miércoles, 19 de junio de 2013

EL TORMENTÓN PERFECTO/ EL APOCALIPSIS


Hoy, PV, ha utilizado con acierto el recurso del lenguaje cinematográfico de cuando se acerca y llega la tormenta, para dramatizar en el desenlace sobre  la podredumbre y mentira de algunas gentes de ese pueblo. Banda sonora que punteaba  la acción, intensificando los momentos de horror que acaecían y que se acercaban a un estruendoso final. A medida que rugía el huracán, enfureciéndose el aire, se fraguaban las condiciones para explosionar letalmente. Se confiaban las miserias; se desvanecían los secretos y se consolidaba el apocalipsis.  Cuando el cielo se abría, la tormenta desembocaba en una confesión pública de verdades y eruptaba el escondrijo por dónde asomaban los espectros viles, alimañas que refulgían aún más con la proyección electromagnética del rayo sobre su rostro o del trueno entre sus artimañas. Rayos y truenos confabulándose en la tarde-noche "Puentevejera", como tormentón perfecto. Resplandeciendo las maldades de un ensotanado perverso llamado "Don Celso", sádico de infelices mujeres.  Interfiriendo, el endemoniado cura, en una pura historia de amor entre "Gonzalo" y "María", prostituyéndola con su sucia lascivia vaticanesca.  Reincidiendo con maldad criminal, como la de "Francisca Matanegros", "congelando a su paquete de acciones". Relumbrando la belleza reivindicativa de "Aurora" (!memorable esta tarde Ariadna!), sin apuntar al conducto lacrimal, ha sido clara y diáfana: "!Soy su hija!. Sacando de sus órbitas los ojos de un enfurecido y cegato "Tristán", venido tan a menos que parece ya un retoño de alicaído caballero andante, con una triste figura en su rostro que no da crédito a una "pobre loca". Pero que la tiene allí presente, nada menos que al fruto del amor tan grande que tuvieron "Pepa" y él. "Aurora". Cuando llega la  borrasca, se medita sobre  él acomodarse  como cura sencillo, lo rumia "Gonzalo", sin más boato,  y se acude a la petición de emergencia espiritual a un "cuervote", por parte de "Don Anselmo".  Cada día me recuerdan, los dos,  a "El padrecito", al padre "Sebastián" y al padre "Damián" del film de Miguel Delgado, con Mario Moreno y Ángel Garasa. 
Cuando llega la tormenta, los violadores asaltan terrenos vedados. Los abogados huyen como ratas, ante derrotas asumidas e insolvencia evidente. Los muertecitos, que gozaban de buen aspecto, se dan cuenta de que quieren asesinarles por enfriamiento glacial. Las usurpadoras se quiebran rabiosamente ante su impotencia y se esconden ante el cuerpo del delito (!maravillosa Victoria Camps!), cuando brama el ciclón. Cuando llega la tormenta, en la casa del "mal ojo", los enamorados retornan sobre sus pasos, intensa y emotivamente, para enfrentase con la verdad ante la sospecha (!magníficos hoy los tres: Javier, Charlotte y Jorge!). Cuando se escuchan los sonidos del trueno, "Mariana" se desmelena, saca el atizador y asoma como la mujer de grandísima belleza que es Carlota, en su natural selvático y no bajo la pierna quebrada  de una asesina demente, llamada "Paquitaventanas". Felicitaciones a todos hoy. Un retrato magnífico de lo que se desencadena un día cuando se libera energía porque el alma cálida y húmeda se eleva. Ha sido un viaje apasionante, similar a ese apocalipsis cuando uno muere y ve su vida reflejada en una película. Hoy, PV, nos ha sumergido en la odisea dramática de una gente sencilla y luchadora; enfrentados angustiosamente entre ellos porque nunca han resuelto el reconocer la verdad de tal y como han actuado. Cuando suena la flauta, se nubla el cielo por oriente. !Cuidado!. Cataclismo asegurado con dulces trompetas finales, o sea la dulzaina humor amarillo y absurdo del nipón, a lo "Hamelín",  con  una extravagante familia "Mirañar", que cada día me resultan más entrañables con su costumbrismo al estilo de aquella estrafalaria "Familia Ulises" , a "Ulises", "Sinforosa" y "Policarpito", una "cachondada" integral,  familia de "figuras"  donde las hubiera y  a punto de descubrir la química de la aspirina famaceútica. 
Mi artículo de hoy se lo dedico a mis muchísimos oyentes que me siguen cada día. !Gracias siempre!

José Ignacio Salazar

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