jueves, 27 de junio de 2013

EL SILENCIO DE LAS INOCENTES/ EN MEMORIA DE DESIRÉE, MIRYAM Y ANTONIA / LO QUE LA PRENSA CALLA

 Artículo escrito hace un año, em "Primeran.com", medio que vuelve próximamente, coincidiendo con el asesinato de estas tres inocentes en 1992, hacía 20 años. En estos días se conmemoran 20 años del descubrimiento de sus destrozados cadáveres. Esta artículo no gustó nada a algunos. Pero es !LA VERDAD!!!. Advierto de la dureza del texto. Puede herir sensibilidades.


Son asesinatos muy extraños, inverosímiles en su instrucción sospechosa, insólitos en su resolución judicial. Que no pueden haberse cometido por tan escasos. Son crímenes con ritual, que parece  que encubren a algo y a alguien. Huelen fatal.
En esta España del corrupto Estado de Partidos, puede suceder cualquier hecho horroroso, cualquier burla que acabe impune o peor; incluso con cárcel para la familia por denunciar, dentro de esos desgarros emocionales causados por el dolor del horrendo crimen, la inacción de la policía o al agravio doloso  de la justicia.
Ya con las chicas de Alcásser se le ponían a uno los pelos de punta. La salida a la luz de los informes producía escalofríos. No eran crímenes normales. Hubo mucho ensañamiento. Y se apreciaron muchas irregularidades. Era algo superior a un “caso más” de aparentes secuestros, violaciones inenarrables y asesinato a inocentes silenciadas. Como en el “11-M” y en el “Caso Marta” posteriores, eran como un rito organizado y olfateaba a estar “tapando” algo complejo que involucraba  a notorios personajes y que no debía salir a la luz”. Da esa sensación.
En Alcásser todo había comenzado en noviembre de 1992, cuando acudían a una discoteca de Picassent. De ellas nunca más se supo hasta enero de 1993, apareciendo muertas semienterradas en Llombai(Valencia), en “La Romana”.
Costó realizar segundas autopsias. El ADN reveló entonces violaciones anales;  torturas execrables tales como introducción en la vagina de objetos provistos de arista; y muerte por  arma de fuego mediante un tiro, de detrás hacia delante, en la cavidad craneal, según los casos de cada una de ellas, Antonia, Miriam y Desirée.
Estas autopsias desvelaron que en estas torturas y violaciones consecuentes, habían intervenido inequívocamente hasta siete personas. Era de imaginar que, indudablemente, uno o dos no pudieron hacerlo solo. ¿Quiénes fueron estos criminales?. Por cierto,  ninguno de los pelos púbicos pertenecían a Ricart ni se encontraron restos de su ADN en las niñas. Lo cual suponía una losa sobre la versión oficial.  ¿Fueron intermediarios de algunas otras personas?.
Ahí comenzó, como en el 11-M y como en el caso de Marta del Castillo, la sospecha del asesinato coral con más involucrados y hasta donde la justicia era reticente  a llegar. La sorpresa fue cuando el  Supremo cerró el caso abruptamente, sin hacer caso del ADN que siempre lo aceptaba; no considerando que los resquicios que dejaba la Audiencia de Valencia para seguir investigando la posible participación de más personas por la prometedora pista de los pelos, dieran verosimilitud a la contribución de más personas que Anglés y Ricart. Esa pista crucial, se apartó.
La misma narración del encuentro de estos dos con las chicas y sadismo posterior presenta lagunas de ciencia-ficción. Todo resultó muy novelizado como para creerlo. La huida de Anglés, visto en Lisboa  y como polizón cerca de Irlanda, tirándose al agua, y del que nunca más se supo. Continuando Ricart en la cárcel con su perfil odiado, condenado por cómplice, que no-autor, en circunstancias extrañas y  pendiente de aplicarle o no la Doctrina Parot. ¡Todo un cuento!.
Lo demás, una masa de ciudadanos rumiantes alelados por un poco de tele-envilecimiento que siempre fertiliza la incultura política de este país. Una selección de los que los que no tiene credibilidad y la pringan para hacer creíble un montaje. En definitiva: Un enigma. Unos inocentes cadáveres, los de unas niñas monstruosamente amputadas; unos padres desolados y desamparados que no se creen nada; unas autoridades que se cubren las espaldas; tal vez alguna promesa de escondite, dinero y lujos en algún país corrupto amigo; tranquilidad colectiva, encaja el puzzle técnicamente... y caso cerrado.
