miércoles, 12 de junio de 2013

DELINCUENCIA RECOMPENSADA


Artículos publicados en "Primeran.com". Iré incluyéndolos. Son, muchos, de temas sociales y políticos, que son mi especialidad por cierto. Los entremezclaré con los nuevos que vaya escribiendo y con la crónica diaria de "Puente Viejo".

DELINCUENCIA RECOMPENSADA

No nos extrañaría nada que el PP hubiera llegado a un acuerdo con algunas de las grandes fortunas, de ahí su optimismo en que, los evasores, traigan nuestro dinero a esta España arruinada y de nula confianza. Porque, salvo que se haya apalabrado un “chanchullo”, sería una perversa ingenuidad; no olvidemos que el traer esos capitales obligaría a realizar exacciones anuales, que no pagan allá donde sepultaron lo que robaron a este país.
Para este viaje no hacían falta estos sacos de dinero. El capital huido, y que Montoro espera ilusamente retorne en unos 25.000 millones de euros, jamás volverá porque nadie que ha sido tan miserable como para robarnos, permitido por los propios gobiernos y con la Banca de por medio, va a fiarse de echar un pulso contra el país y contra ellos mismos, entregando sus caudales a mal recaudo.
El Estado de Partidos consensua oligarquicamente, toda política o economía, entre los bastidores al margen del ciudadano, al que desean verle lo más lejos posible.  En todos los abismos de la vida social, económica y política, España y sus innumerables Autonomías son un territorio corrupto donde las clases productivas son castigadas y la delincuencia es recompensada, con Zapatero y con Rajoy y con cualquier virrey local. La dádiva está asegurada si eres un truhán. Y el respeto que te tienen, si eres un malhechor, será inconmensurable. Se te abren las puertas.
La última recompensa la tienen asegurada los delincuentes. Una medida nada ética y repugnante. Una amnistía fiscal a los infractores del régimen tributario. Un perdón a los crápulas que se llevaron el dinero dejando en tirítela a los trabajadores de este país. Una repugnante benevolencia, una injusticia que puede rayar el artículo 31 de la Constitución, ya que se vulnera la igualdad y progresividad de las capas sociales en el sustento de los gastos públicos.
Con el PP, la historia que se “montaron” algunos sobre la regeneración imprescindible para sacar de la crisis a este Estado, está derivando nada inesperadamente y sin sorpresas para muchos, con un continuismo tolerante con el delito y la corrupción. Con un prófugo insulto a los trabajadores honrados.
Perdonar a los infractores es castigar a  los que no lo son ni podrían serlo. Ni se justifica por una situación de emergencia y porque, así nos sacará Rajoy del camino heleno.
Hay que leer en estos días a periodistas venidos a menos que, todo, va a mejor, a mucho mejor con los nuevos inquilinos de Moncloa. Que las medidas son racionales, gestionadas desde un espíritu pragmático y que van a concluir con objetivos  de estímulo a la economía.
En estos graves momentos, el único objetivo racional debía ser el de  reformar el Estado; lo demás es castigar a las clases medias, penalizar el ahorro y la iniciativa privada y hacer más pudientes  a los ricos. Y nos encontramos muy lejos de ello.
Y las medidas son contables, únicamente, las impuestas por Europa para que paguemos los que unos facinerosos han dilapidado desde el estado de Partidos y que nos han prestado en euros. Para que hagamos efectivos unos intereses de Deuda desorbitados.
No sabemos incluso si las 17 autonomías que administran el 60% del gasto público podrán cumplir con el objetivo impuesto por Hacienda  de no sobrepasar un déficit del 1,5%  del PIB. No puede ser sólo gasto y más gastos en las mismas, derrochando, buscando el voto de los correligionarios, incrementando los gastos y sin casi recaudar porque el tejido empresarial está quebrado; la red comercial está comatosa y el consumo ciudadano no está ni para pirulís.
Todo es de un cinismo indigno de los trabajadores de esta nación. El PP, en sus tiempos, hace ahora dos años, criticaba con dureza a Elena Salgado porque presentaba un proyecto muy similar al que, ahora, aprueba él mismo. La “ocurrencia” que criticaban los populares consistía en que, los socialistas, condonarían los tributos evadidos si, repatriando los mismos, se invertían en bonos del estado que, el indigente gobierno de Zapatero, no podía colocar en los mercados. Hoy, unos, censuran lo que proponían antes, como el PSOE, o proponen lo que censuraban en el 2010, como el PP.
Me parece todo un descabellado e ilegal proyecto que no va a conseguir lo que, desmejorando la justicia, quiere alcanzar: liquidez tras una recaudación rápida a corto plazo, aumentando la base de contribuyentes. Sólo da una triste efigie de un gobierno en la insolvencia total; mendigo en la puerta de la Moncloa pidiendo limosna a los pudientes de entre los caciques. Débil frente a los mafiosos que obtuvieron unos beneficios en este país, con nuestro sudor, y que se los llevaron a paraísos lejanos. Incapaz de recaudar a los grandes capitales a los que transmite la certeza de que la evasión siempre será posible en esta casa de mala nota.
España es un territorio donde los forajidos gozan de estatus de inmunidad.  Y es un lugar de los más crueles donde los de a pie que, honradamente, pagan sus contribuciones religiosamente cada año, se ven perseguidos y expoliados mientras que sus corrompidos gobernantes premian a los bandidos que se ahorraron en pagar miles de millones, recibiéndoles en la estación con música, ofreciéndoles una módica regularización del 10% para sus capitales evadidos.
Me da mucha hipocondría contemplar en este territorio, España o Euskadi, cómo la mayoría de sus  hombres y mujeres sobreviven día a día, dejándose la piel y perdiendo la salud, para alcanzar llegar a fin de mes y poder pagar todas sus facturas y poder comprar comida. Hay muchísimo pobre, cada día más.
Es de llorar como vamos quemando años de una única existencia, perseguidos a la mínima, con mayor presión fiscal, con menores derechos sociales, recortados en salarios, mientras que unos gobernantes  antisociales y mentirosos hacen dejación de perseguir el delito fiscal y se solidarizan con los ricachones más insolidarios y con los grandes sinvergüenzas. Los “ricachos” que, por cierto, mantendrán a buen recaudo lo evadido ante el contexto de gran incertidumbre sobre nuestra zona del euro y que se reirán de los pobres españoles en el paro y de los “panolis” de gobernantes que tienen de rodillas, implorando devuelvan algo de lo que defraudaron.

José Ignacio Salazar Carlos de Vergara

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