Los racistas del día a día le despreciaron
mucho. Para ellos, era bajito, hacía cine carpetovetónico, poseía una
desconfiada mirada cejijunta de paleto y se movía como una pequeña alimaña y
era un pobre desgraciado para estudio sociológico. Un ser despreciable, bajito,
peludo y medio tarado. “Manolo la nuit”, sainetero y subdesarrollado.
No es exagerado, así le
trataron. Incluso se le menospreciaba en actos y en eventos en su posterior época de cine
sobresaliente: Con José Luis Cuerda, Garci o el Juan Antonio Bardem de “El
puente”, que marca la diferencia, en 1976.
¿Por qué no le perdonaban ser
el heredero del “landismo” y de una figura “sanchopancesca” en un país de
reprimidos y pobres?. Muy al pesar de su otra etapa. Incluso continuaban diciendo que "!había que echarlo de España!”.
En tiempos pedantes y snob de
la afectada crítica cinematográfica progresista, extasiada con algunos bodrios
de Saura, pues no comprendían que, aquella “sabandija” pudiera estar ganado "pasta" mientras olía, con gusto, las enaguas de una suecas, sometiendo a los espectadores alelados
ante este erotismo de tan cutre intensidad, pero muy rentable. Se les descerrajaba la masa
encefálica al verle haciendo de mono peludo para disfrute de alguna “pindingui
sado”, en Benidorm, que le azotaba el trasero con una caña de bambú o les salpicaba, al contemplarle gritar entre
la alineación de un partido de fútbol dominical para idiotas. Era reprobable
suponerle, ligando en el oeste con éxito y se daban de bruces por ver si tenía
la “pililita” tan grande como exageraban unas guarras, porque no podía ser que
aquel excremento de “bajito gritón” pudiera alargar el miembro viril hasta poder contemplárselo más allá de su barriguita abultada. Que se recorría
kilómetros de baches para buscar a una novia grotesca y palurda que, obligada a
ejercer a la “pata quebrada y en casa”, era raptada para ser llevada a una
aldea y así casarse por la Iglesia, con el hombre pantera.
Y jamás lo “tragaron” ni con
cuchara sopera. Su madre lloró muchas veces. Y era un “tio” inmenso y
fantástico, capaz de recorrer en una vespa casi quinientos kilómetros, en los
años 50, entre los caminos de Madrid y San Sebastián, todos los fines de
semana, para estar con su novia, hoy su viuda.
¿Por qué?. Porque el vinillo
de las sociedades populares da lucidez y ejecuta verdades como el marisco del
cantábrico con la guillotina verbal. Nunca se calló.
De él hemos conocido los
secretos inconfesables del cine nostro. Un mundo donde la ruina convive con
pasarelas de alto copete y tecnología de altísimo diseño a cuenta de los
bolsillos de los ciudadanos. Un entramado perfilado donde se recuperan presupuestos a cuenta de compras a
granel de entradas. Un triste erial que interesa manos que la “Teletienda”, canal de TV que
acapara más audiencia.
Echando la culpa al adoquinado del corrimiento de
tierras. O sea al Internet y a los “paisas” de la “manta”. Cuando lo que fallan
son los guiones entre muchas otras cosas. Sobre todo que el pesebre de este
cine es para acogerse a sí mismo y a los suyos, asegurándoles trabajo
remunerado por los bolsillos de todos los inocentes de la alborada, no para
crear ni tan siquiera una industria y menos una pequeña obra de arte o interés.
Me merecen desde mi más
temprana edad los actores de doblaje porque, a ellos, sí que se les entendía. Y
a actores como Landa, también. No sólo se escribe con faltas de ortografía en
el periodismo, corregidas de inmediato por mr. Google, sino que se confunde, lo
natural, con el hablar como en los corridos mexicanos pero sin puntos, comas,
matices, registros y sin gramática parda. Rápido y a cobrar la subvención, el 33% en concreto
mediante la trapisonda con tapujos y parches.
El don más maravilloso con el
que la naturaleza hizo al hombre, está en vía aparcada. Se farfulla y se
prostituye el lenguaje. Todo se desdice rápido y peor. Y si osas criticarlo
asoma un fan que te llama HP por desmerecer de su idol@. ¡A seguir cobrando la
subvención!.
La "cosa" esta del cine está
haciendo muchísimo daño a los actores dignos, que los hay; a los productores
que sí arriesgarían en una industria seria; a los espectadores y al erario
público. A la imagen del cine en nuestro país.
¿Cuándo se estropeó?. Cuando el Estado de Partidos,
siempre pensando en autofinanciar a los
suyos y buscar en los caladeros del voto cautivo, crearon unas comisiones que
distribuían burocráticamente los cartones de rodaje entre los amiguetes antes
del rodaje.
La pasión del productor de
cine se queda en La
Semana Santa, con su despliegue de capirotes, incensarios, cornetas y tambores.
Lo del cine español de hoy es el ruido mediático de las farándulas de los
cómicos desfilando intensamente por entre alfombras, caminando de prestado y
buscando al olfato del dinero de todos.
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