“Tristán” retoma una nueva
vitalidad y llegará a mayor lucidez.
Aún a costa, como no podía ser menos, de ser rechazado por su hija real. Es el
camino de la sanación, de ir quemando todo aquello que te confundió en la vida
y que te condujo a un abismo de apariencia insondable. Es la meditación y la desazón, es la expiación. ¡Tantas
cargas!. ¡Tantas heridas!.
Sin embargo, ha habido dos
momentos impagables, las dos miradas entre Álex y Ariadna, cuando dentro del
bloqueo, los ojos les han juntado en la indiscreción de dos mínimos instantes no
contemplados entre ellos, mirándose a hurtadillas. ¡Feliz tarde!. Dos que se reconocen, aún en
mundos separados y terciando esa situación. Dos ansias por estar juntos para siempre. Un acto de amor
dentro de otro acto de hostilidad de apariencia irreversible. La mirada del amor
nunca molesta, va directamente a los ojos y electriza todo el sistema motriz de
modo fascinante, aunque no se aprecie. Muy justo castigo el que recibe el maduro “Tristán”.
Pauta lógica en "Aurora", dosificando su torrente de reproches emocionales a la figura del inconsecuente padre que ha tenido. ¡Magistrales!: Álex Gadea y Ariadna Gaya.
Pero... tímidamente retorna a ser de nuevo aquel otro. Ha visto
toda la película de su vida. El desgaste, el cansancio, su descarada sensación
de que no había sabido reconocer a su hija, todo lo que le había descabalgado de un
carrusel de magia y ensueño juvenil, cuando se comía el mundo, transformándole
en un atormentado desconsolado. Hoy, aquel tiempo, ha tenido su epílogo en el
reencuentro. Acontece, el mismo, con la
nostalgia reconducida de quien empezó una aventura con “Pepa”, siendo un
soldado jovencito; pasó por la amargura de la muerte de su ser más querido;
atravesó por el desprecio, producto del olvido, hacia la sangre de su amor y
culminaba, esta tarde, entrando, su descendencia, en la casa de aquel grandísimo
amor pasional y auténtico. “Anoche soñé que volvía a Puente Viejo”. Como en
“Rebeca”, la sombra de una mujer se interpuso entre el genio y figura del
enamorado, como si estuviera viva. Y ha estado luchando contra un fantasma
durante veinte años. Hoy, ha vuelto “Pepa”/”Aurora” a su casa. Para poco
tiempo. Todo se dará.
Las muestras de desprecio y
humillación a las que ha sometido a muchos, este buen “Tristán”, han sido
constantes. Y hacía falta la presencia física, de enorme parecido y
modales, de otra actriz, Ariadna Gaya,
para que sintamos, a la inversa que en el filme de Sir Alfred, más ya la presencia
física de “Aurora” que la de aquella
protagonista hasta hoy: “Pepa”. Ha sido un cambio cualitativo, que no se daba
con “Jacinta” porque el guión no la contemplaba como descendiente del
caballero. No he podido sino recordar la Voz de la simpatiquísima Mercedes
Mireya, doblando a Joan Fontaine, en los primeros minutos de “Rebeca, recitando
aquello de “Ayer soñé que volvía a Manderley”. Y aunque no retorna aún "Aurora", de
algún modo, lo ha hecho en el espejismo atómico de su fugaz presencia. Y
“Aurora”/Ariadna gana pantalla por goleada.
Lo que falta en la televisión o en el cine actual: Hechizar a un
espectador que no pestañee ni un instante ante lo que ve, que le embadurna de
sueños remotos e inalcanzables que se encuentran más allá del séptimo cielo.
Una televisión que presenta la cruda realidad, pero con una belleza y un glamour
descaradamente romántico y ensoñadamente aventurero. Ensueño, tenían: Greta
Garbo en “La reina Cristina”, Charlie Chaplin, Gerard Philippe y Errol Flynn en
todos sus filmes. Ensueño, tenían las voces inolvidables de Elvira Jofre, Carmen Morando y de
Manuel Cano en los doblajes de filmes al castellano. Ensueño, tenían: Los
Estudios de la televisión, en “Miramar” de Barcelona. Los filmes: “El mago de
Oz” y “Brigadoom” de Minnelli. Y lo tiene Álex Gadea, y mucho, en PV, como lo
tuvo en sus días la gran Megan Montaner. Tienen el encanto que destilan las películas antiguas a las que les perdonas todo.
