EL SEÑOR DE LOS ALTRAMUCES

Los "chochos" castellanos, que así se llaman en Castilla a los altramuces, que mascullábamos en nuestra época universitaria, eran una exclente alternativa de alimentación, de alto valor nutricional y que servían como energía de amores legales. !Eso decían!. Es dieta saludable y mediterranea. Resulta que el portero de la casa en la que vivía yo en Madrid, en Ferraz, era el vivito y coleando retrato de "Mauricio" y se pasaba el día comiéndolos. Ya digo yo que, PV, es mágico. El descariñado de "Mauricio", grande Mario Zorrilla, otra de las víctimas de los "letreros", que decía mi  amoña sobre los títulos de crédito. Incluso, va a llegar a jubilarse del yugo de la "Paquitafrascuelos" y seguirá casi sin ser considerado entre los meritorios protagonistas diplomados de la tarde "Puentevejera". Me recuerda a aquel matón que contrató el casero del film de Buñuel: "El bruto". Interpretado por mi amigo al que tanto añoro en el Festival del cine, Don Pedro Armendariz, que se daba un aire también a Mario Zorrilla. Un hombre entrenado para escarmentar que casi rompía la pared con un puñetazo. Es un personaje sobre el vasallaje, sobre el "perrito faldero" que sólo sabe obedecer y que se gana la vida usando de su ignorante y abusiva brutalidad para espantar problemas o aniquilarlos, desligando a la patrona de sus crímenes o mamporrazos. Pero es un hercúleo roto, como los juguetes descabezados. Va sin rumbo, pero su personalidad primaria no descarta que tiene un algo espiritual y justo en su corazón. Ayudó a "Quintina" y a "Hipólito". Fue el que le recomendó al novio, correr tras la chica de sus sueños, porque sólo pasa una vez por la vida, esa mujer única y debía traerla a casa con él. Porque no comparte, aunque obedezca y sea de inteligencia escasa y algo lenta, el desgarro que padecen los humildes, las injusticias de las que son víctimas los que no se enfrentan cara a cara a la vida. Un grandullón al que, una belleza pura, "Quintina" y su amor nobilísimo, le han hecho entenecerse y aceptar esa gran oportunidad de ser una persona importante y querida por estos seres fantásticos de novios al altar. Por ello, hoy, se ha emocionado.
Extraordinario de nuevo Eleazar Ortiz, el "Padre Celso". No tenía precio escucharle, en esta tarde de gloria bendita, justificar la dosificación de la información, incluso su ocultamiento, como arma poderosa para manipular y chantajear que es. Entre los ensotanados, se empieza a pensar así, a actuar conforme a decálogo y se acaba en el "lobby" financiero y pederastra y sales filtrado en "Vatileaks". !Al loro!. Blanca Parés, refinando rasgos, está realzando su interpretación con un repunte  de imitativo y muecas, entre los diálogos. Asentando, aseverando y señalando a través de la gestualidad más exquisita. Es una más que válida exploración del sentido de la interpretación, que resulta muy atractiva sobre un arte de representación muy antiguo y culto: El mimo. Es mostrar la mejor de las caras y gestos con cada momento y según la ocasión. Es, a la única actriz, a quien he visto hacerlo, en muchos años, en la TV. Es una arte que maneja Blanca, que pertenece sólo del cine mudo. Es ósmosis, con el gesto, la expresión corporal, nos transmite historias o sentimientos. !Increible!.!Señores!. !Queremos rótulos grandes para Blanca!.Y también constatar sobre el "crack" de Ariadna, que me he dado cuenta sobre su Voz. Es como aquellas ya desaparecidas de las actrices por excelencia del cine y del doblaje. Que es herramienta de liderazgo. Sus rasgos sonoros modulan como aquellas actrices, de frecuencia vibratoria casi de cuento de hadas, como Aurora Bautista, Ana Mariscal y de aquella otra actriz del doblaje, algo llorosa y decidida, Helia Romero, la Voz de Heddy Lamarr. Que daba su "toque" en los filmes de los Marx, interpretando a Florence Rice. !Qué gozada es PV!. Y esperando la confesión de "Aurora" al "Tristón" de su compungido padre. !Pobre hombre!. !Le van a dejar cheposo!.
Este artículo de hoy está dedicado a mi amigo Endika( que me ayudó a confeccionar este blogger) y a su "princesita", Laia que ya está muy crecidita. Un beso a los dos.

José Ignacio Salazar