modo, que no son de Dios, también las compra con humillación, terror y desprecio.
El estado liberal que se creó en la Restauración que duro hasta mediados de los años 20, era una cloaca clientelar de mantenidos y de descomposición social. De ahí venimos nosotros, hoy en día. Los caciques controlaban los votos de los que podían votar y eso resultaba fundamental para reiterar aquella tramposa alternancia de la Restauración. Los caciques constituían ejércitos de hombres armados, intimidaban y amenazaban y sobre todo eran la correa de transmisión de las amenazantes decisiones políticas de las grandes urbes, trasladadas a la mayoría del país, núcleos agrícolas.


Olía todo que apestaba, se llamaba España y era un lugar atrasado y caótico, una sociedad acaudillada y desintegrada; emanaba hedor en sus aldeas y ciudades; apestaba  a recomendación y enviciamiento; se andaba curvo por lo que estaban obligados a tomar algunos asquerosamente por detrás; la venalidad, el unto, el pago, la cerviz inclinada, el libertinaje y la pudrición eran la manifestación del hediondo orinal en el que, la clase latifundista había vaciado sus extravíos, sobornos y cohechos. Una basura de país.
Hoy, una impresionante Sandra Cervera, se lleva la tarde cuando nos ha interpretado con desgarro y humillación, en una secuencia sadomasoquista, que ni Pier Paolo Pasolini, lo que una madre es capaz de doblegarse ante una monstruo, de modo tan degradado para salvar a su hija; clamando piedad de modo tan exaltadamente terrorífico, sin que pudiera lanzar un exorcismo sobre la impiedad altanera y desprecio que sentía por todos ellos y la jaqueca que casi le levantaba, sobre la sinvergüenza de la "Montenegro"; la angustia de una madre por el padecer inconmensurable de su hija en el presidio, con lo mejor de cada casa: ladronas, asesinas, violadoras y putas recompensadas por la justicia basuril española.


Arrastrada, de rodillas, postrada ante esta víbora rastrera y enrocada en su propia bilis. Unos momentos de una historia que funcionan extraordinariamente bien por la exquisitez de una sabia realización, de cuidada y exigente dirección y por unas fantásticas interpretaciones que emocionan porque todo es artesanal, sin exultante momentos de cartón gestual muy reincidente en los culebrones latinoamericanos.
Hoy, Sandra Cervera ha tenido su tarde, sale un poco de la comidilla diaria y de un reiterado guión que ya cansaba algo, para entrar en un capítulo potente que es mucho más que una drama, es una radiografía y la denuncia de una época desesperada de una España injusta, facinerosa y delincuente. Y una gran y sonoro aplauso para Doña María Bouzas, enormidad de cacique reptil y sanguinario. Y un epitafio que lo reza "Emilia", un responso por el mal fin que tendrá esta cruel y mortífera mujer: "Un día se arrepentirá de esto que está haciendo"

Repleta de valores esta secuencia. Una madre y su hija, las profundidades del alma humana que hace lo que sea menester por salvar a su carne de su carne. Me ha fascinado estar tarde Sandra, ha ensalzado el valor de los pobres, los ha elevado a rango celestial. Hemos comprobado el valor de los mejores sentimientos de los humanos frente a una execrable manipuladora sin entrañas de la "Paquita". Brutalidad y suplicio para una "Emilia" ante una inocente chica que sólo ha cometido el pecado de amar en una sociedad donde se primaba la adoración por el becerro de oro y la impostada estatua de la posición. Una "María" desmejorada, recluida, inmensamente representada por la donostiarra Loreto Mauleón; una mujer, una amenaza para la ortodoxia de una repugnante sociedad, religiosa, inmoral, hipócrita y basada en la estratificación y los privilegios, sustentada en el chantaje y sojuzgada por la miseria.


Me ha recordado todo esto a un grandísimo e impresionante filme francés de Henri-Georges Clouzot, "La verité", que fue mutilado en España y que ví hace años, en una tormentosa tarde, en París. Con un alegato contra la justicia, en el final, de quedarte pegado la butaca, sobre cómo se juzgaba a una mujer sólo por amar, por un rebaño de jueces carcundiosos y amancebados que condeban sin pruebas al acusado, por dinero y odio. Por cierto con la mejor interpretación que he visto en mi vida  a la musa: Brigitte Bardot.




Las mujeres son las grandes víctimas y perdedoras. Muy emotiva secuencia en la cárcel, con tres actrices bandera hoy en la televisión: Carlota, Loreto y Ariadna. En esta secuencia, el realizador, ha sabido plasmar en imagenes, esa presencia del fuego en las entrañas que llevan "Mariana" y "Aurora", así como ese ya declarado pesimismo absoluto de "María", alimentado sólo por el amor que tiene a "Gonzalo" que es lo, obsesivamente, le da fuerzas para seguir y aguantar lo indecible en la débil esperanza de reencontrarse con él. Momentos de lujo, asfixiantes y de desoladora vivencia en una pútrida cárcel, amargos en vivencias que no encuentran sosiego con algo de esperanza. El lado más oscuro de esta España, una metáfora de la penitenciaría en la que se vive en estas áridas tierras españolas, en decadencia desde hace más de un siglo, clonadas en un espejo infectado de pus y en la que la vida sólo tiene un destino y otra dimensión, el miedo y la crueldad porque sí, para hacer daño y satisfacer a vampiros desquiciados porque nadie y sólo se les desea clavarles una estaca en el corazón, partiéndose en dos.


Le han pillado al Landrú este que asesinó a una pobre "Jesusa" solitaria en la estepa castellana, enterrándole para que no pudiera denunciarle. Por cierto, el enorme parecido entre el auténtico Landrú y el actor Julí Cantó. Lo ha intuido "Mauricio" que de fechoría y de hacer desaparecer cadáveres es catedrático y sabe muchísimo. Ha ido al grano, cogido el profesor psiquiatra en su desliz. Ha ido al grano sin gran tensión, sin elucubrar, dándolo por hecho que la ha asesinado, sin álgidas sorpresas. Hoy, esto supondría un rato en un videojuego que debería que se debería ir superando hasta la más que aceptable quiniela de cómo y cuando desaparecerán algunos "protas".


Le mando una saludo a Inma Gamarra, "Jesusa" a la que cogí mucho cariño.



Espectral  convidada de piedra, con cuchillo y venganza. Veremos de que va esta loca total. Acecha y captura los miedos de los demás. Artera mirada lejana, fantasmal que lanza sobre una posible víctima aterrorizada.


Parece un fotograma de un filme de Hitchcock, filme de acción, intriga y espionaje, de trepidante factura, ante la larga sombra de una mujer con "pedrada"  que parece que el diablo anda suelto por la plaza de pV. Con inquietante  suspense en una turbadora atmósfera donde los ojos recorren con inquietud la erguida silueta demoníaca, antes de que les llegue el temblor a las entrañas.

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