No sé que destino les deparará
a los actores más allá de PV. Pero, este lugar remoto, tiene un ensueño
artificial que lo fagocita todo. Alberga, incluso, en su foto, una pigmentación
bucólica que encoge el alma. Es hechicería pura. Otros seriales y filmes que se
ruedan no tienen esta capacidad sugestiva. Muchos, son pretenciosos, otros, son
horteradas infumables. PV, es la defensa de la fantasía, dentro de la creación de este espacio
atemporal, que discurre entre estos páramos, rio y bellos paisajes y con unos
actores fantásticos. Este es el auténtico secreto de PV y por ello no
funcionan, algunos, más allá de estas coordenadas. La magia tiene un
encantamiento que enamora y emociona y singulariza el serial. Es surrealismo y
maravilla. Pero dentro de estas coordenadas.
“Tristán”, ha estado bajo los efectos de un mal sueño,
pero dormido. Se ha preservado de la maldad exterior y lo vamos a ver a partir
de ahora, mantiene su encanto personal, su fuerza y vigor, la bondad y la
armonía original de sus primeros
tiempos en PV. Reacciona..pues
Todos los momentos con Ariadna
se transforman en sublimes. Como el encuentro en la “Casa de Comidas” con su
hermano “Martín, algo soso estos días. Todo lo que sale de su boca es
espiritualidad que barre lo imposible. Ella, es la hija de un amor que jamás
parecía podría darse. ¿Lo recuerdan?. Eran aparentemente hermanos, sus padres, y
estuvieron tan castigados para poder un día reconocerse como esposa y marido
que, “Pepa”, entregó la vida por ello. No se olvida jamás. Y esos ojos que se funden entre "María"/Loreto y "Martín"/Jordi, que vislumbra sagazmente "Aurora", son la melancolía en pleno frenesí. No es imposible su amor tampoco.
La mirada del amor que detectan “Aurora” y “Mariana", entre "María" y "Gonzalo". Los requiebros visuales entre "Tristan y Aurora", durante la cura, como padre e hija. Las lágrimas que se enfrascan en la llorosa “Rita”/Charlotte, todo este percibir, es producto de la fuerza vital del amor que propaga su eco hasta el último día de aliento de la vida de los humanos. Acariciador, apasionado, dulce, morboso y tierno, es el lenguaje corporal que
te invita a fugarte con el/la otr@.
Ello está ocurriendo en PV. La fuerza de la creación.
Una mención especial para Mario Zorrilla, en esa
secuencia de auténtico Spaghetti Western, por mi, tan valorado dentro del cine
en coproducción en los 60. Un mito y un estilo de hacer cine. Tanto la toma de
cámara, desde el suelo hacia arriba, la ruda majestuosidad del jinete
“Mauricio”. El clímax, la acción, el diseño de la cabalgada, hoy en PV,
camuflaba maravillosamente los estereotipos de justicieros y bandidos en
aquellos tiempos de estado de excepción en los Estados fronterizos del sur, o sea, en Almería. !Me
ha encantado!. Mario, me ha recordado al infausto Fernando Sancho en aquel filme
de Duccio Tessari: “El retorno de Ringo”. ¿Para cuando rótulos y foto para con él?
Es tan bonito lo que dices Jose Ignacio. No he leido cosas tan bonitas sobre El Secreto nunca. Aunque hoy me aburre lo del niño.Tienes un don para captar las cosas que no habia visto en nadie. Ya te leo que no te dan entrevistas, ellos se lo pierden, te leemos muchos, en mi club casi todos, no somos muchos pero te seguimos y estamos esperando a que coloques tu escrito toditos los días. Tu sigue para nosotras. Oye ¿eres guapo? porque si esos son tus ojos, no veas que mirar. Y la voz preciosa de verdad te lo digo sin cumplido porque es la verdad. Me puedes contestar si lo deseas. Besos puenvebejeros
ResponderEliminarNi caso Iñaki que yo tambien te leo a ti muy agusto. Me gusta muchisimo como hablas del amor, vaya que si lo practicas como escribes menudo novio a la vista jejijujejjejjuuu . Oye que rara esta Maria que no se aclara le vamos atener que dar un empujoncito para que se decida.Sigue asi que me emociona mucho cuando te leo.
ResponderEliminarTienes la habilidad de convertir en sublime lo prosaico.
ResponderEliminarUn saludo.
María.
De acuerdo contigo en la calificación a Álex Gadea y Ariadna Gaya, realmente han estado magistrales. Esas miradas de Tristán a Aurora cuando le está curando, esa altivez bien entendida de Aurora hacia su padre por el abandono de tantos años, me llegaron a emocionar de tal manera que alguna lagrimilla salió...
ResponderEliminarAriadna cada dia lo hace mejor, aquél acento catalán que yo le notaba al principio, ha desaparecido y de Álex qué decir, el papel de hombre maduro amargado y triste le ha hecho madurar como actor, como hacía tiempo no se veía en la escena española.
Sigo pensando que El secreto de Puente Viejo se ha convertido en una verdadera escuela de actores.