Ha vuelto a ocurrir. Marta del Castillo. Y sigue oliendo peor aún. Semeja otro “apaño”. No es nada asumible que unos quinquis delincuentes toreen a la policía durante varios años y a una judicatura que, además, acaba viendo sanos e inocentes a algunos y que se niega a desvelar el paradero del cuerpo, impunemente, con una indecencia propia no de un  Estado europeo, sino de una selva incivilizada.
Todo ha sido una vergüenza nacional además de una tomadura de pelo. La rabia que conlleva los despropósitos de la  investigación, la instrucción y la sentencia no tiene parangón en la justicia de la Europa democrática.
Y no tiene remedio España. Cuando se está pidiendo una Ley del Menor y hay un nuevo gobierno, ante este descalabro de sentencia, llega el nuevo  ministro y, en lugar de pedir la dimisión inmediata de los responsables policiales de Sevilla, aureola su actuación policial como de “ejemplar”. Lo cual nos indica no sólo una falta de respeto a la familia de Marta sino que, como en Alcásser, se oculta un cadáver y a unos culpables. Y se entierra la verdad a conciencia.
Un desatino. Felicitaciones del nuevo ministro al dragado costosísimo de Guadalquivir, embutido de errores incomprensibles, sin resultados y sin pruebas concluyentes a mostrar en esta farsa de juicio y que no parece sino una “pasteleo”.
Y naturalmente, después de lo liado en  Alcásser, no hay cadáver. Problema resuelto. Poco importa la desazón y el dolor puntiagudo de una pobre familia, que no puede enterrar los restos de una chica de la que se ignora todo lo que le sucedió. Carcaño ha sido condenado exiguamente por reconocer la muerte de Marta, obteniendo un óptimo de resultado judicial, que no cumplirá, ya que como no hay cadáver nadie puede probar lo que le infringieron, el ensañamiento, estrangulación o si hubo violación u otras aberraciones, ni cuantos fueron ni la propia muerte. Y es aún más grave, ha podido ha podido guardar silencio sobre la intervención de sus compinches encubridores, absueltos, a cambio de que ellos no revelaran el destino físico del cadáver como así se “conchabó”.
Así pues no hay cadáver. ¿Para qué si no existe la justicia?. No se conoce la verídica causa de la muerte de Marta. ¿Para qué si se compadrea todo al final?. Ni se sabrá jamás si hubo violación, aunque el decano del colegio de abogados de Sevilla asegura que no la hubo, por que sí. ¡Total!.... ¿Para qué mencionar el corazón colectivo y sus razones que la razón de esta inexistente justicia desconoce?. Una justicia extraña que presta más deferencia y credibilidad  a los testigos dudosos que al padre que tenía el aval de la hora de la llamada.
En el cadáver, como en las pruebas borradas del 11-M,  hay indudables resquicios que indican qué sucedió, cómo la asesinaron  y cuantos pueden ser los autores reales del escalofriante crimen. Por eso lo han hecho desaparecer. Entre otros motivos porque no se podrá conocer jamás  si fue agredida por Carcaño, con un cenicero que tampoco apareció, violada, tal vez estrangulada por más personas o aplastada a patadas. O que responsabilidad puede tener María García, acusada de encubrimiento, novia del hermano de Carcaño, hija de un alto cargo de la Junta.
Como en el 1-M, se limpió con lejía el lugar  de los hechos; lo hizo Carcaño ya que la policía demoró muchísimo su llegada al piso de León XIII. No se demostró si hubo violación, se esfumó porque los restos biológicos que aparecieron bajo la mesa del ordenador, no fueron considerados pruebas.
No me cabe duda de que estaban dirigidos por los auténticos asesinos. Con una técnica muy antigua como es la de inculparse mutuamente, desmintiéndose posteriormente con el pretexto de presiones policiales, para en el final presentar una realidad judicial diferente a la que fue la realidad de los supuestos hechos.
Todo, como en el 11-M o Alcásser,  es un pacto de silencio para no revelar el destino de un cuerpo con el se ha ido las pruebas del arma del crimen y lo que se le infringió; las posibles intervenciones de personas  y las circunstancias que han rodeado a este horror que ha sido encubierto mediante un pacto de asesinos y compinches. Y los inocentes ya no podrán jamás  contarnos lo que  les sucedió. ¿Quienes son sus asesinos reales?.

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