Hay momentos elegantes para
pasar la tarde, las horas de la sobremesa, sobre todo para los que comemos
tarde. Tal como el asistir, desde la butaca,
a este buen capítulo de hoy, sobre “Puente Viejo”. Se supera cada día el serial
que narra ese veneno mortal que lleva
la vida de los humanos, en cualquier época de la historia, o ese lirismo y juventud que se apaga por nuestra melancolía enfermiza.
Hay que felicitar a las dos
supremas protagonistas de la tarde: Aida de la Cruz y Ariadna Gaya. Que vean
este final de hoy, los despreciativos detractores de la serie y los nostálgicos
del tiempo pasado. En medio de la inmensa desgracia de las dos protagonistas,
la confesión hace de catarsis; mantiene el alma limpia y se abre el corazón y
se ve menos desasosegado el futuro. Y se dicen las verdades ocultadas no por mucho
mayor tiempo. Se destapa la tapa de la alcantarilla. Ha sido conmovedor y melodramático en su justa medida. Sin las dos actrices, hubiera sido imposible
que “calara” tanto el llanto sentido por la orfandad de estas dos mujeres, que
serán madre e hija si los fanáticos no lo impiden.
Escena gótica de duelo y
melancolía, de alta gama. Sin las oscuridades al estilo de Tim Burton. Era una
tristeza razonada. Sobre cómo un ser amado puede cambiarte tanto y sentir tanta
añoranza cuando lo pierdes. Un llanto asumido sin desvaríos neuróticos. Eran
dos grandes perdedoras, doloridas por aquel pasado que habían extraviado en algún lugar del tiempo. ¡Qué
bonita secuencia!. ¡Qué triste!. Bien llevada ya que, como toda experiencia angulosa, debe de ir destinada a un
espacio aparte en nuestro sentir diario,
porque es ajena a las convenciones.Y lo ha logrado la televisión de "Puente Viejo", que emite desde el siglo pasado.
¿La sotana?. Se encuentra en
cuarentena, ni más o menos. Excelente secuencia la primera, sobre cómo es la claricalla corrupta que no soporta a la gente brillante que encuentra, en el
servicio a los más desposeídos, la razón de su sacerdocio. De tanto rencor a
los librepensadores. De ahí, al Vaticano de la Curia actual, sólo median unos
kilómetros, los que te acercan desde cualquier punto al mismo averno de los endemoniados. Esta tarde, la ensotanada en acción. Buscando que Dios ame más al
sacrílego “Don Celso”, a través del oro
de las vocaciones prefabricadas para
mayor gloria del Estado de las riquezas en un mundo de paupérrimos.
¡Unos sinvergüenzas!. Excelente Eleazar Ortiz, actor que da vida a ese ser poseído de
tenebrosas intenciones hacia ese sacerdote mundano, Jordi Coll, inserto en su compromiso con los menesterosos
de PV. Enamorado locamente de una mujer, la excelente Loreto Mauleón. Una
relación ambigua, acallada, pero que le
hace replantearse su fe. Secuencia importante cuando, “Don Celso”, manifiesta
sus aviesas intenciones, enseñando su
maxilar afilado, cuan sádico que se recrea en la imaginada tortura hacia un pobre hombre, castigo ejemplar vomitado por su negra conciencia. Sólo Luis Buñuel tuvo la osadía de tocar este
tema de modo corrosivo y convincente. La superficialidad de la caridad cristina
de la jerarquía eclesiástica, sobre su influencia maléfica entre los más
desposeídos. Así ha acabado la Iglesia, entre las propiedades inmobiliarias y
entre cada día mayores profundidades de sus
cuentas cifradas en el Vaticano. Incendiario Jordi Coll, me ha gustado, me recordaba a Paco Rabal, el Padre "Nazario", en aquel filme de Luis Buñuel: "Nazarín".
A destacar a los humorísticos
“Mirañaez”. Plasmados pictográficamente en sus coletillas; satirizados en un
instante de sus “majaradas” domésticas;
con esas muletillas exageradas que recurren al absurdo más
desternillante, aparentemente caótico,
y que demuestra que el humor disparatado y la genialidad no están
reñidos.
Quiero destacar que, hoy, Ariadna Gaya, no tiene nada que envidiar, en carisma, personalidad, en su mirada con revoltada voluntad, en juego interpretativo, en trabajo a Megan Montaner. Se ponga como se ponga el que se quiera enfadar conmigo. Le responderé cómo le dijo "Candela" a "Tristán": "!Allá tu, si rompes conmigo por decirte la verdad!". !Besos!.
Hoy, dedico este escrito a mi compañera del programa: Juli Labeguerie, que es una chica excelente, bellísima y de muy buenos sentimientos.
Ariadna, no tiene nada que envidiar, en carisma, personalidad, en su mirada con revoltada voluntad, en juego interpretativo, a Megan Montaner
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo
Me emocionas cada dia con tus apreciaciones sobre las situaciones y los actores/actrices de la serie...
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