Han faltado hoy esos grandes
momentos continuados de las últimas intensas semanas. Aunque este arranque ha
supuesto algo que merece ser siempre destacado en PV: Que esta belleza
siniestra de algunos pasajes, de su estética y puesta en escena, es demoníaca
pero muy acorde con la realidad que se vivió en aquella España latifundista y
de mantenidos. Y lo hace sin caer en la trampa del panfleto sino transcribe sobre la cruda
realidad sin sobrepasarse. A veces ahorra en economía sentimental y esta forjando, en
los capítulos actuales, algo muy de aquellos impactantes e inolvidables filmes
de Charles Bronson: La confianza entre los que se quieren, la fidelidad y la venganza. Excelentes las tres buenas actrices.
Hiperexpresiva y torturada “Francisca Villa”. Inquebrantable “Aurora Ulloa”. Y
una “Candela” excelente que se acerca cada día más al existencialismo. Una
mujer retroalimentada por su propia experiencia. Buscando siempre su libertad a
través de la verdad y la angustia.
Quiero destacar a un actor
muy importante y discreto que, hoy, ha estado sublime: Fernando Coronado. De él
dije que era un actor de cine. Hay intérpretes que son especialistas en hacer
cine. Son, el cine ellos mismos. Se encuentran por encima de muchos otros,
mejores que ellos, porque se desenvuelven dentro de los parámetros del lenguaje
de la imagen en movimiento. Como lo era Robert Mitchum, entre muchísimos, peor
actor que Charles Laugthon, pero más de cine. Fernando es silencioso, discreto,
flemático, recto, casi parece que no está porque no lo necesita. Cuando habla baja de precio el pan. Es muy
elegante (acuérdense de aquella secuencia en la que le “abría paso” a una
recién llegada “Carmen”a "la Casa de Comidas") y distinguido en su humildad y a pesar de ser un
“posadero” sin estudios, un ser íntegro
y a mucha honra, de los pies a la
cabeza. Representa el lado sagaz que siempre luce en los escépticos que de
tanto bregar en la praxis, se las conocen todas. Rudo y cariñoso, algo tímido,
es un personaje muy a destacar en la serie. Es, como Carlota, actriz que cuando
le veo, me trae en el siglo XXI las imágenes de lo que fue aquello inmensísimo del
nacimiento del cine. Y ese alto grado de observación, que se da de igual modo
en la catalana Carlota Baró, lo tiene Fernando Coronado. La reacción ante el
estímulo de la cámara en su justa medida. Sin estridencias y sólo con el
soporte del alma del actor, que no es poco. Y los dos, “Mariana” y “Alfonso”,
respiran como los actores más genuinos del cine y reverberan algo muy atractivo
en las historias del celuloide: Una enigmática melancolía, más o menos
gestualizada.
La secuencia con el “capataz”, Mario Zorrilla, ha estado impecable. Sin
dobleces, la trama estaba servida y perfectamente compaginada en las
complicidades apalabradas (que no son las únicas, que viene “Ernesta” de modo
similar con cebo incluido), entre estos dos actores que mostraban
magistralmente, Fernando y Mario, un teatro de vulnerabilidad y de
determinación respectivamente. Un pulso admirable dentro de una conspiración
para no entregar a la burguesía, un niño, para con el cual sólo anida la intención de aniquilarlo por parte del abuelo que lo repudia. “Mauricio”, en su
creación, me recuerda a esos actores
matones y piqueteros del cine, como James Gandolfini o Danny Green, mafiosos al
mandato que mandan de igual modo en escalas intermedias, que luchan por
recomponer una vida sobre una base de testosterona y puños secos, desde la ternura que les está prohibido demostrar. Es
humilde y talentoso, Mario Zorrilla, y sigue sin rótulos de presentación más notorios. Como Blanca Parés. Y en el final: “The Plot”. “Ernesta”, Ana Isabel Rodriguez, que es tan buena actriz de tele como de doblaje. Escuchar su voz a media tarde revive a los difuntos y los subleva con nostalgia terrenal. Hoy, acompasada con esos quiebros en la voz, y con esas sus expresiones exageradamente teatrales, que sonaban a “falso”. Acude con una historia increíblemente montada, a la más sagaz de las pervertidas almas de PV y que las sabe todas, pero que no se espera de la “telefonista” algo así. Porque cree que, el miedo y el sentirse sometida a su poderío, y no el complot, le hacen acercarse a ella por servilismo y jamás sospecharía que está tejiendo una tela de araña. Ese es el talón de Aquiles de "Paquita".
PD: Muchísmas! gracias por vuestra atención y comentarios que me hacéis. De todo corazón. Es impresionante la cantidad de gente que lee estas mis crónicas de PV. No me lo esperaba. Seguid haciéndolo y divirtámonos tod@s.
Dedicado a mi grupo, amigos y compañeros de San Sebastián que hemos luchado por salvar al donostiarra teatro "Bellas Artes". !Hemos ganado!. El Gobierno Vasco ha paralizado el derribo.
Maravillosa forma de contar este capitulo en donde como dices Mario Zorrilla me ha gustado. Es verdad que Fenando es muy bueno es todo un hombre. Me tienes enganchada Jose Ignacio, a ver si te conozco tengo mucha curiosidad por saber como eres. Eres muy diferente a todos bueno lo parece. Un beso
ResponderEliminarGracias! Por tu forma de describir al personaje de Mario Zorrilla, duro desde la ternura que le está prohibida, mi Mauricio Godoy. Y gracias también por tan bellas palabras a uno de los grandes de PV D. Fernando Coronado; elegante, sutil y precioso...
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