TRISTEZA DE AMOR

Mustia y alicaída, encerrada en sí misma, cabreada porque la gente es diversa y vive y palpita a otro bombeo de corazón roto como el de ella, melancólica porque los demás piensan a su manera; se confiesa ante este sacerdote ateo que es "Benito", que lo sabe todo antes de que se lo cuentes y conoce el remedio sencillo de la abuela para curarlo, y acaban reconociendo que sigue amando a "Jaime", su tal vez hermano.

Thaïs Blume, esta semana está interpretando el papel más conmovedor, memorable  y de amor que pudiéramos calificar como trágico si se consuma, en la historia de "Amar es para siempre". Ella está fantástica dándole ese sentido cotidianamente trágico, sobrio y melancólico a su historia de amor que no acaba de morir en ella. Es una historia llena de sentidos de tristeza y malas reacciones a su alrededor. La tristeza de amor hace saltar la chispa en cualquier momento, como esta tarde en esa secuencia de combustión de honradez que le ha dado, defendiendo la justicia y su camino lento, frente a "Jaime", antes que ceder al chantaje de "Federico". Que no por no tener razón, que la tenía, sino por una exagerada reacción ya, que el alejamiento de "Jaime" y la cercanía la mismo tiempo, le provoca un estrés incontrolable. Una rabia interna que es ya viral. Y es que las mejores personas sufren depresiones sin poder hacer gran cosa.

Una persona no está siempre preparada para lidiar en el ruedo de morlacos dela vida, y menos en estado de enamorada sin posibilidades ya, para puentear los chanchullos de los despachos de abogados, que pasan por lo que sea para acabar rápido y satisfactoriamente los casos.

Me esta emocionando vera esta auténtica mujer, muy avanzada de su tiempo, reina de soledades y espejo de honradez profesional, bregando en este valle de amores y tristezas, pelea diaria, labrándose un futuro en una profesión peligrosa y concebida para sinvergüenzas en realidad, donde ella refulge por su compromiso y serenidad para con la verdad y justicia.

a mi me emociona ver que actores tenemos en este país, que no se prodigan tanto como otros, y que están bajo la cuerda floja en muchas temporadas del año, pero de enorme capacidad. Thaïs es una de estas actrices como lo está demostrando estos días. No es un personaje demasiado agradecido porque está atribulada y pesarosa, tinturada de grises momentos y escrita en trazos que tachan dulces sueños que un día pudo pensar en tener con "Jaime", pero es enorme en su humanidad y feminidad.

Y tiene razón el personaje en una cuestión: su tristeza no se cura con salir, irse a comer, evadirse, dejar el trabajo y divertirse, haciendo depender esa melancolía de una curación externa, cuando no de una medicina interna. Es un personaje de Françoise Sagan, diferente a esa sociedad vacía, cínica e indiferente. De gran riqueza.

Toda la secuencia del doping, el chantaje y las reacciones y justificaciones de "Federico" no tiene desperdicio. Ayer promovió en la página de "Foro de amar es para siempre" un debate muy sustancioso sobre el mundo del boxeo y en concreto de la figura de aquel fabuloso vasco de pegada mortífera, Joxe Manuel Ibar/"Urtain"; sobre aquellos combates, su tiempo, su vida desastrada al final, los amigotes que se le pegaron desde siempre y que acabaron, entre muchos, llevándole al suicidio. No he querido jamás, ni se me ocurre, ensuciar su memoria. Le conocí desde sus inicios, cuando le descubrió en la terraza del Hotel Orly, su propietario José Lizarazu. Y recuerdo su primer KO en el 68, en el campo de fútbol de Arana, y toda aquella trayectoria rodeada de mentira e histeria popular que usaron de la fuerza de este "morrosko" de Arrona, hasta su trágico final. Su pegada impresionante se pactó en algunos caso, los menos, y fue alzado al panteón de los ídolos deportivos caídos al final cuando ya no interesaban políticamente.

De hecho hay un No-Do por ahí en el que Francisco Cantalejo, aquel médico que fue una de las voces del noticiario y que no resultaba nada engolado o grandilocuente, narra la caída de Urtain, en Barcelona, en el Campeonato de Europa de Pesos Pesados, en 1.970. Fue muriendo con el Régimen.

Tampoco fue como escribió aquel franquista periodista deportivo: José María García, hoy frustrado porque Aznar no le quiso, que le llamó "el rey del tongo"; lapidando, en un libro, toda su carrera deportiva, con una saña enfermiza. Lo que sí había es deseos de buscar a alguien entre los pesos pesados y su preparador organizaba combates con rivales de medio pelo para aprovechar la ola de Ordizia, que sí fue verdad en sus inicios. De hecho, el preparador Almandoz, famoso por su gimnasio de boxeo en los bajos del Kursaal donostiarra, le dijo que "El Caudillo" estaba muy interesado en promocionarle. Ganaron todo, incluido él, pero mucho más los demás. 

Yo tuve, como maestros de la radio en San Sebastián, a Felipe Subijana y a Ángel Bengoetxea (a los que podéis ver en la foto transmitiendo un partido de Urtain en París). Y recuerdo aquellos primeros programas de radio con Urtain, en Radio San Sebastián, que me llevaba mi tío a ver los sábados por la tarde, "Radiopanorama", con Ángel Bengoetxea y el bueno de Amador Álvarez Garagarza, y allí conocí al que unos aprovechados racistas y un Régimen infecto, llevaron a la destrucción total: a Joxe Manuel. Se muchas cosas de Urtain que compartí con mis compañeros de Radio San Sebastián y que vi y que tal vez un día escriba. En mi blog tenéis, en la historia de la radio donostiarra, artículos sobre Joxe Manuel.

La secuencia en "El Asturiano" sobre la pérdida de inocencia y la búsqueda de la practicidad, a tono con la corrupción de alrededor, de la que alardea como escapismo vital, "Federico", me ha recordado enormemente a George C. Scott, en aquel filme: "Un fabuloso bribón", donde debutó Michael Sarrazin; cómo un viejo tramposo enseña sus trucos a un joven, y para intentar quitarle los remordimientos, le dice casi lo mismo que "Federico", esta tarde, a "Jaime". Que el ser honrado y tener ideales acaba con uno.

Precioso momento el del radio-aficionado. Antes que las mensajerías instantáneas, de espiar conversaciones, del messenger, el whatsapp, y demás medios de interconexión, ya andaban pululando por las ondas hertzianas, los radio aficionados. Era descubrir, con nocturnidad, la maravilla de la comunicación más allá del teléfono y entre galaxias mágicas. Por las noches, una gozada.

Y el obispo, en su linea, visitando pobres para, frívolamente, sentir que alcanza más a Dios a través de las visitas a los menesterosos.